Se les califica como hombres débiles, con poco carácter, sumisos, timoratos o no viriles porque no trabajan y se dedican a las labores estrictamente hogareñas, como cuidar a los hijos, hacer el súper e incluso la comida.
El desempleo ha sido la causante de que cada vez más número de hombres opten por dedicarse al hogar, en lugar de buscar un trabajo mal remunerado.
Un hombre que aporta poco o nada en cuestión económica al hogar, es calificado como inferior por sus congéneres; sin embargo, las propias mujeres pueden devaluar a un hombre así desde la misma relación de pareja o familia (suegros, padres, hermanos, cuñados e incluso los propios hijos).
Por lo regular, si el hombre aporta menos que la mujer, la relación de poder es asumida por la mujer, lo que puede derivar en problemas de devaluación de la pareja.
Dicen los expertos que este tipo de relación se presenta entre mujeres altamente dominantes y hombres con un pasado de sumisión sobre todo ante el género femenino. En su infancia tuvieron una madre sobre protectora o autoritaria y la figura del padre estuvo ausente o bien también fue débil.
De forma inconsciente ambos se buscan, se seleccionan y se relacionan para concebir así una pareja con roles invertidos. Si la pareja asumiera sus respectivos roles de forma honesta y con base en un convencimiento mutuo, no existiría gran conflicto. No obstante, en el terreno real esto casi nunca se presenta.
Los hombres que juegan el rol femenino y viceversa típicamente experimentan estas escenas con lo cual se puede afirmar que sí existe conflicto de pareja: Si acuden a un restaurante, la mujer le pasa el dinero al hombre por abajo de la mesa para que éste pague, o bien se lo da antes de llegar al lugar.
Por norma general comienzan a mentir a las amistades y a la propia familia, con la finalidad de dignificar socialmente el rol de hombre sumiso. Estas mentiras tienen relación con que el esposo está por encontrar un empleo bien remunerado o bien dicen que ya lo tiene.
Otro aspecto a tomarse en cuenta es que la mujer suele decirle a las amistades que tiene un esposo modelo, el cual se hace cargo por completo de las cuestiones hogareñas y de los hijos. Por lo general no mencionan que el hombre modelo no tiene empleo o no mueve un dedo para buscarlo o, bien, que genera muy pocos ingresos comparados con los de ella.
Los hombres que viven este tipo de relación la asumen con humillación, se sienten impotentes y devaluados.
Las mujeres que juegan el rol masculino, en muchos casos, no desarrollaron el instinto materno, por lo cual se siente incapaces de criar a sus hijos y, por igual, son incapaces de hacerse cargo de una casa: son dos imanes que se atraen, pero paradójicamente tampoco aceptan su condición por las formalidades sociales, familiares y psicológicas que rigen su relación.
Más de la mitad de las parejas con roles invertidos terminan divorciados; sin embargo, este escenario con toda certeza se repetirá, porque tanto el hombre como la mujer buscará otra pareja con características similares.
¿Una pareja con los roles invertidos puede ser exitosa? Es muy factible; sin embargo, es necesario que ambos acudan a una terapia psicológica.
En el trabajo psicoterapéutico comprenden su historia como personas, comienzan a conocerse y a perdonarse sus fallas. Claro que no es infalible, pero en muchos casos las parejas mejoran sus relaciones, e incluso comienzan a desarrollar los roles propios de su sexo.
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¿Qué les diré a todo esto? Yo trabajo desde hace 30 años... y ni así, jeje...
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