Trova y algo más...

sábado, 20 de abril de 2013

Visten más dos terroristas que una explosión catastrófica...


Para el gobierno de Estados Unidos, visten más dos extraños terroristas chechenos (que estaban pidiendo a gritos que los detuvieran) que una pavorosa explosión en una fábrica ubicada en Texas, cerca de la tristemente célebre población de Waco.

El terrorismo fanatiza más.

El terrorismo hace que el domesticado pueblo norteamericano aplauda a los policías porque balacearon a un “criminal” (permítanme ponerlo en duda) y detuvieron maltrechamente a otro.

El terrorismo provocado por el mismo sistema estadunidense hace que los grandes personajes de la pirámide del poder digan de manera fácil la palabra “héroe” y la adjudiquen a cualquier persona. A cualquiera.

El heroísmo en términos de la conveniencia norteamericana ha perdido valor. Pero los medios y el discurso fácil y hueco de los políticos (encabezados por Obama) le espolvorean el oropel que le haga falta para imponer medallas o asistir a funerales donde la bandera gringa ondea a toda asta para infundir ese nacionalismo que ha perdido sentido.

Mientras dos tipos —que según las fotografías fueron los autores de los ollazos en Boston— eran miserablemente cazados por miles de agentes armados ante las cámaras de la televisión gringa —como en un novedoso Big Brother donde mientras más sangre y morbo mucho mejor—, los cerca de 20 muertos de West, Texas, esperaban que algún investigador volviera la vista hacia lo que quedó de ese poblado.




Ahora dicen los expertos que la fábrica de fertilizantes que explotó el miércoles en Texas provocando la muerte de al menos 14 personas de inmediato y más de 200 heridos, acumuló el año pasado 1.350 veces más la cantidad de nitrato de amonio que normalmente desencadenaría una investigación del Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés) estadounidense.

Una persona familiarizada con las operaciones del DHS ha asegurado que la empresa dueña de la fábrica, West Fertilizer, no informó a la agencia gubernamental sobre el fertilizante, cosa que está obligada a hacer ya que se trata de una sustancia empleada en la fabricación de bombas, dejando a uno de los principales reguladores de esta sustancia sin ningún tipo de conocimiento sobre el peligro que allí existía.

Las fábricas y los almacenes de fertilizantes deben informar al DHS cuando acumulan 181,82 kilogramos o más de nitrato de amonio. Los documentos presentados este año ante el Departamento de Servicios Sanitarios del estado de Texas, documentos que no fueron compartidos con el DHS, muestran que el año pasado se almacenaron en la planta 270 toneladas de dicha sustancia.

El congresista republicano Bennie Thompson, así como varios expertos de seguridad cuestionaron este viernes si la paralización de la regulación pudo contribuir al desastre. "Parece que este fabricante estaba fuera del radar", declaró Thompson en un comunicado. "Se sabía que esta instalación alamacenaba una cantidad de productos químicos por encima del umbral fijado por las Normas Antiterroristas para las Instalación de Plantas Químicas (CFATS, por sus siglas en inglés). Sin embargo, entendemos que el DHS no supo de la existencia de la fábrica hasta que ésta explotó", añadió.



Los miembros de la compañía dueña de la fábrica no han querido hacer ningún comentario al respecto. Este viernes, el dueño de la fábrica, Donald Adair, difundió un comunicado en el que expresaba su pena tras el incidente en el que señalaba que West Fertilizer no efectuaría más comentarios mientras cooperaban con los investigadores para averiguar las causas de la explosión. "Está tragedia continuará hiriendo profundamente a la generaciones venideras", se lamentó Adair.

El incumplimiento de la obligación de informar sobre cantidades significativas de productos químicos en un determinado lugar puede provocar que el DHS multe o cierre las plantas de fertilizantes, según una persona familiarizada con el sistema de control de la agencia gubernamental. A pesar de que el DHS tiene autoridad para llevar a cabo inspecciones en las instalaciones, cuenta con un presupuesto muy pequeño para ello y sólo un "pequeño número" de auditores sobre el terreno.

Las empresas son las responsables de comunicar las cantidades de nitrato de amonio y de otras sustancias químicas que almacenan al DHS, que se encarga de ayudar a medir los riesgos en las fábricas y de elaborar los planes de seguridad y protección. Dado que la agencia nunca recibió ningún informe de la compañía West Fertilizer, la fábrica de Texas no estaba siendo controlada por el DHS bajo la ley CFATS, diseñada para evitar el sabotaje de dichas instalaciones y para evitar que los productos químicos caigan en manos criminales.

Por lo pronto, los muertos de Texas y las investigaciones tendrán que esperar hasta que termine el circo mediático que presuntamente han provocado dos tipos imbéciles que gritaban a todo pulmón que los atraparan, en un accionar extraño para dos terroristas—de acuerdo al curso de los acontecimientos hechos públicos por la propia policía gringa, lo que por ello mismo le resta veracidad: robo de una tienda, asesinato de un policía, secuestro de un ciudadano y lanzamiento de bombas a los agentes del orden en plena persecución (y todo en menos de lo que dura un capítulo de CSI)—.

Como bien diría el Polacas©: “Algo traman los gringos… algo traman”, antes de irse a echar unas cahuamas al bar “Aquí me quedo”.

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