Trova y algo más...

jueves, 25 de febrero de 2010

Me encanta Fox…

Jaime Sabines lo dijo a su manera, y sobre esa manera de decirlo, un montón de vaquetones —que no vaquerones— decimos —ya que estamos en los decires— casi lo mismo, pero diferente, como si fuéramos medicamentos del Dr. Simmy: Me encanta Fox.

Es un viejo magnifico que no se toma en serio. A él le gusta jugar y juega. Y a veces se le pasa la mano y nos rompe una pierna y nos aplasta definitivamente. Pero esto sucede porque es un poco cegatón y bastante torpe de las manos. Y deslenguado, claro está. Muy deslenguado, por cierto.

Nos ha enviado a algunos tipos excepcionales como Buda, o Cristo o Mahoma, o mi tía Chofi, o a Felipe Calderón para que nos digan que nos portemos bien porque si no, nos va a llevar el diablo. Pero eso a él no le preocupa mucho: nos conoce. Sabe que el pez grande se traga al chico, que la lagartija grande se traga a la pequeña, el hombre se traga al hombre, y que narco grande le gana a ejército chico. Y por eso inventó la muerte: para que la vida —no tú ni yo— la vida sea para siempre.

Ahora los científicos, los diputados, los gobernadores y los partidos salen con su teoría del Big Bang, que vendría a ser algo así como las alianzas antinatura que hoy por hoy se cocinan a lo largo y ancho del territorio nacional... Pero ¿qué importa si el universo se expande interminablemente o se contrae, o si los partidos se unen en un amasiato propio de reclusos y/o de inquilinos de conventos, seminarios o cuarteles militares —lo que ocurra primero? Esto es asunto sólo para agencias de viajes, para programas tipo ventaneando y para noticiarios simplones que confunden las lechugas y los tomates con los comentarios de nota roja.

A mí me encanta Fox. Ha puesto orden en las galaxias y distribuye bien el tránsito en el camino de las hormigas. Y es tan juguetón y travieso que el otro día descubrí que ha hecho —frente al ataque de los antibióticos— ¡bacterias y funcionarios mutantes que lo mismo son secretarios de Estado que candidatos a cualquier gubernatura o embajadores en tierras lejanas mientras pasa la tormenta de la elección del 2006!

Viejo sabio o niño explorador, cuando deja de jugar con sus soldaditos de plomo y de carne y hueso, hace campos de flores o pinta el cielo de manera increíble. O construye una mega biblioteca tan inútil como pretenciosa, o utiliza jeeps rojos producto del tráfico de influencias en su extenso rancho guanajuatense como si fuera el cielo mismo de los chiquillos y chiquillas.

Mueve una mano y hace el mar, mueve otra y hace el bosque. Mueve la boca y se nos viene un tsunami de declaraciones fabulosas que llenan páginas y páginas de diarios y diarios para el disfrute y rebane de la raza apolítica, gentil y parroquiana de las cantinas de la cotidianidad, y para el coraje y pérdida de medio hígado de los políticos que se creen los reyezuelos de la nación con sus poses de diva y sus palabras rescatadas de los festejos de un bicentenario más falso que un billete de 47.50 pesos. Y cuando Fox pasa por encima de nosotros, quedan las nubes, pedazos de su aliento y primeras planas de los periódicos volando por el cielo azul de una patria que todavía aguanta un piano y un flautín.

Dicen que a veces se enfurece y hace terremotos, manda tormentas, caudales de fuego, vientos desatados, aguas alevosas, castigos y desastres. Pero esto es mentira. Es la tierra que cambia —y se agita y crece— cuando Fox se aleja del brazo de su señora Marta del alma, su lavadora de dos patas privada, su güerita que nunca de los nuncas se va a ir al otro lado a hacer trabajos que ni los negros quieren hacer. ¡No, señor!

Fox siempre está de buen humor. Y si no lo está, lo despista muy bien con un puño de pastillas. Por eso es el preferido de mis padres, el escogido de mis hijos, el más cercano de mis hermanos, la mujer más amada, el perrito y la pulga, la piedra más antigua, el pétalo más tierno, el aroma más dulce, la noche insondable, el borboteo de luz, el manantial que soy. Y también la víbora prieta, la alimaña ponzoñosa, la tepocata tierna de las arengas contra 70 años de mal gobierno y las marranadas del IFE y sus seguidores fantasiosos tipo Hildebrando…

A mí me gusta, a mí me encanta Fox. El de la vértebra L-4, el que le besó el anillo al Papa (sin que esto necesariamente hubiera sido una leperada), el que le pidió a El Vaticano la merced para volverse a casar con chones blancos y por la iglesia, el que al referirse a los esquemas para financiar obra pública, descartó que en Sonora pudiera optarse por el crédito pues —dijo refiriéndose claramente a Eduardo Bours— “ya nos endeudó este buey”, en clara alusión al gobernador Eduardo Bours). El que, según el ex gobernador sonorense —en una tímida defensa contra el bueyismo— fue un extraordinario candidato, un pésimo presidente y un patético ex presidente. El Fox Fox, pues…

Y como concluye el poema de Sabines: Que Fox bendiga a Fox. Y de paso, que bendiga a Calderón, a la Tota Gómez Mont y a todo el mundillo político que nos ahogan con sus hilos estratégicos buscando a como dé lugar al menos seguir en las mismas en el 2012. Que Fox bendiga a Dios, y que Dios nos bendiga a todos, a nosotros, a los que como los amorosos nos vamos llorando, llorando la hermosa vida.

Y ya que estamos con Fox, veo en la prensa estas dos joyas de la literatura periodística reciente.

En una, Vicente Fox acusó a los todos gobernadores de “echarle mucho la hueva” al combate al narcotráfico, al referir la intervención del Ejército en las entidades para atacar a la delincuencia organizada.

Señaló que la lucha contra los criminales debe librarse con las fuerzas de seguridad de cada entidad federativa y reservar la milicia para las tareas superiores de seguridad de la nación.

“Creo que le han echado mucha hueva los gobernadores, todos” en el tema de seguridad, dijo el Chente

Destacó que el problema de la delincuencia lo deben enfrentar los gobernadores y los alcaldes en el nivel local: “Ellos tienen cuerpos policiacos”.

El alcalde tiene fuerza policial y la responsabilidad en los municipios “y si se dice que hay corrupción ahí, pues que la arregle, que no deje que prosiga”.

“Yo he expresado mi opinión, es muy clara, yo creo que el Ejército se debe reservar para las grandes tareas del país, el defensor de los mexicanos”. ¡Palo, Calderón!

Y en otra nota, descalificó las alianzas entre partidos políticos cuando se hacen “sencillamente por darle en la madre al otro”, dijo. Eso dijo a la salida de la presentación del libro de Jorge Castañeda y Rubén Aguilar. Fox declaró que sí se tienen que acordar alianzas, siempre y cuando beneficien a la democracia y sirvan para catapultar a un ciudadano a un puesto político.

“Las alianzas deben de tener un sentido democrático deben surgir en casos especiales como algo que puede funcionar sobre todo, he dicho, en la alternativa cuando un ciudadano está listo para servir a su comunidad, quiere ocupar una posición política, él por ahora tiene que buscar a los partidos políticos para que lo apoyen, ahí me parece muy natural y muy sólida la configuración de una alianza”

El ex mandatario declaró también que es momento de retirar el ejército de las calles del país por cuestiones de seguridad y derechos fundamentales, además aclaró el significado de la palabra “hueva” que utilizó hace unos días. “En materia de crimen, de violencia es urgente que se retire al Ejército de esta batalla, de esta guerra, porque los costos se van incrementando porque se van haciendo más frecuentes las violaciones a los derechos humanos (…) por lo tanto hay que reconstruir la situación, empezando por asumir responsabilidades en el nivel municipal y estatal (…) entonces es muy claro mi comentario todo lo de la palabra “hueva” quiere decir eso y mucho más.

Y pues que hueva entonces entenderle a Fox. Por eso que Fox bendiga a Fox.
Y que Fox bendiga Dios, y que Dios nos bendiga a todos, y que nos cojan confesados —o sin confesar, noliace, dicen que dijo la Cecy y después le echó otro trago a la cahuama...
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