Trova y algo más...

miércoles, 12 de mayo de 2010

Cada quien vive su propia ficción…

Era demasiado pedir que el Chato Peralta no viniera a la casa de Doña Olga el pasado domingo, según él a darle el abrazo a su tía —que también es mi madre, y mamá de otros cinco ilustres y mundialmente desconocidos habitantes del universo, como myself, debo aclarar, subrayar, confesar y todo lo que termine en ar… incluso lo que usted está pensando, cochambroso lector—, nomás que mi primo venía hasta la rayita roja de borracho, así que en lugar de darle el abrazo y el besito con cariño a Olga, la de Santa Rosalía, se los dio a la Oyuki, quien más indignada que la Sacha Montenegro cuando le dijeron que era una encueratriz, se levantó ágilmente de la silla, le dio un empujón al Chato y le gritó una sarta de obscenidades que por respeto al público de la sección de sol no reproduciré aquí, pero recuerdo claramente que una de las expresiones comenzaba en “¡Vete!” y finalizaba en “¡jerga!” —al menos eso escuché—, y otra empezaba en “¡Hijo de tu…!” y terminaba en “¡madre!, entre otras muchas linduras que mi prima le soltó a aquel hombre que se deshilaba en una borrachera propia de gaviotón en el Pluma Blanca, en aquellos locos y felices años de los maravillosos gobiernos priistas, diría el Roberto Ruibal, el Mixteco… o Místico, ya no me acuerdo...

Y, bilivit or not, con esas aladas y estruendosas arengas de carretonero cruzado con bolero del Jardín Juárez y estudiante de Ingeniería de la Unison de mi prima Oyuki, al Chato se le bajó la borrachera en un santiamén.

Se los juro que todos los ahí presentes pensamos lo mismo, y exactamente al mismo tiempo: que nuestra consanguínea bien se podría rentar para bajarle la borrachera a los galanes en brama, que ya alcoholizados van a pedir la mano de la mujer amada más por orgullo que por amor, con el consecuente divorcio a los once meses, chamaco incluido.

¿Se imaginan cuántas vidas matrimoniales podría salvar la Oyuki con sólo proferir lo que en tiempo récord le dijo al suatón del Chato el domingo?

Bueno, el caso es que mi primo el Chato Peralta, que es un pendejo por decisión personal, pues nomás no le gusta leer, se quedó como calladito, y mi prima aprovechó el silencio divino para seguir tupiéndole al Chato, quien de seguro en ese momento ya estaba más que arrepentido de haber ido a la casa de mi madre, bohemios, y nomás boqueaba como piraña fuera del agua y miraba para todos lados, como guajolote borracho en pleno diciembre de hace muchos años.

“No seas pendejo, Chato —le dijo la Oyuki como si lo conociera a fondo—, en lugar de emborracharte deberías cultivarte, leer mucho… ya ves yo, que como Richard de Bury, pienso que los libros son maestros que nos instruyen sin palmetazos ni castigos, sin palabras ásperas y sin ira. Si se acerca uno a ellos, nunca están dormidos. Si se les interroga, no ocultan nada. Si se les interpreta mal, no protestan. Si no se les entiende, no se ríen de uno”, después le dio un mordidón al pan de dulce con tal pasión, que parecía que el mundo se iba a acabar esa tarde y no había que dejar ni un pan sobre la tierra, y luego se volvió a seguir platicando con mi hermana sobre un tal Jesús Alberto que todos los días le habla al celular para invitarla a comer… “¿Cómo la ves?”, le preguntó a mi hermana en busca de una complicidad innecesaria.

Y el Chato, que no tenía vela en ese entierro, enfiló rumbo a la puerta de salida de la casa, pero antes de cerrar le gritó a la Oyuki: “Pues para que veas, el tal fulano ése es más pendejo que yo… o ha de querer malgastar su dinero, porque debe saber que para invitarte a comer necesita millones de pesos en la tarjeta, primita, porque tú tragas más que un comando de sicarios panzones… ya ves que tú también te engañas solita, Oyuki, como todos aquí, porque cada quien vive su propia ficción…” y luego dio un portazo y se escuchó su carrera hasta dos casas más allá, donde fue y se estrelló contra un pinchi aire acondicionado de ventana que no tiene nada de ficción y que doña Raquel no quiere remover de ahí, pese a que ya más de tres weyones nos hemos descalabrado las ideas nomás por ir bobeando…

Bueno, yo creo que el Chato Peralta dice bien: cada quien vive su propia ficción.

Ya ven: ustedes comprenderán que un tipo como yo, un loco enamorado que no sabe contar (más que mentiras), que no tiene un centavo, y que es tan poco dado a la acción, que prefiera leer todo tipo de cochinadas antes que patear un balón, pegarle con un bate a una pelotita que nada te ha hecho o nadar sobre el agua fría cinco kilómetros diarios para terminar, eso es lo increíble, en el mismo lado de la piscina.

Esas son cosas de machos, digo yo y algunos anuncios de la tele...

En cambio, como dijo la Oyuki, leer es un asunto del intelecto que poco le importa ganar peso con tal de fortalecer la sabiduría personal que te permite conocer de lejos cuánto salta una rana del Amazonas o qué tan larga tiene la lengua un camaleón vietnamita o cómo cazan insectos los peces de ciertos ríos de la selva tropical de Borneo.

Claro que lo anterior no te salvaría en caso del hundimiento del Titanic, así que punto a favor de los machos que gustan de derretir sus kilos sobre el césped de una cancha de tenis.

Bueno, seguro que ya se dieron cuenta de que el tipo que soy prefiere la inactividad intelectual a la dinámica animal.

Debo confesar que lo más cerca que estoy de la acción a estas alturas del partido de la vida es del control de la televisión, que me permite ir de la Champeon’s league a la Copa Nissan Sudamericana, pasando por la Liga Mexicana de Futbol y, eventualmente, algún torneo de golf nomás para sentirme fachosón.

Ah, pero el otro día encontré en un canal de por ahí una nota maravillosa sobre un libro que incita a los machos a la práctica que dios, en su infinita sabiduría, le concedió a los seres humanos (también a los changos, moluscos y abejas, que también gustan, matan y mueren por aquellito) para que se reprodujera la especie, y que inevitablemente tiene, y mucho, que ver con acción, acción y más acción.

Es un accionerío de a madre, diría la Oyuki en pocas y sustanciales palabras.

El informercial decía que si tú, amigo lector, quieres conocer mujeres (o a alguno de esos chicos que se asoman desde gayola), atraerlas hacia ti hipnóticamente, y tener sexo con ellas (sin importar tu apariencia, tu dinero o tu edad, y tampoco necesitas ser político), entonces esto será lo más importante que hayas leído en toda tu vida...

No es que uno esté necesitado en la materia, pero fue la curiosidad, y nada más que eso, lo que me obligó a seguir leyendo.

Ficción, pues…

Supe entonces que una pequeña compañía editorial (Editorial Alpha) finalmente ha decidido publicar el libro «Sex So Fast» en español, mismo que tiene increíbles secretos nunca antes revelados para cómo hacer que la mujer que tú escojas se muera de ganas de tener sexo contigo. Los secretos que este libro revela son tan efectivos que cuando tú lo leas te dejará sorprendido por lo rápido que podrás hacer que cualquier mujer sienta muchas ganas de acostarse contigo y no precisamente a dormir en primera instancia… o a rascarte la espalda, en segunda…

Más ficción, diría la Oyuki…

Dicen los editores del mágico libro que la técnica científica secreta para despertar los más bajos instintos sexuales de las mujeres (¡uy, uy y recontra uy!) está claramente explicada en el libro, y que te permitirá que todas las mujeres dirijan su mirada hacia ti y hará que las mujeres te coloquen en el centro de sus más ardientes fantasías sexuales.

Además, confiesan que «Sex So Fast» contiene un increíble sistema milagroso que actúa de forma extremadamente rápida y que prácticamente obliga a las mujeres a acostarse contigo aún si no eres guapo o no tienes automóvil o dinero, incluso si tienes mucho más edad que ella, porque es como hipnotizarlas.

Ello explica el asunto, pues de otra manera no hubiera tanto galán desempleado. En serio.

Aunque el sistema es altamente efectivo, no es nada ilegal, así que en este caso el swat sonorense (o sea, los policías swatos, pues) nada tiene que hacer, por fortuna. Son siete técnicas sicológicas muy inusuales (y muy poco conocidas por la mayoría de la gente) combinadas de cierta manera científica que los sicólogos le llaman «sinergística». Esto significa que cada técnica es mucho más poderosa debido a la interacción con todas las otras seis.

Bueno, como yo ya estoy curado de espantos y de ficciones, yo prefiero seguir practicando mis ejercicios dactilares con el control de la tele y ver cómo destrozan las leonas a los elefantitos de la realidad, que son como políticos en busca del mismo hueso.

Ver para creer.

Según me dijeron, mañana sale el Chato Peralta del hospital: parece que ya le cerró la herida del cráneo, pero la del orgullo yo creo que no… y eso no tiene nada de ficción…

--

--