Trova y algo más...

lunes, 28 de junio de 2010

Ahora, cuesta abajo en mi rodada…

¿Viste, loco?: Dios se puso de nuevo la casaca azul celeste de Argentina, aunque nadie, excepto los medios, claro, nos dijo que el partido iba a ser un juego limpio. Y hoy, precisamente hoy que necesitábamos que dios se hiciera de la vista gorda, volvió a mirar al lado argentino: hoy no fue la mano ni aquel golpe de suerte que hizo que el Maxi Rodríguez metiera la pata entre el palo y los brazos estirados de Oswaldo para eliminarnos de un tirón del mundial pasado; hoy no fueron esas minucias, sino un fuera de lugar del tamaño de todo Sudáfrica que no quiso marcar el abanderado. Hoy, justamente hoy que bien pudieron ponerse de nuestro lado los dioses del estadio, como aquella noche frente a Francia, en la que gracias a sabe qué pociones desconocidas cegaron la vista de árbitro y abanderado para que no marcaran el gol ilegítimo del Chicharito y para que marcaran a nuestro favor un pénalti inexistente: hoy fue igual pero al revés…

Y ahora nos toca irnos por el mundo cantando un tango disfrazados de chile jalapeño y alcoholizados por el estigma misterioso de volver a ser los mexicanos de siempre: Si arrastré por este mundo la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser, bajo el ala del sombrero cuántas veces embozada una lágrima asomada yo no pude contener. Si crucé por los caminos como un paria que el destino se empeñó en deshacer; si fui flojo, si fui ciego, sólo quiero que comprendan el valor que representa el coraje de perder… Ahora, cuesta abajo en mi rodada, las ilusiones pasadas ya no las puedo arrancar. Sueño con el pasado que añoro, el tiempo viejo que lloro y que nunca volverá...

Pero así es el futbol, dirán los generalizadores de siempre. Ese deporte que es el negocio que Bill Gates soñó, porque el futbol es un deporte que mueve masas, que en algunos países genera cultura, que provoca pasiones y que involucra la euforia más espontánea del hombre. El futbol no es simplemente un juego, va más allá de patear el balón y ver a 22 individuos luchar en el terreno de juego: comienza en la cancha al colocar un esférico en el centro y escuchar el pitido inicial. Sin embargo, detrás de cada acción, de cada jugador, de cada equipo, de cada institución y de cada liga de fútbol, existe un negocio de por medio.

Como dice Eduardo Galeano, en su libro "El fútbol a sol y sombra": “La historia del fútbol es un triste viaje del placer al deber. A medida que el deporte se ha hecho industria, ha ido desterrando la belleza que nace de la alegría de jugar porque sí. En este mundo del fin de siglo, el fútbol profesional condena lo que es inútil, y es inútil lo que no es rentable”.

Hoy en día, en los medios de comunicación deportiva, lo que verdaderamente alimenta sus ganancias es el futbol. Antonio Rosique, comentarista de Tv Azteca, comentó: “El futbol es el deporte que te da de comer en los medios, es el deporte con el que se mueve la industria periodísticamente hablando, es el deporte de diario; y lo podemos ver en la redacción de un periódico, donde el 70% es futbol y el otro 30% son los otros deportes.”...”O le entras al futbol o tú solo te auto relegas.”

Por su parte, Miguel Ángel Ramírez y Roberto González, estudiosos del fenómeno del futbol, señalan que con cada silbatazo que marca el inicio de una temporada del campeonato mexicano de futbol comienza una competencia entre varias de las principales corporaciones privadas del paí­s, que disputan un mercado de consumo que mueve casi 500 millones de dólares al año: sueldos multimillonarios, jugosos contratos de publicidad, patrocinios de empresas privadas a los equipos de futbol, derechos de transmisión, pagos por publicidad estática en los estadios y el empleo de las emisiones por televisión para promover candidatos a puestos de elección popular, esconden un negocio redondo para un puñado de promotores y empresarios, en el que el nombre del juego no es la promoción del deporte sino la obtención de la mayor tasa de ganancia en el menor tiempo posible.

Pero aun con tratarse del deporte más popular del paí­s y de que las dos compañí­as de televisión han hecho del futbol una inagotable fuente de ingresos, el monto de los recursos que cada año se mueven por la comercialización de este deporte está protegido por una muralla más indescifrable que los criterios de un árbitro para marcar un penal.

Los clubes de la primera división profesional y la propia Federación Mexicana de Futbol, la asociación que establece las reglas y rige el desarrollo de este deporte en el paí­s, rehúsan dar información sobre los ingresos que obtiene cada uno de los equipos por la comercialización de su imagen.

Pero expertos de dos agencias de publicidad —una extranjera y otra nacional— estiman que cada año (periodo en el que son disputados dos torneos de la primera división profesional) el mercado de publicidad durante la transmisión por televisión de los juegos genera una facturación de 500 millones de dólares, que convierten a la actividad en uno de los principales canales de promoción de marcas comerciales en el paí­s.

"En este cálculo no se consideran torneos extraordinarios, como las copas América o Confederaciones o la asistencia al Mundial. Se puede decir que los 500 millones de dólares en facturación por publicidad incluye solamente los dos campeonatos de la primera división que se disputan cada año", dice uno de ellos.

Los datos aportados por los dos especialistas en el mercado publicitario en México indican que los ingresos por este rubro son captados casi por partes iguales entre Televisa y Tv Azteca, las dos empresas que comparten el duopolio de la televisión abierta en el país.

El dinero del futbol, sin embargo, extiende sus beneficios más allá de los ingresos que las televisoras pueden obtener por comercializar los espacios de difusión de los encuentros. Sin duda, uno de los renglones en los que las cifras son acompañadas de varios ceros es en el relativo a los sueldos percibidos por los jugadores y entrenadores de los principales equipos de la liga. Y aquí se habla de millones de dólares al año que se les paga, sin declarar impuestos, a los futbolistas estrellas y a los entrenadores, particularmente a los extranjeros.

¿Hasta dónde llega el negocio de los dueños del futbol mexicano? Es una pregunta que pocos empresarios del deporte gustan responder. El de los dineros es un tema que se maneja en privado, con discreción. Hay, sin embargo, algunos indicios. Los clubes de futbol, desde los que compiten en la primera y hasta la tercera división profesional, encontraron en la promoción de marcas impresas en los uniformes de sus jugadores una forma de obtener recursos.

El monto de los patrocinios por este mecanismo varí­a según la empresa y el equipo: por ejemplo, cuando Banamex, el principal banco del paí­s, concretó su acuerdo con Pumas de la Universidad Nacional Autónoma de México, hace cerca de diez años, la escuadra universitaria recibió tres millones de dólares por portar en la camiseta, durante dos años, el logotipo de la institución de crédito. Y antes de ese convenio, Pumas recibió un pago de Televisa por 50 millones de pesos a cambio de los derechos de transmisión de sus encuentros como locales en el estadio de Ciudad Universitaria.

El negocio a la vera del futbol tiene posibilidades infinitas. Informes confirmados por este diario señalan que las empresas que colocan sus logotipos en los anuncios estáticos que rodean las canchas pagan cada una cinco millones de dólares por temporada. La firma que comercializa estos espacios en la mayoría de estadios es una filial de Televisa.

Demasiado negocio para un deporte que, salvo modestos repuntes, brinda pocas satisfacciones a millones de aficionados que pasivamente siguen cada fin de semana las incidencias de la liga.

Hace 100 años, cada asociación fundadora de la FIFA tenía que contribuir anualmente con 50 francos suizos. La organización del actual campeonato en Sudáfrica costó 1,100 millones de dólares, pero sólo por la venta de derechos de transmisiones y mercadeo, obtuvo ingresos por 2,500 millones de dólares. De este dinero se creó un fondo de premios para los ganadores del Mundial: 30 millones al campeón, 24 al segundo lugar, 20 al tercero y 18 al cuarto. Además, cada uno de los 32 equipos participantes recibió un anticipo de un millón de dólares por concepto de “preparación”, más ocho millones por jugar la primera fase. Y muchos, muchos otros premios.

Visto así, quizá el prestigio nacional vaya cuesta abajo, pero no el de los jugadores, que pasado el trago amargo de la derrota, hacen cuenta de sus ganancias, mientras nosotros seguimos viviendo la medianía juarista a la que el cielo nos mantiene sometidos. Ni más ni menos…

¿Viste, loco...?

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