Trova y algo más...

sábado, 13 de noviembre de 2010

Un sábado de nostalgias...

No sé qué hacer con este espacio que no me pertenece, aquí, a solas, mirando hacia la calle Rosales por una ventana triste, a las 2:30 de la tarde, en un segundo piso de la melancolía, con las ganas que tengo de elevarme al cielo de un otoño que parece jirón del verano hermosillense...
No sé qué hacer con este espacio y este dolor de cuello y esta botella de agua media vacía y estas canciones que brotan de las bocinas de la computadora como me brota todo el hastío por la canción aquella de Sabina, que dice: "No hay dolor más atroz que añorar lo que nunca jamás sucedió...
Es sábado, y los sábados mi alma es como la ropa vieja que se desgasta con sólo verla: he dejado de ir a ningún lado en compañía de nadie a hacer nada y sentirme vacío... ni siquiera tengo ganas de leer cosas que no me importan en sitios dedicados al engaño personal para sentirse cómodo y tranquilo de conciencia...
No sé qué hacer con Cat Stevens y su Peace Train que me lleva a un día exacto de septiembre, allá en la prepa de la Universidad —en el Navojoa del que nunca debí haber salido— a besuquearme con la Elsa, mientras el tiempo se desgranaba en un montón de caricias torpes que subían y bajaban por dos cuerpos trémulos que con el tiempo se han vuelto ceniza y sal.
A lo lejos pasa un ángel en forma de nube gelatinosa entre los cerros que anuncian en letras mayúsculas y blancas: "Jesucristo viene", sin especificar si es sólo un aviso, una promesa o una amenaza...
Y bajo las alas de ese ángel que aletea presuroso entre los cerros de mi memoria, me voy lentamente sin saber qué hacer con este espacio, este momento y esta agonía silenciosa que no me pertenece, como muchas cosas que he ido clausurando cada día desde que me pusieron fecha fatal, para poder irme en paz cuando cierre la puerta de la vida detrás de mí...
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