Trova y algo más...

miércoles, 19 de agosto de 2009

A las armas, mis calientes…

Si bien es cierto que desde 1972 está permitido tener en los domicilios hasta cinco armas de fuego no prohibidas por la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos, la propuesta de revisar esto para garantizar que no se incurra en el delito de acopio de armas ha vuelto a causar polémica entre los legisladores, más como una nueva cortina de humo que como un asunto relevante en la agenda nacional.
Ciertamente no será con armas como se abatirá la delincuencia en nuestro país (no ha sido antes y no será ahora), y aquí no valen comparaciones con otros países, como las que han empezado a hacer con los Estados Unidos, sino con un profundo y enorme trabajo de culturización en todos los aspectos, y claro que esto tiene que ver, y mucho, con estrategias de mejoramiento económico de todas las familias mexicanas y no sólo de unas cuantas.
Pero mientras que por una parte se discute la permisibilidad de tener armas en el hogar, por otro lado el gobierno federal anuncia medidas que perjudica la tambaleante tranquilidad económica de los ciudadanos.
Se ha dicho hasta el cansancio que la delincuencia y la violencia callejera no se abatirá a balazos. No es la ley del mejor armado la que debe de privar en nuestro país: ofrecer, mantener y reforzar la seguridad pública es una obligación del gobierno, no de la ciudadanía.
Pero por más y mejor armados que estén los cuerpos policíacos, mientras no se le ofrezcan opciones para elevar la calidad de vida a los mexicanos, no se logrará gran cosa, pues (como lo hemos visto una y otra vez en los diferentes ámbitos delictivos) por un delincuente que es detenido o abatido por las balas de la ley, hay una enorme fila de candidatos a suplir a quien es puesto fuera de circulación.
Mientras no se nos ofrezcan mejores opciones de vida, la violencia seguirá siendo la manifestación cotidiana de la delincuencia.
Acaso esto sea una utopía, pero la justicia está hecha de utopías posibles.
Sin embargo, mientras los gobiernos sigan sustentándose sólo en los puntos que se ganan o se pierden en el rating social, sin ver de manera integral todas las necesidades de los ciudadanos, seguiremos siendo un pueblo de tercera con, por supuesto, mandatarios, legisladores y utopías de tercera.
Está visto que, de alguna manera, las autoridades saben a ciencia cierta quién o quiénes incurren en el delito de acopio de armas, y no hacen nada.
¿Cómo es posible, entonces, que la delincuencia organizada saque a relucir cuando se le ocurra verdaderos arsenales de armas inclusive de uso exclusivo del Ejército?
Y no se habla de delincuentes desconocidos, sino de individuos y organizaciones plenamente identificados, con nombre, apellido y dirección.
Alguien tiene que abrir los ojos ante esa realidad…
Se entiende que alguien aparte de la perrada común y corriente que sobrevivimos cada día…
O al menos se sueña que así tendría que ser…
--
-