Trova y algo más...

domingo, 18 de julio de 2010

No siempre puede el hombre dormir como quisiera...

No hay caso.

Si un perro se decide a joderle a uno el sueño a las tres de la mañana, simplemente lo hace, y no hay poder humano que lo impida.

A menos, claro, que uno tenga a la mano un fusil de asalto AK-47 (Avtomat Kalashnikova modelo 1947), de los llamados “cuerno de chivo” (denominación que, supongo, descalificaría el general Mijaíl Kaláshnikov, creador de dicha arma, que es por cierto la más vendida en el mundo entero), y una ferocidad de sicario juarense, y vaya a llenar de plomo al peludo cánido para que finalmente deje de alborotar con ese júbilo que ataca a los perros de vez en cuando.

El caso es que anoche no me dejó dormir el Homero, el perro de los vecinos, uno de los 9,852 canes que según el canal Fox han sido bautizados con ese nombre sin definir si en honor al padre de la familia Simpson (para mí que en este caso por eso fue) o al autor de La Iliada y La Odisea (¿y eso que es? ¿con qué se come?, han de preguntar muchos en el barrio, incluyendo el perro, el amo y el espíritu santo). Pá saber, eh…

Es verdad que a veces no puedo dormir, que en ocasiones despierto bañado en sudor mucho antes de que llegue la mañana, boqueando como pez fuera del agua, buscando en la oscuridad de la habitación algún rostro amado, y estirando los brazos para que me abrace y me arrulle como el niño que fui en el regazo de mi madre, miándome feliz, sin importarme el futuro y sus pececitos.

Pero en noches como la de anoche, en las que lo que uno quiere es simplemente dormir, no es permitible (por más que uno practique la tolerancia al absurdo, ésa que muchos panistas guanajuatenses desconocen) que un perro se suelte ladrándole a la luna o a los fantasmas de la noche solamente para demostrarle a su dueño que ya cumplió, que realmente está vigilando la casa y que ya tiene ganado el cielo, las estrellas y el platón de croquetas Pedigree para hacer la popó más dura, de acuerdo al comercial y a la niña que lo enmarca… ¿o será al revés?

Bueno: Anoche dormí poco, por lo que se consigna en el acta. Y acá estoy, más crudo que un camarón botadero (y sin haber bebido) y con el rostro más parecido a mi propia huella digital, por las secuelas que me deja en la cara (a esta edad, a esta temperatura y a esta rodada) una desvelada, que no precisamente de amor… ¡Tzinga’o!

Pero no hay bien que por mal no venga, reza el viejo y conocido refrán guarijío, y en medio de la noche y los ladridos del perro cancionero, que vive cantando su nostalgia a la luna, recordé de repente algunos fragmentos del poema Noches, de Renato Leduc, que me hicieran famoso en mis juveniles años de mitad de la década del setenta porque me permitió cortar algunas flores del jardín de los besos y los abrazos, y que por decir lo que pienso sin pensar lo que digo (también como a Sabina), más de un beso me dieron y más de un bofetón. “Cosas de la inexperiencia”, diría Matusalén ya briago y en calidad de bíblico bulto.

Eny, wey.

Para paliar un poco el desvelo, pongo aquí los fragmentos que recordé del poema de marras para cuando el insomnio o algún perro de la noche les robé el sueño y los agarre en tira y tira con ladridos y aullidos ridículos entre segunda y tercera base.

Que les aprovechen los versos:

.

No siempre puede el hombre

dormir como quisiera:

hay noches en que aúllan

satánicos los gatos

o la turbia conciencia

o amores desdichados,

o bien porque dormimos

tan cerca del tejado

que el temblor de una estrella

nos despierta:

cenobitas insomnes flagelamos

la carne con flagelo de imposibles

y el murciélago negro de la desesperanza

aletee trece veces antes que la mañana prende

el cielo con áureas livideces.

.

Noches en que lo irremediable

es angustioso y casi corporal,

y la vida parece

un perentorio esfuerzo ineficaz,

estallido de cohete,

tos de enfermo

o silbato de un tren que se nos va...

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Eso fue lo que pesqué del poema a las tres de la mañana… y ya es mucho decir, considerando que estaba casi coagulado por el calor y la nostalgia… ni más ni menos…

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