Trova y algo más...

viernes, 31 de julio de 2009

Junto con pegado…

Hace 15 años, un estudio sobre el prime-time de la cadenas norteamericanas en una semana arrojaba los siguientes resultados: 45 escenas de sexo, de las que 23 correspondían a uniones heterosexuales entre solteros, 16 adulterios, cuatro entre casados, una entre adolescentes, y una entre homosexuales; 57 asesinatos, 99 asaltos, 29 colisiones de vehículos y 22 incidentes de abusos de menores.
Ciertamente, éste no es un problema exclusivamente gringo.
El mismo estudio arrojó que en Francia la programación de seis cadenas francesas durante una semana transmitió 670 homicidios, 15 secuestros, 848 peleas, 419 tiroteos, 14 secuestros de menores, 11 robos, 8 suicidios, 27 casos de tortura, 32 casos de captura de rehenes, 18 imágenes sobre la droga, 9 defenestraciones, 13 intentos de estrangulamiento, 11 episodios bélicos, 11 strip-teases y 20 escenas de amor atrevidas.
En Italia, cuando un niño se encaminaba por vez primera a la escuela elemental ya llevaba en su mochila, junto con sus utensilios escolares, 1,800 escenas de violencia.
La dieta preescolar de violencia del niño estadounidense, siempre más “precoz”, es muy superior: incluye 8,000 homicidios y 100,000 actos violentos.
Para no ir muy lejos, hoy en México no se sabe a ciencia cierta qué están viendo y escuchando los niños, porque incluso los mal llamados programas infantiles (hechos por gente mayor, ciertamente, no por infantes) bailan en el límite caprichoso de la obscenidad pues la competencia con la realidad está muy reñida.
No es justificación, pero muchas veces la televisión local, aún con toda la estupidez que nos transmite en sus editoriales y en sus anuncios pagados por los partidos políticos, es muchísimo más benigna que un discurso del presidente o una docena de acribillados y decapitados a diario: como si una cosa fuera consecuencia de la otra en un círculo vicioso sin fin… o sea: “junto con pegado”, decía Don Emilio en los viejos tiempos del pinole…
Y en ese estado de cosas, ¿para dónde nos hacemos? (Que conteste la ciencia).
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Con una neutralidad así no vale...

Carlos Daniel Fernández Guevara hizo un llamado a los 33 legisladores a que en la sesión del próximo lunes voten a favor de aprobar el punto de acuerdo mediante el cual exhortan a las autoridades a la revisión de la elección a la gubernatura.
“Todos los diputados deberíamos estar pensando en aprobar este punto de acuerdo independientemente del partido político, porque este punto de acuerdo es neutro, de forma tal que todos podemos acceder a buscar respetar la legalidad”, manifestó.
“Queremos que la elección de Sonora se anule, porque es la única manera que a todos nos quede la certeza de que tuvimos un proceso legal”, apuntó.
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jueves, 30 de julio de 2009

Me declaro incompetente...

Grrr... Así no, Vale...
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La biología del idioma...

¿Se acuerdan de Botella al mar para el Dios de las palabras? Sí, hombre: el discurso que Gabriel Gárcía Márquez pronunciara en la inauguración del I Congreso Internacional de la Lengua Española en Zacatecas, en 1997. ¿Se acuerdan? ¡Mtá!
Pues resulta que que Jorge Gómez Jiménez, un escritor venezolano, editor de las revistas electrónicas Letralia y Lenguaje Binario, alguna vez se refirió a esa memorable intervención del Gabo con el texto La Biología del idioma, título bastante sugerente porque ya le da cuerpo a un algo que a muchos les parece algo etéreo, tan etéreo que en lugar de pronunciar Miguel Alemán dicen Miguel Animal, y así por el estilo… En fin…
Dice Gómez Jiménez que la ortografía y la gramática son el esqueleto del idioma. Son establecidas formalmente por los estudiosos de la lengua, pero en realidad tienen su fundamento último en la manera como los pueblos hablan.
A lo largo de los siglos, el idioma experimenta un verdadero proceso de evolución que se alimenta del habla del hombre común más que de las reglas dictadas por los filólogos.
El idioma muta, constantemente cambia su forma de la misma manera como lo hacen los seres vivos, porque la gente lo enriquece añadiendo palabras o combinando las ya existentes, importando vocablos de otras lenguas y en ocasiones hasta sustituyendo palabras que se ignoran con otras que sólo tienen significado para un grupo, una familia o hasta para un solo individuo.
Paradójicamente, este proceso suele ser designado comúnmente con la palabra “degeneración”.
Estas transformaciones ocurren primero en el habla de la calle y finalmente los estudiosos se resignan a declarar nuevas reglas que amolden el idioma al uso que le dan los individuos.
Al ser el medio de comunicación básico, el idioma rebasa los límites que le imponen las reglas establecidas por los estudiosos y se convierte en mágico caleidoscopio al cual cada pueblo añade sus propias características.
Sería imposible revertir este proceso haciendo que el hombre común se amoldara a las reglas exquisitas de la ortografía, y es justamente esto lo que da vida y garantiza su permanencia, al idioma.
En palabras de Jorge Luis Borges, una lengua que no cambia es una lengua muerta.
Lo que hoy se tiene por error ortográfico mañana podría ser una regla más en los confusos manuales del idioma.
Por esto mismo es absurdo creer que un discurso de Gabriel García Márquez hará que los cientos de millones de hispanoparlantes regados por el mundo revisen su forma de escribir las palabras, para amoldarse o no a la Academia o a las propuestas del colombiano.
Casos como la inclusión artificial en nuestro idioma de la palabra “millardo”, en el que la Academia decidió favorecer una proposición del humanista venezolano Rafael Caldera —a la sazón presidente de Venezuela en este momento—, son extrañísimos.
Y es que, definitivamente, el sistema no funciona de esa manera.
Por muy rabiosa que sea la defensa del idioma por parte de los estudiosos en 1997, el año 2100 nos encontrará hablando un castellano distinto al que hoy se acusa a García Márquez de intentar subvertir.
En el proceso de transformación morirán algunas reglas y nacerán otras nuevas, y no hay nada que indique que las diferencias entre escribir hoyo y oyo se escaparán a la particular biología molecular del idioma.
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miércoles, 29 de julio de 2009

Botella al mar para el Dios de las palabras...

A mis 12 años de edad estuve a punto de ser atropellado por una bicicleta. Un señor cura que pasaba me salvó con un grito: «¡Cuidado!»
El ciclista cayó a tierra. El señor cura, sin detenerse, me dijo: «¿Ya vio lo que es el poder de la palabra?» Ese día lo supe. Ahora sabemos, además, que los mayas lo sabían desde los tiempos de Cristo, y con tanto rigor que tenían un dios especial para las palabras.
Nunca como hoy ha sido tan grande ese poder. La humanidad entrará en el tercer milenio bajo el imperio de las palabras. No es cierto que la imagen esté desplazándolas ni que pueda extinguirlas. Al contrario, está potenciándolas: nunca hubo en el mundo tantas palabras con tanto alcance, autoridad y albedrío como en la inmensa Babel de la vida actual.
Palabras inventadas, maltratadas o sacralizadas por la prensa, por los libros desechables, por los carteles de publicidad; habladas y cantadas por la radio, la televisión, el cine, el teléfono, los altavoces públicos; gritadas a brocha gorda en las paredes de la calle o susurradas al oído en las penumbras del amor.
No: el gran derrotado es el silencio. Las cosas tienen ahora tantos nombres en tantas lenguas que ya no es fácil saber cómo se llaman en ninguna. Los idiomas se dispersan sueltos de madrina, se mezclan y confunden, disparados hacia el destino ineluctable de un lenguaje global.
La lengua española tiene que prepararse para un oficio grande en ese porvenir sin fronteras.
Es un derecho histórico. No por su prepotencia económica, como otras lenguas hasta hoy, sino por su vitalidad, su dinámica creativa, su vasta experiencia cultural, su rapidez y su fuerza de expansión, en un ámbito propio de 19 millones de kilómetros cuadrados y 400 millones de hablantes al terminar este siglo.
Con razón un maestro de letras hispánicas en Estados Unidos ha dicho que sus horas de clase se le van en servir de intérprete entre latinoamericanos de distintos países.
Llama la atención que el verbo pasar tenga 54 significados, mientras en la República de Ecuador tienen 105 nombres para el órgano sexual masculino, y en cambio la palabra condoliente, que se explica por sí sola, y que tanta falta nos hace, aún no se ha inventado.
A un joven periodista francés lo deslumbran los hallazgos poéticos que encuentra a cada paso en nuestra vida doméstica.
Que un niño desvelado por el balido intermitente y triste de un cordero dijo: «Parece un faro».
Que una vivandera de la Guajira colombiana rechazó un cocimiento de toronjil porque le supo a Viernes Santo.
Que don Sebastián de Covarrubias, en su diccionario memorable, nos dejó escrito de su puño y letra que el amarillo es «la color» de los enamorados.
¿Cuántas veces no hemos probado nosotros mismos un café que sabe a ventana, un pan que sabe a rincón, una cerveza que sabe a beso?
Son pruebas al canto de la inteligencia de una lengua que desde hace tiempo no cabe en su pellejo.
Pero nuestra contribución no debería ser la de meterla en cintura, sino al contrario, liberarla de sus fierros normativos para que entre en el siglo venturo como Pedro por su casa.
En ese sentido me atrevería a sugerir ante esta sabia audiencia que simplifiquemos la gramática antes de que la gramática termine por simplificarnos a nosotros.
Humanicemos sus leyes, aprendamos de las lenguas indígenas a las que tanto debemos lo mucho que tienen todavía para enseñarnos y enriquecernos, asimilemos pronto y bien los neologismos técnicos y científicos antes de que se nos infiltren sin digerir, negociemos de buen corazón con los gerundios bárbaros, los qués endémicos, el dequeísmo parasitario, y devuélvamos al subjuntivo presente el esplendor de sus esdrújulas: váyamos en vez de vayamos, cántemos en vez de cantemos, o el armonioso muéramos en vez del siniestro muramos.
Jubilemos la ortografía, terror del ser humano desde la cuna: enterremos las haches rupestres, firmemos un tratado de límites entre la ge y jota, y pongamos más uso de razón en los acentos escritos, que al fin y al cabo nadie ha de leer lagrima donde diga lágrima ni confundirá revólver con revolver.
¿Y qué de nuestra be de burro y nuestra ve de vaca, que los abuelos españoles nos trajeron como si fueran dos y siempre sobra una?
Son preguntas al azar, por supuesto, como botellas arrojadas a la mar con la esperanza de que le lleguen al dios de las palabras.
A no ser que por estas osadías y desatinos, tanto él como todos nosotros terminemos por lamentar, con razón y derecho, que no me hubiera atropellado a tiempo aquella bicicleta providencial de mis 12 años.
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Gabriel García Márquez. Discurso inaugural del I Congreso Internacional de la Lengua Española. Zacatecas, 1997.
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El cerebro y el café...

Según un estudio científico la persona que encuentre en menos de tres segundos a un hombre entre tanto grano de café significara que su cerebro esta mas desarrollado que la media mundial, según informa el blog País imaginario.
Pero no significa que seamos tontos si no encontramos al hombre en más de tres segundos, porque tienes hasta el minuto para demostrar que tu cerebro tiene un desarrollo normal.
Y bueno si ya eres más lento y superas el minuto tienes hasta los tres minutos para demostrar que tu cerebro aunque lento es eficaz todavía y sólo estarás falto de proteínas.
Pero si superas los tres minutos, ya tienes que cuidarte un poco más y darte cuenta que tu cerebro necesita ejercicio para estar más activo y en funcionamiento...
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(20minutos.es)
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martes, 28 de julio de 2009

Shorty Malone...

¡Tiren nomás, cobardes y viles criaturas,

pero yo las balas las sé esquivar!

¡Están tirando al cuerpo!

¡Así no vale!

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Así gritaba Shorty Malone

A los agentes de policía

Que con gran furia lo perseguían

Por las montañas del Gran Cañón.

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Cowboy petiso de mal talante

La sucesión de sus fechorías

Tenía en jaque todos los días

De todo Texas la población.

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¡Shorty a la vista!

-Ahí viene Shorty! ¡Ahí viene Shorty¡

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Como un reguero entre vaqueros esta alarma corre

La peor peste del oeste se aproxima aquí

Y ante el malvado cowboy que mata gente de a diez

Y siembra espanto a la vez, ¡a disparar!

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Era un bandido tan pervertido

Que hasta a los niños en escarpines

Les arrancaba los chupetines

Y entonces él se ponía a chupar.

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Este cuatrero inescrupuloso

Si con un globo a un niño veía

En perforarlo se divertía

Para hacer al niño chillar...

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(Nada qué ver con la realidad)

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Por si acaso…

Debo confesar que en el campo de la archivonomía y de la historia soy un intruso. Mi procedencia deviene principalmente de dos disciplinas humanísticas: la filosofía, y en mayor medida, la literatura. De ésta última tomaré el recurso de la metáfora para ejemplificar algunos aspectos sobre la materia que nos reúne aquí y ahora.
Hace acaso poco más de 40 años, los estudiosos del lenguaje mencionaban que la primera manifestación escrita en español se dio hacia el año de 1120: un rústico río de versos llamado Cantar del Mío Cid, garrapateado por un juglar anónimo tal vez en papeles recogidos a escondidas de algún anaquel prohibido.
Ahí, en ese canto, aquel oráculo de la maravilla, probablemente mozárabe y quizá parido en Medinacelli, dejó fluir un caudal prodigioso de versos apegados a la tierra, descubridores de llanuras, nombres de capitanes y gritos exangües en las batallas, en los que narraba las luchas de Rodrigo Díaz de Vivar, «El Cid», quien —como refiere la mitología popular— combatió aún después de muerto, a lomos de su caballo Babieca, contra moros y cristianos en su batallar por la reconquista de aquella España aún no bien dibujada en el mapa pero quinientos años habitada por los esfuerzos de la morería.
La vox populi, que ya sabemos que es la voz de los dioses cotidianos, le otorgó al Cid Campeador esa aureola de héroe y ese carácter de inmortal: un héroe inmortal que no descansó aún en la muerte física. Un personaje de la historia y de la literatura que va y viene cíclicamente cada vez que algún interesado en la España antigua o en los primeros rasgos de la literatura española quiere mirar a través de la ventana de los documentos hacia principios del siglo XI y desentrañar los misterios de ese tiempo.
Y es que los documentos históricos sirven para descubrirnos una y otra vez los esfuerzos cotidianos de mujeres y hombres que dejaron plasmada su huella en los libros del pasado. Y recordemos que ese pasado alguna vez fue presente vivo, con todos sus misterios y todas sus maravillas.
Por ello, la historia como disciplina científica está muy lejos de ser un simple pasatiempo propio de la memoria, sino que va más allá: es el rescate del pasado humano que modificó, alteró o impulsó un proceso social, con todo y que no cualquier pasado humano es historia, sino la materia que los historiadores que llegan de los diversos rumbos del conocimiento nos desgranan con paciencia para redescubrirnos las voces, los rostros, las calles del tiempo donde alguna vez los individuos del ayer dejaron sus huellas.
Los hechos del hombre enterrado bajo cientos de años serían hechos muertos si fueran separados del historiador y de los testimonios de los que se vale. Por ello, la historia viene a convertirse en la herramienta para sacar a la luz el conocimiento del pasado humano.
Y de nada serviría conocer página por página todo el pasado de la humanidad si esto no nos ayuda a encontrar las respuestas a los acertijos que el presente nos plantea, muchas veces de manera descarnada.
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Entre el ayer lejano, el hoy perpetuo y el futuro remoto e incierto hay un hilo invisible que enhebra nuestras vidas en la presencia interminable de toda la humanidad. No basta con conocer las aventuras de nuestros predecesores, héroes de carne y hueso que pusieron sus esfuerzos en la balanza acaso injusta del tiempo; no basta con delinear nuestro ser y estar en la memoria colectiva de un presente que se derrumba a cada anochecer, es necesario trazar líneas infinitesimales para vernos en el mundo que nos espera en los últimos recodos del tiempo, dentro de diez, veinte, cincuenta o cien años.
Si el tiempo en verdad es cíclico, como sentenciaban los viejos historiadores de la antigüedad clásica, o redondo, como aseguraba José Arcadio Buendía, todo volverá a representarse sobre el escenario de la vida, y serán los historiadores los que escriban, palabra a palabra, el viejo guión de lo nuevo, de lo que se repite cada día, como el río que fluye y que es siempre el mismo y es siempre diferente.
Los historiadores vendrán cada día a nosotros, los que tenemos la interminable responsabilidad de resguardar con celo los documentos que dan testimonio del devenir de nuestras regiones, y despertarán las voces que duermen en anaqueles modernos o en viejas estanterías polvorientas para que les susurren en el oído todos los detalles que vieron pasar ante sus ojos de papel.
Y es que en el escarceo amoroso entre el ayer y el hoy, se requiere de la intervención de los miles de héroes que habitan el silencio de los archivos; personajes que como el Cid Campeador vuelven después de muertos a librar las batallas contra el olvido una y otra vez, y en todas salen victoriosos.
Pero los héroes también necesitan buenas condiciones para habitar la eternidad: Requieren del confort de un buen espacio y de instalaciones adecuadas que no siempre podemos ofrecerles.
Seguramente los héroes nuestros de cada día, los documentos que estaban ahí cuando llegamos, y que seguirán de pie cuando nos hayamos marchado, tendrán motivos suficientes para relatar con voz clara lo que alguien, en la soledad del pasado, les contó palabra por palabra, imagen por imagen, trazo por trazo, en un romance manuscrito que se ha impuesto a las adversidades del tiempo y a las inclemencias de la incomprensión y la ignorancia.
Nuestros inmortales de papel merecen las mejores condiciones para que sigan iluminándonos con su mirada humanista y su visión de futuro todos los caminos posibles del género humano, tan enigmático y simple como todo lo que encierra maravillas.
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Hemos aprendido muy poco de la humanidad. Desde las seculares apreciaciones clásicas hasta este momento justo en que estamos preparando los argumentos de una nueva guerra cada día.
Las piedras de la historia nos han dicho una y otra vez, con esa necedad que se convierte en sobrevivencia, que el ser humano no está condenado a vivir en forma errante en un futuro controlado por personas que se imaginan el caos como el orden imperante; por el contrario, la humanidad tiene un rico pasado, un pasado que le sirve para no cometer los mismos vicios de ayer, las mismas angustias vividas, las mismas desdichas de antaño.
En parte, también por eso que estamos aquí, a la sombra de todas las teorías y descubrimientos que los historiadores vienen a develarnos, proyectándonos un mañana con menos incertidumbre y más razones para vivirlo.
Y no son afanes mesiánicos los que empujan a las instituciones que resguardan acervos históricos a congregar a las instituciones hermanas a celebrar y mantener mesas de trabajo para exponer sus propias experiencias: es el reconocimiento a un trabajo aglutinador, luminoso, festivo, en el que los historiadores han contribuido totalmente, y seguirán aportando porque la humanidad sí tiene esperanzas en no repetir los éxodos y las persecuciones, sino en revalorar la felicidad y rescatar al individuo de ayer para forjar el hombre de mañana.
Recordemos que los cientos de miles de Rodrigos Díaz de Vivar que duermen en los anaqueles de los archivos siguen siendo el puente entre el olvido y la memoria colectiva que nos posibilita la necesaria reconstrucción histórica para reactivar los procesos sociales de las diversas regiones del planeta; en particular, la nuestra.
Vivimos inmersos en una dinámica en la que ya casi nada nos resulta lejano: la tecnología nos ha permitido participar y ser protagonistas de los cambios vertiginosos que se suceden a diario en el mundo, pero también nos ha impulsado a estar atentos a la transformación del ser humano.
Hoy, como en ningún otro instante, la historia tiene las más amplias posibilidades de traducir, explicar, rescatar el pasado para plantear los escenarios posibles de la humanidad en la desafiante sencillez del alba, de ese cada nuevo día del que hablaban Heródoto y Polibio, en el que la luz de la inteligencia parece recién creada, y junto con ella todos los objetos que ilumina.
Si este asombro es legítimo lo será también el individuo que nace al calor de su emoción llevado de la mano por los historiadores.
Hay que decir que no ha sido fácil reconstruir esa emoción primigenia, renacentista, y que lo más común, en nuestros días, es una luz más bien crepuscular, apagada en los matices de la relatividad porque, como en el principio, todos los caminos se bifurcan y parecen alejarse, pero a veces es sólo para encontrarse más allá de las breves anécdotas de la casualidad: En ese punto exacto estará siempre un historiador con su voz que todo lo descifre.
Y junto a él, la sombra de un héroe inmortal, montado en su Babieca hecho de tiempo, que le dirá al oído todas las hazañas que hubieron de transcurrir para configurar la historia de tal manera.
Un Cid Campeador que bajará de los estantes de nuestras instituciones para vencer a los moros del olvido con su mirada extensa y su palabra garrapateada en caracteres preciosistas que nos atrapan desde el primer instante.
Así ha sido desde tiempo antiguo, y acaso así seguirá siendo para siempre.
Es cuestión de cuidemos con generosidad a nuestros héroes inmortales.
Salud por ellos.
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lunes, 27 de julio de 2009

Cuando cae el telón...

Chesterton, ese genial maestro contemporáneo de la paradoja y del sentido común se sorprendía de lo absurdo de un mundo, como el nuestro, que valora socialmente más la actividad de un educador que enseña la regla de tres a cincuenta alumnos que la de una madre que enseña a su hija o a su hijo todo sobre la vida.
Todo el énfasis sobre la importancia de la educación para el progreso de un pueblo, los acalorados discursos de nuestros políticos sobre la necesidad de reformar permanentemente la educación para hacerla más efectiva, los aumentos de la partida de Educación en los Presupuestos Generales del Estado, son palabrería hueca o argumentación inconsistente, cuando casi nada ayuda a fomentar la dedicación de tiempo y de calidad a la forma más universal de educación, la educación privada en el hogar, pues comparada con ella, la educación pública en la escuela puede resultar estrecha y limitada.
En efecto, "mientras el educador trata generalmente con una sola sección de la mente del estudiante -afirma Chesterton-... los padres tienen que tratar no sólo con todo el carácter del niño, sino también con toda la carrera del niño".
Solemos olvidar que es más grande y más sacrificada la posición del padre que la del maestro, así dice con ironía el célebre escritor inglés:
"Todo el mundo sabe que los maestros tienen una tarea fatigosa y a menudo heroica, pero no es injusto con ellos recordar que en este sentido tienen una tarea excepcionalmente feliz. El cínico diría que el maestro tiene su felicidad en no ver nunca los resultados de su propia enseñanza. Prefiero limitarme a decir que no tiene la preocupación sobreañadida de tener que estimarla desde el otro extremo. El maestro raramente está presente cuando el estudiante se muere...
O para decirlo con una metáfora teatral más suave, rara vez se encuentra ahí cuando cae el telón".

Dijo más con su ausencia...

Alfonso Elías con su ausencia, dijo mucho más que lo que dice en sus declaraciones.
El ex aspirante a gobernador, y actual senador con licencia, habla de ilegalidad, inequidad y corrupción, y anuncia cual será al fin de cuentas la estrategia de su partido para defender lo que a su juicio es la voluntad del pueblo, es decir que el PRI nos siga gobernando, contra lo que puedan decir los perversos políticos de Acción Nacional y su operativo para manipular el resultado de los comicios.
Dice que se dejará ver a través de una campaña en los medios cuales fueron exactamente esos actos de ilegalidad, inequidad y corrupción. Sin embargo, nunca en su discurso "El Vaquero" habló de salir a las calles a defender la democracia, solamente habló de defenderla en tribunales y en los medios de comunicación, lo que para un líder social y político del calibre de quien luchó por la gubernatura y la perdió por obra de un fraude electoral, me suena a como muy vacío y como muy actuado.
Lo lógico, si realmente el PAN por medio de un operativo perverso, en el que además de actos de ilegalidad, inequidad y corrupción, hubiera traído gente del sur del país (horror dirían algunos sonorenses) y además hubiera realizado un operativo con todas las fuerzas federales para manipular el resultado, en un proceso en el que votaron 462 mil personas a favor de Guillermo Padrés y 425 mil a favor de Elías Serrano, sería que miles y miles de ciudadanos indignados salieran a las calles a protestar.
Lo lógico sería que Alfonso Elías Serrano encabezará un movimiento en defensa del voto y que la sociedad lo siguiera en esa petición de limpiar la elección que anteriormente y en otras circunstancias, han encabezado personalidades como Cuauhtemoc Cárdenas, Andrés Manuel López Obrador, Manuel Clouthier y tantos y tantos líderes sociales y políticos que han estado comprometidos con una causa política, y con causas ciudadanas.
El problema es que en esta ocasión a Don Alfonso Elías lo están enviando a defender lo indefendible, ni siquiera entre los priistas (me refiero a los verdaderos priistas), vamos ni siquiera entre los actuales usufructuarios del poder y sus mieles, cabe duda de que les recetaron una sonora y ejemplar derrota en las elecciones, y como aquí todo mundo especula, diré que la inexplicable ausencia de Alfonso Elías durante tres semanas, se debe a su evidente molestia con Eduardo Bours y su gente, porque "El Vaquero" sabe perfectamente que es a ellos a quienes les debe su desgracia.
Pero como son las cosas, en el PRI se ejerce y ejercerá el sacrosanto derecho al pataleo.
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Demian Duarte.
(Pasión por los negocios. 27/07/2009)
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domingo, 26 de julio de 2009

La información y la prensa...

Ahora hablamos de transparencia como antes se habló de renovación moral, una transparencia que a pocos les sirve: a los intelectuales metodológicos y a los medios; fuera de ellos, a muy pocos ciudadanos les sirve o interesa tener a su disposición la información administrativa generada por las diferentes dependencias gubernamentales.
Lo malo de que la información esté a disposición de los medios es que la enorme mayoría de los medios o son incondicionales del gobierno en turno o son fieros opositores, lo que provoca un dudoso manejo de la información, convirtiéndola en simple chantaje mediático. No hay que olvidar que la mayoría de los medios son empresas y que de alguna manera deben ganar la sobrevivencia.
Ningún gobierno se puede considerar planamente democrático si los asuntos públicos no se manejan a la luz del día este requisito de decencia democrática debiera pesar en los cálculos de los visionarios electorales, pero sabemos que no es así.
Desgraciadamente transitar de la cultura del secreto al paradigma de la transparencia exige mas que artículos enunciativos dispersos en diferentes ordenamientos, los alcances que pudieran llagar a tener una ley y una reglamentación decididamente liberales y detalladas en sus procedimientos son enormes, estamos hablando de una reforma que atraviesa a todo el aparato gubernamental y estamos hablando de poner al gobierno a la luz del día sin ningún tipo de cortapisa, estamos hablando de una reforma sistémica, de la posibilidad de transformar el funcionamiento del gobierno y el comportamiento particular de los servidores públicos y de hacer verdaderamente pública la vida pública.
La función del cuarto poder es, sin duda, controlar y criticar a los otros tres poderes tradicionales, y puede hacerlo porque su crítica no tiene funciones represivas: los medios de masa sólo pueden influir en la vida política creando opinión... y eso es garantía de salud para un país democrático que la prensa pueda cuestionarse a sí misma.
Pero cabría cuestionarnos lo siguiente:
¿Los periódicos son instrumentos de poder controlados por partidos o grupos económicos, que usan un lenguaje deliberadamente críptico, en cuanto su verdadera función no es dar noticias a los ciudadanos, sino enviar mensajes cifrados a otro grupo de poder pasando por encima de las cabezas de los lectores...?
¿Los periódicos están obligados a inventar la noticia, a transformar en noticia lo que no lo es...?
Con tanta información inútil como nos venden cada día, se enturbian las aguas de la opinión pública, que paradójicamente es de natural escéptica. Si hay políticos en medio de la noticia, que generalmente los hay, se envenena el campo político...
La noticia se ha vuelto un producto bajo en calorías, que no engorda, y se ha convertido en un instrumento para un estrato social joven y falto de energías para cuestionarse los embrollos de la vida, no para el ama de casa católica, no para el marginado al que se dirige la extrema izquierda, no para el jubilado al que apela el centro izquierda, no para la señora burguesa que va a las manifestaciones de la derecha vestida de blanco.
Así, los medios pudieran darle todo el poder de la información tijereteada a esos jóvenes que buscan con ahínco tender un puente privilegiado con los yuppies de Nueva York, y en busca constante de la metrosexualidad que el cielo nos tiene prometida en los malls de Tucson y Phoenix, como ya en 1997 avizoraba el oráculo del grupo Molotov en Give me the power.
La prensa que se adquiere voluntariamente en el quiosco o en las esquinas tiene una función fundamental, y no sólo para el crecimiento cívico de un país, sino también para nuestra satisfacción y el placer de estar acostumbrados desde hace decenas de años a considerar la lectura de los diarios como la oración matutina del hombre moderno.
Pero la prensa tiene también la obligación social de vendernos una mejor calidad de vida, buscar y entregarnos la noticia que beneficiará nuestro libre albedrío, escudriñando todo el mundo, no sólo la breve arena de box que con frecuencia son el Congreso y el Senado, y que con certeza a millones de mexicanos no nos interesa, sino el esfuerzo de los conciudadanos que están construyendo ahora mismo algo para todos, y de los que la prensa debería hablar más porque de su crecimiento y crisis depende el futuro de nuestra sociedad, no del paso fugaz de un puñado de personajes salidos de los guiones de la demagogia y que se cubren unos a otros con la mil veces remendada cobija de la práctica servil de la política...
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¿Ganamos, Kimosabi...

Ganó México 5-0 a la selección “B” de Estados Unidos en la Copa Oro.
¿Anotadores?:
1-0: El hispano-mexicano Gerardo Torrado.
2-0: El brasileño-hispano-mexicano Giovanni Dos Santos.
3-0: El mexicano-español Carlos Vela.
4-0: El “Gringo” Castro.
5-0: El argentino-mexicano Guille Franco.
Todos ellos dirigidos por el "Vasco" Aguirre.
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Bueno, se acabó la copa: perdieron los gringos, ganaron Televisa y TV Azteca... ¡perdón!: ganó México...
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El paso a desnivel...

A partir de mañana en los diferentes medios de comunicación, el PRI y su ex candidato al gobierno de Sonora, Alfonso Elías Serrano, transmitirán spots y mensajes en los cuales darán a conocer anomalías que consideran se cometieron antes y después de las elecciones del pasado 5 de julio.
Alfonso Elías Serrano repitió hoy las declaraciones que anteriormente dio el dirigente de su partido, Roberto Ruibal Astiazarán, relacionadas a los agravios que documentaron.
Las irregularidades cometidas por el PAN y permitidas por las autoridades a nivel nacional y estatal, dijo Elías Serrano, son:
- Transmisión de más de 76 mil spots en radio y televisión
- Contrataciones de spots por el Partido Acción Nacional
- Compra de votos
"A partir de este lunes se dará a conocer datos precisos, concretos, con hechos y declaraciones ante el Ministerio Público, cómo fue de desastroso este acto magno de corrupción”, indicó.
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(Por cierto, de la elección interna priista, donde sin presunciones ahí sí hubo de esto y más y más y más, y todo debidamente acreditado, ni Alfonso Elías ni Roberto Ruibal dijeron nada. Y después hicieron un silencio mayor para no despertar a un bebito).

Perdona si interrumpo tu sueño...

sábado, 25 de julio de 2009

La literatura está hecha de esfuerzo y resultados...

“Yo dejé de leer el Quijote el día que descubrí que la literatura era una verdadera patraña que no sirve más que para decir mentiras...”
Así me lo dijo, palabra por palabra, con esa frescura que sólo tienen los cínicos, mi primo el Chato Peralta, y después se fue por donde vino, dejándome con un montón de sueños quebrados, desparramados por la infancia, la adolescencia, y parte de mi juventud.
Pa’ mí que el Chato nunca había leído el Quijote, y ni modo de ponerle un examen en ese momento. No, señor. Pero ahora, a casi veinte años de aquello, no estoy muy seguro de poder defender mi teoría de la literatura, las disciplinas artísticas en general, y su necesaria función social, sobre todo cuando veo y leo a escritores que nada más no aportan nada a la vida y se han vuelto un estorbo hasta a la hora de respirar.
Esos escritores que no titubean en la aspiración de posicionarse en esa tierra de nadie que han llamado literatura Macondo, como si fuera una hamburguesa, y que considera que el software latinoamericano está agotado, deben plantearse que si aspiran a ser irreverentes y menos solemnes, deben dejar de servir, antes que nada, a los que les exigen reverencias y solemnidades a cambio de la efímera gloria de figurar en titulares y subtítulos que seducen a los espíritus inconsistentes, que no se han animado a figurar en la lista de los que se han declarado prófugos y proscritos de tales promesas. Los domingos dan fe de ello.
Es cierto que ser hijo de la cultura del esfuerzo, como dijera en un momento de fugaz inspiración Luis Donaldo, tiene sus bemoles, porque los grupos de poder económico asumen que dirigir una empresa trasnacional o una franquicia supone un gran esfuerzo, no así escribir una novela de 500 páginas o un libro de poemas de similar envergadura.
El ejercicio de la literatura en estas tierras, pues, sigue estando en el renglón de egresos, cuando no directamente en la columna de perdidas presupuestadas. Y la mayoría de nosotros, los directamente interesados en que la obra literaria, el arte y la cultura en general, se difunda para que cumpla cabalmente con su función social, nos mantenemos al margen, consintiendo que los recursos y el esfuerzo institucional no salgan de recintos cerrados: no se nos vaya a caer la peineta.
Yo sé porque me lo dijeron el Sapién, el Daríoh, el Pancho y otros viejos y queridos maestros en Altos Estudios, que la literatura está hecha de eso: de esfuerzo y mucho producto de gallina (o sea, pollitos). Y está salpicada de maravillas, de ese fanatismo solitario que implica la terquedad de escribir historias una y otra vez hasta que los fantasmas de las palabras dejan de serlo y se convierten en las cadenas que arrastramos con cierta timidez esperando el momento en el que alguien más, acaso un lector y otro y otro, nos ayuda a cargar con la cadena de las historias que nos dicta la realidad, porque a fin de cuentas todos nos convertimos en personajes de los libros imaginarios de nuestros semejantes.
¡Y qué sabe de esto el Chato Peralta, que anda por la vida como Sancho Panza detrás de los camiones de la Bimbo y la Cocacola por razones que no contaré ahora pero que tienen que ver con su ex mujer y su inclinación por los choferes de carros con anuncios grandotes en los costados! En fin...
Tengo por ahí una amiga que sabe tanto de literatura porque, dice ella, buenamente no es lo que estudió. Es escritora, ciertamente, y menciona que conoce los vericuetos de esta disciplina artística porque la practica no porque la aprendió en el aula. (Pues ella sabrá si posee o no la verdad absoluta, dígome myself a mí mismo, aunque debo reconocer que sus ensayos tienen un piscolabis de certidumbre, aunque son tangenciales hacia el psicoanálisis, que es su fuerte, según entiendo).
Ella subraya que si la literatura sólo critica, si sólo se ocupa de desvelar, ya sea directa o irónicamente, si renuncia a la afirmación y a proponer alternativas, no es lucha sino lamento.
Y así, el otro día nos enfrascamos en una discusión bizantina sobre el Quijote, precisamente, y sus efectos en la literatura posmodernista. No quiso entrar en detalles sobre estilo y cosas peores porque, mencionó: “la buena literatura siempre está más allá o más acá de cualquier moda o estilo literario. Cuando se habla de una producción artística o literaria, ningún aspecto estilístico o formal puede constituirse en el principal motivo de discusión. El estilo es nada más que el envoltorio, el estuche, o la venda en la que suele ocultarse o develarse el sentido de la existencia.”
Después de otras subjetividades propias del trabajo literario, mi amiga subrayó que las grandes obras lo son en tanto y en cuanto se aproximan a las coordenadas que nos acercan a la condición humana, a los valores que son la única grandeza y verdad, que trasciende al conjunto de debilidades y mezquindades que cual un pantano o un lodazal, rodean a los seres humanos. Y pues ante eso, yo nomás agaché la cornamenta y le di otro sorbo al café negro con dos de azúcar y sin crema y sin galletas porque se acabó lo que se daba. ¡Pelotero la bola!
¿Pero el Quijote —expresé desesperado— en qué parte queda extraviado debajo de tanta palabrería?
El Quijote, mi buen, es obra de un escritor sumido en el espíritu renacentista, que dentro de su formato peculiar logró hablar de lo innombrable, en un momento en que los imperios pregoneros y sembradores de la muerte estaban en franca decadencia en su continente, mientras que en el nuestro apenas empezaban la masacre. El habló a su manera de la libertad del ser humano. Y curiosamente lo hizo con una mirada que germinó en la prisión. ¡Qué ironía, no!
Como sea, y creo que el Chato podría haberse referido a estas patrañosidades, el Quijote me ofrece gran regocijo porque en él encuentro a un tipo malhablado que filosofa con gran tranquilidad desde su aparente locura. Bien menciona Gabriel Zaid que para quien lee y le gusta el Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha el mundo jamás volverá a ser el mismo.
Aunque yo prefiero creer lo que dicen los cronistas sobre el asunto ese de que cada vez que alguien reconvenía al enorme Renato Leduc por su habla picante y pícara, él respondía que todos los exabruptos los había aprendido de El Quijote. Veamos si no:
“Y diciendo esto, se la puso en las manos a Sancho [la bota de vino, hay que aclarar]; el cual, empinándola, puesta a la boca, estuvo mirando las estrellas un cuarto de hora, y en acabando de beber, dejó caer la cabeza a un lado, y dado un gran suspiro, dijo:
— ¡Oh, hi de puta, bellaco, y cómo es católico!
— ¿Veis ahí –dijo el Caballero del Bosque en oyendo el “hi de puta” de Sancho– cómo habéis alabado este vino llamándole hi de puta?
—Digo –respondió Sancho– que confieso que conozco que no es deshonra llamar hijo de puta a nadie, cuando cae debajo del entendimiento de alabarle.”
Tamaña claridad deslumbra. Nadie, luego de esta lección de Cervantes, negará que por eso muchas de las que llaman “malas palabras” las deslizan al oído los enamorados para tender los puentes necesarios entre las palabras y los labios y las manos para tordularse los hurgalios, amalar el noema, hasta llegar morosamente a la embocapluvia del orgumio en una sobrehumítica agopausa (como dijera Cortázar con una luminosidad que dejaría ciego al mismo sol, si al astro rey le diera por leer al Julio argentino, por supuesto).
Y hasta aquí me quedó, como si estuviera en la confluencia de la Colima con Yáñez, con algunos hi de furcia que me esperan para libar hasta que se pierda el sentido o la dignidad. Lo que ocurra primero.
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viernes, 24 de julio de 2009

En cultura... ¿cómo era: sombrero o dedito...

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A la Comunidad Sonorense
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Los artistas, intelectuales y académicos abajo firmantes, conscientes de que la Cultura y todo lo que representa, es una PRIORIDAD para el desarrollo de toda sociedad. Hacemos patente nuestro compromiso de trabajar por una mejor sociedad. Tenemos clara la meta y los alcances de nuestras propuestas. Por tales motivos, expresamos nuestro respeto a la decisión ciudadana, interesados en el aporte de nuestro trabajo y tendiendo lazos para las relaciones sociales armónicas en nuestra entidad.
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Fraternalmente:
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Héctor Acosta Pianista, Jorge Martín Aguilar Productor Cultural, Manuel Ballesteros Bailarín ,Gildardo Bonillas Músico, Alejandro Cabral Artista escénico, Alfredo Cabral Empresário cultural, Manol Caneyada Escritor, Ignacio Castillo Artista visual, Gloria Del Yaqui Escritora, Jorge Durazo Terapeuta, Denisse Durón Videasta Marybel, Ferrales Maestra directora coral ,Rafaela Fontanot Escritora, Gerardo González Empresario cultural ,Magda González Actriz y gestora cultural, Luz Adriana Herrera Coreógrafa, Alejandro Huerta Vestuarista, Alma Jiménez Bailarina, Irma León Actriz, Carlos Licón Fotógrafo, Ángeles Martínez Maestra de danza, Rafael Martínez Dramaturgo, Beliz Meráz Escritora, Azucena Mazón Directora escénica, Joel Montoya Fotógrafo, Marisela Moreno Artista visual, Abigail Núñez Coreógrafa, Margarita Oropeza Escritora, David Ozuna Pintor, Isaac Peña Productor musical ,Norma Alicia Pimienta Escritora ,Enrique Pinales Artista visual, Laura Delia Quintero Poeta, Cruz Robles Directora escénica ,Carlos Sánchez Escritor, Abraham Santaolaya Artista escénico, José A. Terán Córdova Escritor, José Terán Escritor, Darío Val Artista visual, Ramón Valdez León Locutor y promotor, Karla Valenzuela Periodista cultural, y Arturo Velásquez Actor.
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1. Así como encontré el micro desplegado en http://aldialasnoticias.blogspot.com/, así lo pongo. Ergo, los errores no son míos... en esta ocasión.
2. Ignoro quién redactó el desplegado, pero se los juro que no le entendí: entre las vaguedades conceptuales y la pésima redacción, el mensaje queda inconcluso, flotando en el limbo del oportunismo.
3. De entre lo variopinto de los abajofirmantes (entre quienes se encuentran indudables personalidades de la cultura regional) hay al menos tres que podrían haber redactado un mejor mensaje, sobre todo los que se firman como intelectuales y académicos, porque ya sabemos que los artistas no tienen buena ortografía: ¿qué pasó ahí, pues...?
4. Por último, ¿había necesidad de hacer público su compromiso de trabajar por una mejor sociedad y su respeto por la decisión ciudadana, o simplemente es la oportunidad que dos o tres encontraron para deslindarse de los perdedores y dieron el paso de la muerte del color rojo al azul? (Misterio)

Círculo cuadrado de lados triangulares...

La oscuridad de la noche camina por las calles. El viento juguetea entre los árboles. Un hombre se retuerce en su cama. Siente un pesado sudor que le baja del cuello. Un sudor caliente y espeso. El frío de la noche callejera le va secando el sudor. El hombre se retuerce, trata de avivar su mirada: entreabre los ojos. Murmura algo lejano, palabras sin sentido, huecas. La ventana está abierta. Cierra los ojos. El aire de la medianoche produce un ruido como de pasos. El hombre escucha el ruido a su alrededor. Una pesada neblina le va cubriendo la memoria: un manto como pantalla, en la que se mira. Los sueños se le acumulan, se suceden locamente: se mira ladrón. Entra en una casa. Lleva un cuchillo. Encuentra a un hombre, lo ataca. De un tajo lo hace agonizar... una rápida agonía cubierta de sangre. Ahora es la víctima: la muerte se acerca con rapidez. Trata de gritar pero la sangre lo asfixia, le invade la garganta. Ahora es el ladrón: camina a los lados del hombre. Registra la recámara. El hombre yace en su lecho con la agonía en el pecho, en el cuello, en la garganta. Toma las cosas de valor. Va hacia la ventana... Ya no es el ladrón, ahora es la víctima: la muerte lo tiene atrapado, los espasmos contraen su cuerpo, un frío congelante le cubre la respiración. El último aliento va huyendo sin prisa.
La oscuridad se mete en la medianoche. Un hombre salta hacia la calle por la ventana. Dentro, en el cuarto, sobre la cama, un hombre se retuerce: un sueño sin fin lo va paralizando, mientras la espesa y caliente sangre le baja del cuello...
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(A.Z. 1977)
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México al borde del abismo...

El problema ya no es el diagnóstico, sino la receta.
La invención de un gobierno ilegítimo en 2006 instaló a un grupúsculo de impreparados, corruptos y acomplejados en la cúpula del poder nacional y, frente a una crisis global, que en otras latitudes han sabido manejar de maneras notablemente mejores, la catástrofe parece no tener salida.
Felipe Calderón y su íntimo círculo sólo han agravado las cosas y han colocado al país, como lo dijera recientemente Marcelo Ebrard, al borde del abismo.
Lo peor de todo es que el club bohemio de Los Pinos no tiene manera alguna de enfrentar las múltiples complicaciones graves del cuerpo social con inteligencia y buen tino (ya no se les pida a esas húmedas autoridades la prenda desconocida en esos salones, llamada patriotismo).
Calderón ha perdido lo que en mala hora le habilitaron; es decir, la apariencia de que podía gobernar y que tenía un mínimo oficio político.
La realidad lo ha desnudado: no ha podido con la economía (desde luego, la frasecita aquella del presidente del empleo es hoy una ironía trágica), no ha podido con el narcotráfico (aunque a esa guerra ha destinado los miles de millones de dólares que debió haber destinado a combatir la pobreza y la miseria que en sus dos años y medio de mala administración han crecido como nunca antes), no ha podido electoralmente (es histórica la derrota que a base de dinero sucio y mapachería modernizada construyeron los priístas sobre las ruinas del calderonismo fallido), y no ha podido ni siquiera con los retazos de su partido, donde le acusan de haber diseñado aplicadamente el historial de su derrota con el antipático mono de ventrílocuo llamado Germán y, ahora, de pretender imponer a otro personaje vacuo y manip ulable, llamado César (hoy se sabrá si de verdad queda como candidato único o lo maltrata nuevamente su patrón, que no le perdona burlas al difunto Mouriño, al hacerle declinar para dar paso a un aspirante de conciliación en la persona del iniciador de las historias de panistas enredados fuertemente con el narcotráfico, Ernesto Ruffo, quien fue gobernador del cártel de Tijuana, perdón, del estado de Baja California.
Pero hoy, en estas horas sombrías, la pregunta es ¿qué hacer?
Los caminos de la institucionalidad clásica han sido obstruidos por los mismos beneficiarios de la desgracia nacional, de tal manera que son infundadas las esperanzas de cambio voluntarioso o de buena intención a partir de los mecanismos electorales, partidistas, gubernamentales, legislativos y judiciales.
Tampoco significa nada más allá del desahogo personal la enumeración de los vicios, errores, traiciones, corruptelas y crímenes cometidos desde los diversos flancos del poder (aquí ha de incluirse a la cúpula de la mayoría de los organismos partidistas “de izquierda).
Mucho menos habrán de funcionar positivamente las coartadas de la abstención, la anulación consciente o el alejamiento por hartazgo.
Sólo actuando colectivamente, de manera organizada, se podrá comenzar a recuperar el terreno largamente abandonado (muchas veces, mediante la fórmula de la adhesión, el apoyo a líderes y planes, pero dejando siempre la responsabilidad o la esperanza de los cambios en el ámbito de otros, de los dirigentes, los caudillos, los nobles luchadores en jefe que deben llevar sobre sus hombros la responsabilidad social delegada).
El triste final adelantado del calderonismo es una confirmación de que nunca tuvo la experiencia ni la capacidad para dar el falso vuelco espectacular en las preferencias electorales de 2006 y que su siempre impugnado asalto al poder fue fraudulento, inflado ese panista michoacano por los poderosos dueños materiales del País de la Desigualdad Extrema para impedir que llegara a la Presidencia alguien cuya propuesta de gobierno buscaba aminorar la desigualdad social.
Si se atendiera a las masas cada vez más empobrecidas, si no hubiera tanta rapiña y cinismo en las alturas empresariales y políticas de este país, tal vez no se estuviera a las puertas del estallido social, y los ricos y aspirantes a ricos no se sentirían amenazados por los millones de desamparados que ahora, con estos recortes presupuestales, por ejemplo, verán crecer el desempleo y sufrirán la debacle de las políticas sociales.
Nadie salvará a México más que los propios mexicanos.
Pero esa tarea de rescate tendrá que darse en el activismo, la denuncia y la organización, remontando el estado de perplejidad y abandono que intencionalmente promueven los mentirosos con bocina y peleando desde dentro de los movimientos sociales y políticos para que se pueda construir, o fortalecer, una opción a la altura de la desgracia que ya se vive, una oportunidad para no caer en el abismo tan anunciado.
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Julio Hernández López (La Jornada, 24 de julio de 2009)
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jueves, 23 de julio de 2009

Haiga sido como haiga sido...

¿No les digo?: Qué catastrofistas...
Dicen que México está sumido en un desempleo brutal, que se han perdido un millón de empleos durante este año, más una cantidad similar que se venía arrastrando desde el año pasado...
¡Ay, sí! Lo único que quieren es amargarnos la vida.
Será el sereno, pero ya estamos en la final de la Copa Oro: le ganamos a esa gran potencia llamada Costa Rica... en rigurosos penales...
Ora sí: vámonos a celebrar, que mañana será otro día igual de mediocre...
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La verdadera historia de un desaparecido...

Esta es una historia verdadera. Le sucedió a un amigo del primo del vecino de mi hermana, quien vive en una populosa colonia del norte de nuestra ciudad, la capital de los tinacos, a donde el rotoplas (sin alusión personal alguna, por supuesto) llegó para quedarse como si fuera el chahuixtle en tiempos de López Portillo, con abundancia petrolera y todo eso: ¡Ya nos tandearon, no nos volverán a tandear!
El caso es que el amigo del primo del vecino de mi hermana que vive por allá donde el polvo es algo así como el ambiente Windows en el que despliegan su vida los chiquillos y chiquillas que no han tenido la fortuna de inscribirse al seguro popular (“Ya ves, comadre, en este gobierno ya no venderemos la tele para curar a Chentito... y es que ni tele tenemos, comadre”), ya tiene seis años, ocho meses y 23 días desaparecido, mismo lapso en que su esposa tuvo dos hijos. Pero esa es otra histeria.
Unos dicen que el amigo del primo del vecino de mi hermana se fue de mojado y ahora está triunfando en los campos de California pizcando cítricos, que esa es meramente su especialidad. Otros, perversos como ellos solos, mencionan que huyó de la ciudad tratando de poner algunos continentes de por medio después de haberle atinado al precio junto con la Ceci, su cuñada.
Los menos señalan que se sacó la lotería y que cambió de identidad para que su parentela incómoda no le hiciera de agua embotellada su fortuna. Es más, dicen que ahora se llama Tito Sánchez, y que hasta en la tele sale para placer y disfrute de algunas féminas que tienen un alma de Yoli que no pueden con ella: hasta se visten igualito. “Eres una cruela”, le dijera Juanga a la Laisa, escondiéndose del Benedicto XVI por aquello del nazismo reloaded.
Aunque hay uno que otro que sostiene que el amigo del primo del vecino de mi hermana fue secuestrado por los narcos para que les explicara algunas estrategias de comercialización, pues este muchacho tenía drogas con todo mundo, hasta con el changarrero de la esquina, a quien le debía —según copia certificada de la libretita de deudas— algo así como 450 pesos de cigarros, sabritas y gansitos, que es la dieta común del mexicano, con todo y sus desayunos calientes de leche en polvo, huevo en polvo y PAN hecho polvo, gracias a Espino, Calderón y demás yunqueros ahora atiborrados de poder.
Dicen los que creen firmemente en esta última línea de investigación, que el amigo del primo del vecino de mi hermana tuvo problemas con algunos narcodistribuidores urbanos (yo no sé de dónde sacaron esa loca loca idea: ni que en Hermosillo hubiera narcos (nada más en Guaymas tienen una narca, según dice la letra de la tonada), y que éstos tuvieron miedo a que los delatara. “Por eso lo desaparecieron”, aseguran y después se ponen en posición de por mi culpa por mi culpa por mi gran culpa para juntar firmas y editorializar la realidad con frases hechas y demagogia barata.
Pero no pasan de eso, porque incluso los creyentes de esta última presunción ni siquiera están seguros de ello, así que ni marchas han organizado ni carteles han pegado en los postes ni volantes han repartido en los cruceros ni mantas gigantescas han colgado de los edificios exigiéndole a las corporaciones judiciales que aceleren una investigación que nadie sabe dónde comenzar porque nadie sabe con exactitud qué pasó con el amigo del primo del vecino de mi hermana, que ya tiene casi siete años de haber salido de su casa por cigarros y no ha regresado.
Yo no sé si cosas como estas pasen en otras partes del mundo. En Hermosillo a veces suceden, como le pasó al amigo del primo del vecino de mi hermana. Y es curioso observar qué tan fácil caemos todos en un asunto, real o fabricado, que algunos utilizan para manipular el discurso y dar rienda suelta a sus odios, o aprovecharlo para beneficio particular, construyendo una “opinión popular” en contra de las instituciones encargadas de brindar seguridad a la ciudadanía.
O qué fácil resulta manipularnos amparándose detrás de un oficio para exigir respeto a ese (y sólo a ese) oficio, sin importar los otros: ¿Qué importa que desaparezca un albañil? ¿qué importa que muera a tiros impunes un médico? ¿cuánto puede importar que un ingeniero caiga arrollado por el narco? ¿qué tan importante puede ser que un individuo anónimo, cualquiera que sea su oficio, sea asesinado a mansalva por expresar lo que siente, por manifestar sus ideas, por puntualizar sus inquietudes? Que contesten los que ahora se rasgan las vestiduras a diario, los que se aprovechan de una desaparición más, una entre muchas, dolorosa, cierto, pero hasta ahora es una desaparición que no tiene explicación, y que parece que para algunos resulta mucho mejor que no la tenga, no vaya a ser que...
Bueno, no sé en quién está pensando usted, pero yo estoy hablando del amigo del primo del vecino de mi hermana; ése que hace más de seis años que salió de su casa y no ha vuelto. Unos dicen que se fue de mojado; otros, que huyó de la Ceci; hay quienes señalan que se sacó la lotería y que prefirió cambiar de identidad, aunque también dicen muchos que fue secuestrado por los narcos porque sabía demasiado, aunque nunca terminó la primaria.
Yo no sé que le pasó al amigo del primo del vecino de mi hermana, sólo sé que durante estos años lo han buscado por mar y tierra (por cielo no, porque esta persona no tiene la rara habilidad de volar o, más propiamente, flotar), y no lo han encontrado.
Dicen que ya volverá, cuando le dé hambre o cuando se le acabe la lana y ya nadie le quiera disparar una cheve. Por lo pronto, sus familiares siguen viviendo como siempre, quizá más angustiados, pero viviendo.
Ah, y por cierto, ningún intelectual, ni siquiera el más podrido de los intelectuales locales, se sumó a la angustia de la familia del amigo del primo del vecino de mi hermana. A la mejor porque no era periodista. Digo, a la mejor, ¿no?
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¿Dónde está el presidente del empleo...

El índice de desempleo en México subió al 5,17% en junio pasado, cifra superior al 3,55% registrado en el mismo mes de 2008, informaron hoy fuentes oficiales.
La Población Económicamente Activa (PEA) de México fue de 45,2 millones de personas, por lo que la cifra de desempleados creció a casi 2,3 millones de personas, de acuerdo con los datos oficiales.
En el sexto mes del año, la tasa de desempleo entre los varones fue del 5,37%, mientras que entre las mujeres fue de 4,82%.
En junio, la fuerza laboral empleada en todo el país representaba el 94,83% de la Población Económicamente Activa.
De la población ocupada, un 42,2% se concentró en el sector servicios, un 20% en el comercio, un 14,5% en la industria manufacturera, el 13,6% en actividades agropecuarias y un 8,1% en la construcción, y el resto, en otros sectores como minería, electricidad, agua y suministro de gas.
El 65,3% de los trabajadores son asalariados, el 23,4% autónomos, 6,8% personas sin pago fijo y un 4,5% empleador o patrón.
La población subempleada, la que declaró tener necesidad y disponibilidad para ofertar más horas de trabajo que las que su ocupación actual le permite, alcanzó el 8,4% de la PEA y el 8,9% de la ocupada, lo que representa 3,79 millones de personas.
El Inegi, el único organismo que proporciona estas cifras en México, considera empleadas a las personas mayores de 14 años que trabajan al menos seis horas a la semana y en cualquier puesto.
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O, como dijera Don Beltrones: México está sumido en un desempleo brutal, se han perdido un millón de empleos durante este año, más una cantidad similar que se venía arrastrando... ¡Palo!
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Otto chapulín pa’l chonte…

Como al perro de la Tía Cleta, al buen amigo Otto Claussen le rompieron, al primer ladrido, toditita la jeta.
Y es que como se sabe, la victoria, haiga sido como haiga sido, tiene muchos padres; pero la derrota, como Gerardo Ceja, es huérfana confesa.
Entre otros, Claussen y Ceja fueron parte del operativo más cochino, desleal, tramposo y traicionero de que se tenga memoria, para levantarle la mano a un Alfonso Elías apocado, temeroso, acaballado, sometido y anulado por el poderoso gobernador Eduardo Bours Castelo.
Todo parecía nada. Desde el uso abusivo y cínico de los recursos públicos, pasando por la compra del voto a ciertos regidores para llevar a Raymundo García de León a un interinato corrupto, ratero y nefasto en la alcaldía de Hermosillo.
Desde el chantaje y la amenaza, hasta la renovada gama de ‘mapacherías de punta’ para favorecer a un candidato ‘tan sin embargo’ como Alfonso Elías, parecían poca cosa.
Ceja, Claussen y otros más, festejaron el 8 de marzo ese triunfo, haiga sido como haiga sido. Lo festinaron. Hicieron escarnio de los que en buena lid, sumaron más de 100 mil votos para impulsar la candidatura de Ernesto Gándara.
Crecidos por la arrogancia, pidieron a los vencidos besar el puño que los había golpeado, como condición para llevarlos consigo al siguiente nivel.
Se portaron, permítaseme la expresión, como unos auténticos culeros, y dejaron resentimientos por todos lados. Especialmente, porque el desprecio vino desde el hombre que llegó a la gubernatura con la corona de campeón contra el ‘gandallismo’.
Pasaron muchas cosas, entre ellas el incendio en la guardería ABC, hasta que llegó el 5 de julio y con esa fecha, llegó el voto de castigo que los derrotó, arrebatándoles la gubernatura, la capital del estado y los municipios más importantes. El modelo regional boursista no funcionó.
Lo escribimos días antes de la elección, cuando la debacle se veía venir: ‘el boursismo transexenal, como la guardería ABC, tampoco tenía salidas de emergencia’.
La entelequia llamada PRI Sonora se quebró. El barco hizo agua. Los guajiros sueños presidenciales de Eduardo Bours se fueron por el caño y el grupo compacto, los que escupían por un colmillo y miraban por encima del hombro a todos, hoy andan, por decir lo menos, aterrorizados.
En un alarde de cinismo, los que se robaron impune y groseramente la elección interna, hoy se quejan y maldicen por la inequidad en la elección constitucional que vino a situarlos en su triste realidad.
Desesperados, dan palos de ciego y reparten acusaciones a diestra y siniestra, blandiendo la espada de la diatriba, buscando a los traidores, a los culpables de la derrota.
Enloquecidos, rabiosos y oligofrénicos, no se detienen a pensar que si quieren hallar a los culpables, sólo tienen que asomarse al espejo cada mañana.
Ceja llora por los rincones y suplica a sus amigos panistas que le den trabajo, no en la política, aclara, sino como litigante.
Y Otto Claussen… ¡Ay, el Otto! Rompe el silencio desde el puerto de Guaymas, con una llamada telefónica a una radio de Hermosillo, para acusar, sin una sola prueba y sí con una tímida referencia a ‘rumores y cosas que se dicen’ (vaya contundencia) a ‘gente cercana a Ernesto Gándara y Ricardo Bours, de ‘haber operado para favorecer al PAN’.
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Los llama traidores.
Ante la ausencia de los grandes desplegados de prensa que llenaron planas enteras antes de la contienda, con nombres rentados, comprados, prestados o inventados que refrendaban su profesión de fe boursista, y arengaban al gobernador a que no se rajara y que se echara pa’delante, no les quedó más remedio que echar mano de el Otto.
Con un gobernador que de tan solo, tiene que organizarse mítines de apoyo a sí mismo con doñitas en extrema pobreza; con un pueblo enardecido por la muerte impune de 48 bebés embodegados por la corrupción y el tráfico de influencias; con un partido desarticulado, vencido y desmoralizado, los chapuceros de ayer lloran ahora quejándose de inequidades y traiciones.
En vez de una impugnación a los comicios, lo que el gobernador y su grupo deberían de hacer, sugieren algunos, es una demanda por copyright.
Lo menos que le respondió Ernesto Gándara, al Otto, fue ‘lambiscón’. Habrá que estar pendientes de la respuesta de Ricardo Bours que, como lo puede atestiguar hasta El Pollo Medina, no se deja curar parado.
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Arturo Soto Munguía
El Zancudo. (No mata, pero hace roncha)
ElChiltepin.com.mx / 22 de julio de 2009
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