Según dice la prensa de hoy (por la tarde), el director de Agua de Hermosillo, José Luis Jardines Moreno, renunció a su cargo, renuncia que se hará oficial mañana ante la Junta de Gobierno del organismo operador.
De acuerdo a la información oficial del Ayuntamiento de Hermosillo, Jardines Moreno expuso al alcalde de Hermosillo, Javier Gándara Magaña, que por motivos personales ha decidido separarse de su responsabilidad al frente de Aguah.
Pa' mí que el Jardines es el chivo expiatorio de todo el desastre que traen en esa dependencia municipal que debe surtir, y surtir bien, el agua a la ciudadanía.
Y Jardines también sabe que es un chivo y también expiatorio: lo era desde la administración anterior, encabezada por el PRI, en la que defendió en todo el trienio que sí había agua suficiente para hacernos felices sobre todo en verano: ya ven que aquí la temperatura promedio es de 45 grados gay lusac, y que nos iban a dar agua hasta que nos volviéramos ballenas (los varones) y sirenas (las varonas, hubiera dicho Fox) y caballitos de mar (los miembros de la diversidad generosa).
Y lo cumplieron: durante tres años no hubo tandeo ni escasez, como ahora.
Ciertamente no nos volvimos ballenas, sirenas ni caballitos de mar, pero de que flotamos como huachinangos en el lodazal de la felicidad más húmeda que en este mundo ha sido, flotamos.
Y ya lo flotado nadie nos lo quita.
Y qué casualidad, eh, que nomás entró el PAN a la alcaldía, el Jardines de marras empezó con la cantaleta de que no habría más agua para la ciudad, como si se hubiera esfumado o la hubieran entinacado en un agujero negro, de ésos que sólo existen en la cochambrosa imaginación de los miembros del Yunque panista y de los seguidores de Marcial Maciel, dios lo tenga empalado en un rincón de El Vaticano.
Por eso ya se veía venir la renuncia del José Luis Jardines, renuncia que de cierto no resolverá nada, porque entre que hay poca agua disponible y el cochinero de la red de distribución de agua potable que tiene fugas hasta en las fugas, como si fuera la obra maestra de Johann Sebastian Bach, el desperdicio del agua se ha vuelto un crimen de lesa municipalidad.
Con todo y que ya se olía esa renuncia, uno, fiel a la región y su habla coloquial, no deja de lamentarse (y la mentársela): ¡Mtamadre! ¿Y ahora a quién vamos a mandar a chingar a su madre cuando abramos la llave en la casa y no salga ni una puta gota de agua?
Tanto que nos servía el Jardines como costal de boxeo para los madrazos cotidianos, esos catárticos, que nos ayudaban a sobrevivir el día sin tanto veneno interno provocado por los discursos de una demagogia arrastrada desde la administración anterior...
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