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domingo, 21 de abril de 2013

Mal de una semana trágica...


Todas las generalizaciones son peligrosas, incluida ésta. Alejandro Dumas, hijo.

Los criminales estaban dentro. Se desempeñaban como buenos “Ciudadanos” y eran ejemplo de lucha en un país, que los acogió, los alimentó y los educó. Ciudadanos americanos por decisión, pues su patria hace mucho que les había cerrado las puertas de la oportunidad, el crecimiento y progreso.

Ese es parte del pago que se merece Estados Unidos de Norteamérica y sus ciudadanos luego de abrir las puertas a los inmigrantes de cualquier nación del mundo. Ese es el resultado adverso de decenas de heridos y tres vidas menos que, como siempre se dice, estuvieron en el momento y en el lugar equivocado. Porque nadie deja de hacer su vida para encerrarse en su casa y evitar ser masacrado.

Nuevamente no hay forma de encontrar las palabras que puedan explicar estos lamentables hechos que una vez más han cimbrado la Seguridad Nacional de uno de los países más importantes del mundo y que ahora se enfrenta, sin lugar a dudas, al escrutinio interno y  al cuestionamiento de cómo, cuándo, dónde y quien o quiénes serán las víctimas  de un nuevo ataque a manos  de un fanático religioso, un desquiciado mental o simplemente de un “estúpido”  que no tiene nada que hacer, porque de esos hay muchos, y el mismo gobierno los mantiene con la excusa de que se encuentran deshabilitados para ser productivos en una nación que dista mucho de estar saludable económicamente.

Sobran las preguntas y hay muy pocas respuestas ante un terrible miedo colectivo que, como buen virus, logra extenderse a lo largo y ancho del país. Si no es un ataque a una Escuela sea del nivel que sea, será un ataque a un restaurante, a un evento deportivo o simplemente un centro de trabajo.

Es evidente que cada vez con más frecuencia somos testigos de hechos catastróficos, deleznables e incapacitantes, pues de los daños, el miedo es el que paraliza a este país y a su retorno a la “normalidad”

En el inicio de esta semana por concluir, los norteamericanos y quienes habitamos esta porción del  planeta azul nos encontramos con  las amargas noticias del tradicional maratón de Boston. A mitad de semana cuando aún no nos reponíamos del impactante hecho, acudimos a la cita  para solo constatar que una de las naciones más importantes está siendo vulnerable en su seguridad nacional y  ya ni el Presidente  se salva, pues también le toco ser objeto de un atentado a través del  servicio postal con una misiva cargada de “ricina” un potente veneno para el cual no hay cura.

Ahí también  fueron víctimas de este desparpajo de Seguridad, un par de senadores que también corrieron la suerte de recibir otra cartita y no con los mejores deseos en su interior.

Para acabarla de rematar hace dos días en el Estado sureño de Texas, la incertidumbre, el dolor y la rabia se volvió “mal de una semana trágica”.

Al menos entre cinco y 15 muertos es la cifra que están indicando las autoridades, resultado de la explosión ocurrida en la noche de este miércoles en una planta fertilizadora en la localidad de West, cerca de Waco, en Texas según informaron  las autoridades. Y eso es todo lo que se sabe a cerca de esta nueva tragedia, pues  el hermetismo  y  la negación no han dejado permear la verdadera situación que se vive ahí, pues para muchos de los testigos eso parecía “como  explosión de una bomba”

Por el momento, el incidente no se está viendo como un ataque terrorista, sino como un accidente de magnitudes mayores, de acuerdo con la emisora KWTX. No se está ofreciendo información adicional sobre la naturaleza del estallido. Múltiples edificios fueron destruidos, y un asilo para ancianos cercano sufrió severos daños. Varios de sus residentes están entre los centenares de heridos, quienes son atendidos en varios hospitales del área.

Y es que eso es precisamente lo que no desean las autoridades crear pánico y miedo entre la población, que ya está cuestionándose  que estos tres hechos sin nombre hayan tenido lugar en una semana y que por cuestiones de “seguridad” solo deben entenderse como hechos aislados y no como el producto de una serie de atentados que está poniendo por demás nervioso al servicio secreto de los Estados Unidos y al Buro Federal de Investigación, por sus siglas en inglés-FBI-

Sean o no hechos aislados, sean o no perpetrados por grupos terroristas o desquiciados caseros, sean o no accidentes. Lo cierto es que el llamado de atención está ahí, en nuestra nariz y tanto gobierno como ciudadanos debemos entender que hay hoyos negros y excepcionales vacíos que están haciendo mella en la vida de los ciudadanos inocentes a causa de una debilitada seguridad.

No debemos tolerar y desechar cuando un desquiciado a través de los portales de internet publica sus pretensiones como si fuera una broma y nos quedamos como si nada. Al igual que dijo el FBI, en el caso de Boston “hay quienes saben y conviven o escucharon y vieron” debemos ser los ojos y los oídos de un Gobierno que no se da abasto.

Aquí cabe también la reflexión de como el Estado está dejando “atados de manos” a los padres de familia que ya no pueden educar a sus hijos en el buen vivir, porque estas criaturas desde que nacen ya saben  que “nadie les puede reprender o simplemente ser objeto de un correctivo a tiempo”, porque en ese caso los padres serían irremediablemente juzgados por un estado paternalista que está maleducando a las nuevas generaciones.

El problema no es de una sola raíz, como hierba que crece sin ton ni son afectando nuestro jardín, es como se ve cada uno de los generadores de esta lamentable forma de vida, son muchos los accesorios y la forma de vida que llevamos que nos ha empujado a ser esteparios y  por lo tanto  a ser una sociedad deprimida y deprimente, que a la primera de cambios suele desquitar su ira y coraje contra quienes son simplemente inocentes.

Desgraciadamente los protagonistas en el atentado de la maratón de Boston, fueron inmigrantes, lo lamentable es que sólo los hispanos son objeto de  revisión exhaustiva como inmigrantes, y el resto del mundo es recibido con chequera en mano.
  

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Ana María Segura/ de Norte a Sur/ San Antonio, Tx.

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