Trova y algo más...

miércoles, 6 de abril de 2011

La alquimia periodística, más viva que nunca...

Existen dos formas dos de hacer periodismo:

Una es respetarse a sí mismo como medio de información, respetando de paso al público y al patrocinador, lo que obliga a realizar una investigación objetiva de lo que se quiere decir y hacerlo verazmente.

La otra es simplemente perdiéndose el respeto a la empresa y hacer noticia lo que no es, falseando datos, vendiéndose al mejor postor y proponiendo medias verdades sin importar para nada la opinión del público.

Y en todas partes del mundo sucede lo mismo.

Aquí, en la capital de los tinacos, es el pan mediático nuestro de cada día. Es más, ya hasta alguna vez el arzobispo Ulises Macías dio una cátedra sobre el quehacer periodístico y mandó a tzingar a su progenitora a más de tres reporteros que publicaron aquella nota de los pichones y tacharon de pichonicida al prelado.

Ni que fuera el Ratzinger, por aquello de sus antecedentes nazis del exterminio colectivo y cosas de esas que nomás los expertos en el tema sabemos y que no voy a contarles aquí, ¿bueno?

Oséase que hasta el representante general de dios en Hermosillo ha sufrido las consecuencias de la mala praxis del periodismo local, esa que avienta el pedradón y luego esconde la mano, como si nada hubiera o hubiese pasado. Ese tipo de periodismo propio de alquimistas de la verdad ha echado raíces en nuestra matria y de a poco también ha venido permeando entre los hermosillenses, que ya no saben si creerle a los tirios o a los troyanos. Y es que la alquimia periodística es así.

A ver, paso a explicarles: Para comprender la alquimia, como al mismo periodismo, es preciso ingresar a un apasionante mundo de simbología en donde se mezclan la química con las creencias mágicas. Un recorrido desmitificador sobre la verdadera esencia del alquimismo que revela un conocimiento que viene de épocas inmemoriales.

Es más: Dicen que el rey Midas (algo así como Carlos Slim o Bill Gates, pero de la antigüedad) tenía la habilidad de transformar en oro todo lo que tocaba. Hasta que un día tocó inadvertidamente a su hija y la convirtió en una valiosa estatua de oro sólido. Desde ese día, Midas maldijo su poder, hasta que Dios se apiadó de él y le devolvió a su hija quitándole su extraño poder para siempre.

Desde tiempos remotos, el hombre está en busca del poder de transformar las cosas ordinarias en oro, o sea, en noticia vendible lo que es simple basura. Dicen algunos que existe una piedra mágica capaz de transformarlo todo, y que lleva el nombre de piedra filosofal, que en realidad es lo que ahora también se conoce como cuarto poder, no el poder del cuarto, que ese lo tiene el viejerío. ¿O no?

La creencia en la existencia de la piedra filosofal deriva de las épocas antiguas y cobra particular auge durante el medioevo. Y también en la Edad Media. Los alquimistas, que eran aquellos que buscaban con tanto entusiasmo la piedra filosofal, aparecieron primero en las sociedades primitivas. Pues si, como suele suceder... y normalmente realizaban trabajos que ni los negros de entonces querían hacer.

Exactamente lo que ahora hacen los mojados mexicanos en el otro lado, según versión moderna del Códice Fox, que en todo está sin estar. En fin.

El significado etimológico del término árabe al-kimiya, proviene del egipcio kême, que deriva del término "tierra negra".

Otros, en cambio, atribuyen el término griego chymia, que significa fundir o derretir.

Como sea, el origen pirata de la alquimia se remonta a China (¡claro, pues!), en donde entre el siglo VI y VII antes de Christofer se documentan los primeros descubrimientos alquímicos de la historia.

Según otros autores, entre los que se incluye este modesto trovador de la cotidianidad, la alquimia se desarrolló por la misma época en Babilonia y Asiria, a manos de los magos del medio oriente.

En ambos casos se toma como fundamento de la ciencia alquimista los avances en el campo de la metalurgia. Otros afirman que la propia creación del hombre en la Biblia y otros textos religiosos reflejan un origen muy anterior de la alquimia. Y sobre esto, Juan Pablo II pudiera abundar con datos bíblicos, pero según me cuenta un colaborador cercano, ya se murió. Yo ni sabía.

Bueno, basta de historia. Pasemos a la histeria...

La alquimia ha llegado a nuestros días disfrazada de periodismo.

Es más, ahora en los medios electrónicos y, sobre todo, en los programas de comentarios y opinión en la radio y en la televisión existe el hábito nada sano de que el medio vende tiempo a los comentaristas, y éstos a su vez venden publicidad.

Aquí no valen los códigos de ética del medio, porque vendió tiempo a un tercero que no tiene que respetar su código de ética.

Y noticiarios, noticieros e informativos así, mediocres y vendidos, los hay a puños en nuestra ciudad.

En muchos casos, estos terceros venden lo que llaman “publicidad”.

En esencia —y esto ocurre mayormente con instituciones públicas o políticas— lo que están vendiendo es el comentario u opinión positiva hacia la institución o político, y/o —en el peor de los casos— el silencio cuando la institución o político están siendo criticados por algún acto censurable cometido.

Esto es un vulgar y corrupto chantaje; no es ni periodismo ni publicidad.

En estos casos, de alquimia pura, se está vendiendo la línea editorial o la opinión en un acto corrupto. Es más, a este tipo de operación no se le puede llamar “periodismo”, sino más bien relaciones públicas, que nada tiene que ver con periodismo.

Lo grave de todo esto está en que la radio es muy escuchada (y la televisión muy vista, eh) y la mayoría de los radioescuchas (or televidentes) no se dan cuenta que los comentaristas están recibiendo “sobrecitos” mensuales, me imagino que con dinero dentro, de otra manera no sirven de nada los sobrecitos, a la vez que vociferan contra los políticos corruptos.

Como se ve, la alquimia periodística, esa que hace noticia lo que no es, sigue más viva que nunca. Y mucho de su ímpetu lo recibe de grupos interesados sólo en la parte económica. Creen que detrás de las noticias se esconde un poder sobrenatural: El cuarto, como decíamos.

Y aléguenle al ampayer, amigos lectores.

Yo por eso no leo periódicos, puros libros de historia, ciencia y de promoción cultural, por aquello de que se requiera. Uno nunca sabe...

Y como ya se acerca el 2012 a todo lo que da, pues de esos programas comeremos todo y todos los días: ya sabemos que muchos de esos medios se inventaron para arropar campañas de individuos inútiles que sólo sirven para levantar el dedo cuando les truenan los dedos... como a los perros, ni más ni menos...

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