¿Quién lo diría, eh?
Este día, la patria nuestra de cada día —la de los huesos heroicos zangoloteados de un lado a otro, la de los 30 ejecutados diarios, la de los siete millones de jóvenes que ni estudian ni trabajan, la de la doble moral, la de un festejo bicentenario y nacional que ya se pudrió, la de millones de padres de familia desempleados, la de 70 millones de pobres, la de futbolistas panboleros, la de futboleros corruptos, la del hombre más rico del mundo, la de un presidente que se derrite en su propia grisedad, la de las televisoras que se han convertido en la conciencia nacional, la del narco y su infinito poder, la de dos premios Nobel y miles de funcionarios inmundos, la de Alex Syntek y su berrinche bicentenario tipo Timbiriche, la del pepsicolero Jaime López y su rola de un folklor chafa y barato, la de una Iniciativa México que busca ideas para que el gobierno no pierda su tiempo en diseñar estrategias para hacer su trabajo; en fin, nuestra hermosa patria de un azul pervertido por el cardenal Sandoval Iñiguez— amaneció con el título de Miss Universo en la persona de Jimena Navarrete, que ahora ya es más conocida que ayer, por supuesto...
¿Y sabe usted cuáles fueron las primeras palabras de la nueva soberana al ser coronada?
Unas que han marcado (porque reflejan toda una vida) no sólo a las reinas de belleza de éste y de muchos otros países tercermundistas y bananeros, sino a incontables funcionarios, legisladores y fuerzas vivas que no saben qué hacer con su responsabilidad social: "No puedo pensar..."
Eso dijo y luego se quedó calladita porque siempre le han dicho que calladita se ve más bonita...
Habrá que ver qué dice Felipe Calderón sobre esto a través del twitter, pero alguien debería de aprovechar la brillantez de esta reina maravillosa para que ocupe el puesto del padrote Lujambio al frente de la Secretaría de Educación Pública... no vaya a ser que les gane Ventaneando o La Oreja o Despierta, Sonora y la Jimena termine como conductora de la sección "Moda y belleza"...
Porque en eso terminan las reinas de belleza: en pasmosos programas de televisión que nos hunden más en nuestra bi-centenaria mediocridad...
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