Según podemos leer en manuales, reglamentos, oficios y demás panfletos firmados por quienes usted menos imagina, amigo lector, la libertad de expresión es uno de los valores fundamentales de la democracia de una nación y es inherente al respeto de los demás derechos humanos. La libre manifestación de las ideas está consagrada en nuestra Carta Magna en los artículos 6 y 7; fue el ex presidente Miguel Alemán, quien instauró el 7 de junio como el Día de la Libertad de Expresión en nuestro país en 1951.
Este derecho está consagrado en varios instrumentos internacionales a los cuales México pertenece. Entre los instrumentos que promueven la libertad de expresión, se encuentran la Declaración Universal de Derechos Humanos, que lo establece en su artículo 19, así como los artículos 13 y 14 de la Convención Americana de los Derechos Humanos (CADH), y en el artículo 4 de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre.
Este derecho es tanto individual como colectivo, ya que no sólo es el derecho individual de emitir o recibir informaciones, sino que se ve inmiscuido el ámbito social por la aportación de información, la pluralidad de ideas que pueden ayudar en nuestra sociedad, donde el elemento multicultural y pluriétnico está presente. También, la libertad de expresión puede llegar a ser un vehículo para la exigibilidad de otros derechos.
El ejercicio de la libertad de pensamiento y de expresión no puede estar sujeto a previa censura. No se puede restringir el derecho de expresión por vías o medios indirectos, estipula el artículo 13 Libertad de Pensamiento y de Expresión de la CADH, por lo tanto, habría que exigirle al Estado mexicano que cumpla con su obligación de garantizar y vigilar el ejercicio de la libertad expresión, así como establecer los mecanismos necesarios para que predomine la pluralidad informativa con la finalidad de fortalecer el diálogo y la comunicación para una sociedad democrática, participativa e incluyente.
Qué bonito se oyó todo lo anterior, ¿no? Sin embargo, como bien dice Felipe Fierro Alvídrez, en México, al igual que en muchos otros países del mundo mundial, el debate sobre la libertad de expresión es inconmensurable; es decir, nadie sabe a ciencia cierta dónde inicia ni donde concluye, pues factores políticos, como las elecciones, los poderes constituidos, grupos formales e informales y, en especial, los medios de información, toman al celebrado 7 de junio cual si se tratara de Navidad o del Día de la Madre: todos expresan buenos deseos y hasta organizan elegantes reuniones para festejar a los "abnegados periodistas". Eso, por un lado...
En el otro extremo de la realidad vemos cosas que por lo menos invitan a reflexionar sobre el oficio, por algo será que ninguna empresa de seguros vende un seguro de vida a los profesionales de los medios de información. Más allá de las películas de intrigas mediáticas, los organismos de derechos humanos señalan que la profesión de periodista es una de las 3 más peligrosas en México, al lado de los bomberos y los boxeadores profesionales: decenas de fieles servidores "de lápiz y papel", sean empresarios de medios de información o simples reporteros de fuente, han perdido la vida en defensa de su profesión, y el Ministerio Público, monopolizador de la procuración de justicia por disposición constitucional, poco o nada hace para evitarlo.
"Aunque resulta inobjetable que en los últimos cinco años se ha advertido un ensanchamiento del ejercicio crítico de las libertades de expresión e información en México, lo cierto es que –paradójica o consecuentemente– los golpes, las restricciones y hasta las presiones e intimidaciones abiertas o embozadas continúan acechando de manera recurrente al gremio periodístico", dicen Verónica Trinidad Martínez, Angélica Pineda y Omar Raúl Martínez en “Recuento de daños a las libertades de expresión e información”.
Mientras tanto, en el Congreso de la Unión, se "debate" si se inicia el "debate" sobre la regulación de los medios masivos, este primer punto de acuerdo tiene ya varios años y aún no se ha resuelto... y sólo Dios (o su equivalente científico) sabe si se atenderá: Temerosos de probar de nuevo un enojo del poder de los medios, algunos estén convencidos de que legislar sobre la materia sería el suicidio, es más, muchos ni siquiera se atreven a reconocer eso y se escudan en que, "por bien de la República" el tema debe quedarse en la congeladora, señaló Jacaranda Pineda Chávez, en el documento “La regulación de los medios de comunicación: un debate abierto”.
No obstante, la necesidad del análisis del derecho y la libre expresión de ideas, es imperiosa, principalmente por los actores de los medios de información, quienes diariamente enfrentan este concepto, obligando a una continua reflexión.
Sabemos que la libertad de expresar el pensamiento individual es sin lugar a dudas un fenómeno consustancial al ser, a la existencia, a entender al hombre como tal ya sea particular o colectivamente. Entender esta necesidad de libertad es lo que obliga a colocarla dentro del Derecho, en busca de garantizar su permanencia. Al hablar de necesidad inherente al ser humano, se ubica a este concepto dentro del derecho natural, y de ahí la universalidad que conlleva su sentido, en tanto que todos los pueblos de una u otra manera refieren a través de su historia esta necesidad y principio normativo.
Pero analizando el desarrollo de los gobiernos, se ve una tendencia a que el derecho de expresión se ubicó como una garantía individual sin reglamentación positiva, como es el caso México, carente de sujeción a las condiciones indispensables para que se pueda hablar de "garantizar su permanencia" y vertebrarlo.
En casi todo el mundo, las libertades de expresión han pasado de ser una concesión graciosa del gobernante y una reivindicación natural, a una garantía jurídica de los gobernados, sancionada por la ley fundamental que entraña, en el fondo, la conservación del orden social. No en balde, Maquiavelo apuntó: "Nada contribuye más a la estabilidad y firmeza de una república como organizarla, de suerte que las opiniones que agitan los ánimos tengan vías legales de manifestación".
En una rápida ojeada a práctica de la expresión y el entorno que marcan las constituciones en el mundo, se puede precisar que la libertad de expresión ha sido uno de los derechos fundamentales del hombre, porque es la prolongación de la garantía individual de pensar, ejercicio sin el cual no es posible aventurar la posibilidad del desarrollo del hombre en sociedad. De los 189 países del mundo, un total de 178 reconocen la libertad de expresión como garantía constitucional.
Por otro lado, el reconocimiento internacional de la libertad de información vino a transformar el sentido inicial o tradicional del vocablo de prensa o libertad de imprenta, en una referencia de mayor envergadura no sólo desde la perspectiva social, sino incluso conceptual. La libertad de información toma auge en el mundo contemporáneo con la Declaración Universal de los Derechos Humanos, donde se establece que: "Todo individuo tiene derecho a la libertad de expresión y de opinión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión". Un total de 71 países consagran esta garantía en sus constituciones; en México se carece de elementos expresos que permitan reglamentar esta libertad constitucional.
Además, uno de los aspectos íntimamente relacionados con la libertad de información es, sin duda, el concerniente al secreto profesional que representa una reivindicación tradicional de esta profesión en el mundo entero. Los principales argumentos que se han vertido en favor de incluir el secreto profesional como un derecho de los periodistas son, básicamente, que el periodista tiene el deber moral y ético de proteger el anonimato de la persona que le proporciona la información, y que debe proteger a sus fuentes de información como una seguridad práctica de que continuará recibiendo información confidencial, si fuera necesario.
Son 13 los países que consagran este derecho en sus constituciones. México no está en ese selecto grupo, pero inaugurará el Mundial de Sudáfrica, que es lo único que le interesa a los mexicanos, según los medios. En fin…
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