Trova y algo más...

sábado, 20 de marzo de 2010

Cómo construir la vida con besos...

Yo sabía que los sábados después de las dos de la tarde tienen un como halo picaresco influido por la vagancia, el ocio y el alcohol, no necesariamente en ese orden, pero he visto una película francesa en el eurochannel (canal 422) que me dejó pensando en la magia que pueden encerrar las mañanas sabatinas, con todo ese deseo de romper la cotidianidad, la fugacidad de lo transitorio de la vida y un volver a sentirse querido de una manera arrebatadora, como si el mundo se fuera a acabar mañana domingo y no ayer viernes, como se dijo en alguna otra entrega en esta bitácora.
No recuerdo el título de la película, pero casi me aprendí la historia de los personajes que, en su búsqueda de la otredad vital, despertaban la mañana de cada sábado fundidos en un abrazo que los volvía una especie de moluscos tiernos, mientras se escuchaba de fondo la canción de Silvio Rodríguez "La leyenda de los dos amantes".
Yo, que soy silviófilo de antiguo (y de prueba queda la musica de este diario), a la menor provocación me clavo en las canciones de este muchacho, y entonces muchas cosas se me aclaran, menos la vista (que ya la tengo en calidad de picadillo mezclado con una pequeña miopía latente: o sea, estoy bizco, como le decíamos cuando niños a los miopes) y la piel (cuyo pigmento me declara descendiente ya de mozárabe ya de mudéjar).
Se me aclara el mundo interior con las canciones del Silvio. Ya sé que son literatura, que difícilmente se pueden untar en la piel, pero si uno escucha bien, en las letras puede encontrar nuevas maneras de definir el origen y las cosas, y hasta pueden aparecer nuevas luces en la vida. Yo qué sé... ni que fuera poeta...
El caso es que viendo esa película francesa de moluscos que se abrazaban en busca de un pedacito de cielo, y escuchando esa canción cubana que habla de caracoles infinitos, decidí buscar la letra de la historia con el didáctico fin de compartirla y hacerla trizas, si gustan, pero no ahorita, que todavía tiemblo con el recuerdo de la película y la canción.
De hecho, hasta tengo ganas de llorar no sé porqué...
Ni modo, uno es así: mamón sentimental: han de ser los años o la andropausia o simplemente han de ser los igualmente, como dice la canción:
.

Como tiernas babosas de la campiña

ella y él se enroscaron húmedamente

y el dejó de ser hombre, como ella niña,

para ser uno sólo completamente.

.

Desde todos los puntos que los juntaban

se saborearon tanto y con tal delicia,

que las horas de vida que les quedaban

decidieron pasarlas en la caricia.

.

A menos de un suspiro del tibio abrazo,

el resto de la historia se debatía

en átomos, galaxias y otros acasos

que encontraron certeza justo aquel día.

.

Y se hicieron leyenda los dos amantes,

enroscados eterna y húmedamente.

Nada pudo tocarlos detrás de guantes.

Sólo pueden saberlo los igualmente...

.
Hoy es sábado y hay una como flojera que flota en el jirón de espacio que me ha tocado habitar: soledad, tristeza qué sé yo, decía otra canción, o quizá la desvelada, sobre todo porque recordé una frase fundamental de la película: "Hay algo en la vida que es indispensable para mí: tus besos y tus caricias... y el simple hecho que existas y estés ahí..."
Dicen que así son los franceses: mamones como el Armando, pero en francés, lo que les da mucha ventaja, sobre todo teniendo de refuerzo a la Carla Bruni... ¡posí!
No importa: mientras sigan filmando películas como ésas (y que yo las pueda ver sentadote en mi sillón y vivirlas) y que de paso incluyan canciones como la del Silvio (con la que de seguro ya debo tener hasta la máuser a mis compañeros de trabajo porque me la llevo raspe y raspe con ella a todo volumen), pues bienvenidos sean los franceses, sobre todo ahora que acaba de pasar el Día Internacional de la Francofonía, según la nota de Claudia.
Y sí: debe ser algo nutritivo para el alma construir la vida a besos, algo así como recibir pequeñas dosis de felicidad para navegar los días de punta a punta: ya sabes, ¿no?
--
--