Trova y algo más...

martes, 15 de junio de 2010

Y sin embargo se mueve…

Galileo explicando cómo está el movimiento con el movimiento.
(Foto: Cruzteros)

Yo de esto no sé mucho, pero los que saben me han dicho que el movimiento es resultado de todo tipo de cambio o variación. De acuerdo con este criterio, el movimiento puede ser social, económico, biológico, físico, más los que se acumulen en la semana.
Por cierto, el movimiento mecánico es el tipo más elemental de movimiento: es el chaka-chaka de la lavadora o de dos cuerpos que se intorducen uno en otro de manera digamos que asquerosita...
Se dice también que el movimiento es un fenómeno físico que se define como todo cambio de posición que experimentan los cuerpos de un sistema en el espacio. Todo cuerpo en movimiento describe una trayectoria. Eso dicen los expertos.
También los expertos señalan que la parte de la física que se encarga del estudio del movimiento sin estudiar sus causas es la cinemática, en tanto que la parte de la física que se encarga del estudio de las causas del movimiento es la dinámica, lo cual, al embrujo de una noche de luna de esas redondotas y más amarillas que mis dientes, y que cuelgan de los cielos de octubre, debe ser apasionante.

Por cierto que desde antiguo se han hecho públicos varios conceptos de movimiento. Por ejemplo, Anaximandro pensaba que la naturaleza procedía de la separación, por medio de un eterno movimiento, de los elementos opuestos (por ejemplo, frío-calor), que estaban encerrados en algo llamado materia primordial, y Demócrito decía que la naturaleza está formada por piezas indivisibles de materia llamadas átomos, y que el movimiento era la principal característica de éstos, siendo el movimiento un cambio de lugar en el espacio.

Según Aristóteles, el movimiento natural se opone al movimiento violento o contranatura: el movimiento natural lo ejerce el ser natural de forma espontánea y fluye con relativa facilidad y libertad; sin embargo, cuando queremos que un objeto realice un movimiento violento o antinatural, tenemos que violentar su naturaleza y forzar dicho objeto para que esa entidad no manifieste espontáneamente aquello a lo que aspira. El movimiento violento es siempre un cierto ejercicio de violencia, como cuando tiramos una piedra hacia arriba, o impedimos el crecimiento de un árbol.

Los filósofos naturales griegos no pretendían dar una explicación detallada de los mecanismos que rigen el comportamiento de la naturaleza, y mucho menos aspiraban a lograr predicciones cuantitativas de resultados experimentales. Por contrario, buscaban analogías de los fenómenos naturales en términos más familiares, para lo que usaban frecuentemente el cuerpo del hombre, las relaciones humanas, los conflictos sociales y demás porquerías tomadas de la naturaleza.

Así, por ejemplo, el magnetismo se podía describir como similar a la atracción que determinadas personas son capaces de ejercer sobre otras en virtud de una simpatía innata y que no todos poseen.

Los conceptos de atracción y repulsión eran centrales en la ciencia prearistotélica, al ser tomados como agentes fundamentales de cambios en la Naturaleza. La distinción entre materia, sujeto paciente de los cambios, y fuerzas, agentes de los mismos, ya es un hecho en la antigua ciencia griega hacia el siglo V a.C. Se establecían cuatro tipos de causas de cambios, de las cuales, la causa eficiente se tomaba como fuente primaria de todo cambio y representaba lo más parecido a lo que hoy llamamos acción o fuerza en un movimiento.

La Física de Newton, por su parte, tomaba como punto de partida un universo constituido por corpúsculos extensos y por espacio vacío. Cada uno de ellos con la propiedad de actuar a distancia; es decir, de ejercer fuerzas directa e instantáneamente sobre los demás. Con este esquema básico, Newton desarrolló sus conocidas teorías sobre el movimiento y sobre la gravitación, publicadas en 1686.

La Mecánica de Newton describe cómo las fuerzas producen movimiento la proporcionalidad entre la intensidad de la fuerza y la aceleración (segunda ley), la ley de Inercia (primera ley), por la cual un cuerpo se mantiene en su estado de movimiento si no actúan fuerzas sobre el mismo; el principio de acción y reacción (tercera ley), por el que la fuerza que ejerce un cuerpo sobre un segundo cuerpo es igual y de sentido contrario al que ejerce el segundo sobre el primero.

La teoría de la gravitación estudia la naturaleza de las fuerzas asociadas con los corpúsculos, son fuerzas atractivas y centrales; es decir, actúan según la recta que determinan sus respectivos centros. Newton estableció la variación cuantitativa de esta fuerza en un diagrama que resultaba ser directamente proporcional al producto de sus masas, e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que separa los centros de los cuerpos. Fácil, ¿no?

Y aplicando esta ley, pudo calcular el movimiento de los planetas con gran aproximación y, también, deducir correctamente las leyes descubiertas por Kepler y Galileo (que luego se las explico, porque tampoco es cuestión de dejarlos así nomás, eh).

Y luego, la ley fundamental del sistema de Descartes es la conservación del movimiento. Según descartes, Dios infundió al Universo cierta cantidad de movimiento, que continua inalterado. Para Descartes «movimiento» es momento, prescindiendo del carácter direccional de la velocidad. Puede haber transferencia de movimiento entre partículas que chocan, pero nunca puede ser creado ni destruido.

La causalidad física se reduce a un principio puramente mecánico: todo cambio es movimiento y toda alteración del movimiento se debe al contacto entre los cuerpos. Para Descartes la cuestión clave de la Física, que nunca se había planteado hasta entonces, estribaba en las leyes de los choques entre los cuerpos, que él mismo formuló.

Pero este día no es para la academia (cuesta subir la cuesta). Nada de eso. Sólo he querido intentar una aproximación al concepto que manejan los políticos mexicanos sobre el movimiento.

Los mexicanos hemos sido testigos de cómo los precandidatos priistas se las ingeniaron para decir que eran los meros meros (como la afición naranjera, según aquel viejo anuncio) para mover a México.

No hace mucho, un par de priistas ilustres creyeron que México, nuestro país de todos (es decir: tuyo, mío, de él y ella, de ellos y de nosotros: o sea, de todos… pero mucho más de Carlos Slim: ¡gásumadre!), estaba parado, o mejor dicho, detenido, y que había que moverlo. ¿No les digo? Apenas a los políticos (y del tipo dinosáurico) se les ocurre que un país se detenga nomás para hacerlo parte de eslóganes más cursis que el anuncio del vasco Aguirre y su “Ya se pudo”.

Sí, se los juro: tanto Arturo “El Rey Salomón” Montiel como Roberto “Bob Esponja” Madrazo, priistas ambos y con una cola más larga que su propia lengua, que no es poco decir, pensaron aquella vez que quisieron ser candidatos a la presidencia de la República, que México era sólo un bulto tirado en el suelo al que “había que mover”.

Así nomás, como si el país no fuera ahora mismo objeto de estudio de la cinemática y la dinámica; es decir, como si este país no se moviera. Y si esa era entonces, como de seguro lo sigue siendo ahora, su visión del país, pues qué fregados (e inanimados) estaríamos los mexicanos si le ofrecemos nuestro voto el 2012 al Gelboy Peñanieto o cualquier otro priista que sueña con volver a dirigir los controles de un país que los necesita para que se mueva, según juran y perjuran ellos mismos.

No, señor: el país ni está detenido ni está parado. El país es el reflejo de tanta ciudadanía que todos los días se levanta de un sueño para meterse a una pesadilla: se baña (si hay agua: ya saben… el tandeo, pues), se cambia (si ya les llegó el uniforme), desayuna (si les alcanzó el salario) y sale a la calle a reconstruir lo que los políticos y los muchos funcionarios de todos los niveles de gobierno destruyen con un esmero propio de científico de la NASA.

No se engañen: México, a pesar de sus seleccionados futboleros, es un país que se mueve todos los días, porque este país, como dijera Galileo, es verdad que tiene a Calderón presuntamente en la Presidencia… “y sin embargo se mueve”... o mejor dicho: “E pur si muove…”

En serio, aunque no parezca, ca'ones...

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