Con un toque de humor, el libro incluye más de 100 radiografías en las que se pueden ver todos los objetos que han terminado en el estómago de diferentes personas. Sindhian explica a The Huffington Post que la idea surgió hace años cuando vio una cinta de casete en el interior de un paciente.
Según el autor, el libro también muestra de manera inusual el paso del tiempo, dado que en las últimas radiografías en lugar de un casete ya se encuentran iPods.
"Los más pequeños son más propensos a tragar objetos, o a meterse palos en la nariz o en los oídos", ha explicado Sindhian. "Se lo llevan todo a la boca." Las monedas son el elemento más común tragados por los niños, mientras que el elemento más típico de ingestión por parte de adultos es un anillo de bodas.
Y cuando el objeto en cuestión entra por otro orificio que no es el oral, ¿cómo lo explican?
"A veces los pacientes nos dicen que ellos estaban haciendo algún tipo de tarea doméstica desnudos cuando se han caído o lo que sea y han aterrizado en el objeto".
"Otras veces, sí explican que es el resultado de una actividad sexual".
Sindhian explica que el alcohol también es una excusa muy común y que las generaciones más jóvenes son cada vez más directas.
Nuestro amigo el Polacas©, con esa sapiencia que le han dado los años y la experiencia, simplemente ha dicho al respecto: “la gente debería de saber que es muy difícil meter una sandía por donde sale un limón, porque a la hora de querer sacar la sandía es como si fueran a parir...”, y después se fue a emborrachar, como todos los viernes.
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