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martes, 30 de abril de 2013

Es aristotélico: a más, más; a menos, menos…



Pues sí, como dijera el Polacas© la vez aquella que se puso como placa de trailer (¡hasta atrás!) en el Pluma Blanca, abrazado de Porfirio “La Jacaranda” Jiménez, presidenta de su club de fans: “Esta chingadera es aristotélica: en realidad el dinero sí compra la felicidad, y más dinero acarrea a una mayor felicidad. Es aristotélico, pues”, dijo el símbolo sexual de la Dirección de Comunicación de la UniSon mientras se atascaba un largo trago de cerveza sorbido directamente de un envase de los denominados cahuama.

Y sí: lo dicho por el hombre fuerte del Partido de la Unidad Social (PUS, por sus siglas en conca’ac) fue ratificado en un estudio publicado por economistas gringos.

Si bien un vínculo entre el dinero y el bienestar no es de extrañar, el estudio contradice una investigación anterior, la Paradoja de Easterlin, que sugería que ese efecto disminuía si se superaba un cierto nivel de ingresos en el cual las personas ven satisfechas sus necesidades básicas.
"No encontramos evidencia de un punto de saciedad", indicaron los economistas de la Universidad de Michigan, Betsey Stevenson y Justin Wolfers, en su artículo publicado en la edición de mayo de la revista American Economic Review, Papers and Proceedings.

"El vínculo entre bienestar e ingreso que se encuentra al examinar sólo a los pobres, es similar al encontrado al analizar sólo a los ricos", dijeron.

En su investigación, hallaron que esa relación es válida al hacer comparaciones entre países ricos y pobres, y entre personas ricas y pobres dentro de cada país.

Este estudio es el más reciente en un tema muy debatido, y parece contradecir la llamada "Paradoja de Easterlin", elaborada en 1974 por Richard Easterlin, ahora en la Universidad del Sur de California.

La investigación de Easterlin, basada sobre todo en estudios en Japón, sugirió poco o ningún aumento en la felicidad nacional a pesar del despegue económico en el país después de la II Guerra Mundial.

Investigaciones posteriores indicaron que por encima de ingresos anuales de 75.000 dólares en Estados Unidos, y de entre 8.000 y 25.000 dólares en países más pobres, el dinero ya no afecta el bienestar.

Stevenson y Wolfers señalan ahora que su investigación demostró que la Paradoja Easterlin y otras teorías similares están equivocadas.

"Si hay un punto de saciedad, aún no se ha alcanzado", escribieron.

"No encontramos evidencia de una ruptura significativa ni en la relación felicidad-ingreso, ni en la relación satisfacción con la vida-ingreso, incluso en ingresos anuales de hasta medio millón de dólares", precisaron.

Stevenson y Wolfers utilizaron datos de tres estudios de países diferentes, incluyendo la encuesta Pew Global Attitudes, la Encuesta Mundial Gallup y el Programa Internacional de Encuestas Sociales (ISSP, por sus siglas en inglés).

"Si bien los beneficios del ingreso disminuyen en tanto los países se hacen más ricos, nunca desaparecen. Duplicar los ingresos de un país tiene el mismo impacto en el bienestar de sus ciudadanos, independientemente del punto de partida inicial", indicaron

Stevenson y Wolfers han estado estudiando este tema durante años, y las últimas investigaciones apoyan sus conclusiones en un estudio realizado en 2008.

"Aunque la idea de que hay un cierto nivel crítico de ingresos, a partir del cual el ingreso ya no impacta en el bienestar, es intuitivamente atractiva, (esa idea) se contradice con los datos", concluyeron.

El nuevo estudio también echó por tierra la llamada Carta Cordero para la sobrevivencia (llamada así en dudoso honor a Ernesto Cordero, el imbécil ministro de Hacienda de México en el sexenio del otro imbécil).

Según Ernesto Cordero, con 6,000 pesos mexicanos (376 euros o 492 dólares) al mes, una familia puede pagar créditos de vivienda y de auto, además de escuela privada para dos hijos, encima de alimentarse y divertirse.

Ojo: Las visitas a Disneylandia no están incluidas en esa cantidad.

Debo aclarar que Disneylandia se llama el burdel de San José de los Huaraches, el pueblo que fue la cuna natal de "La Jacaranda" Jiménez, donde —según me han dicho— las chicas, sólo por hacer el baile del cuchillo resbaloso, cobran 8,000 pesos (sin incluir el IVA).

Y por hacer aquellito mejor ni hablamos... o sea: ¿cuál felicidad?



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