Ayer fue domingo, y según las enseñanzas de mi infancia, coscorrones de por medio —de ahí la tonsura y la mirada de fray Escoba que llevo a cuestas, cual estigma de Cristo— es el día dedicado al Señor Dios... a diosito, pues... y ayer que fue domingo, también fue el día en que los 33 mineros chilenos cumplieron un mes atrapados a más de 700 metros de profundidad, en el yacimiento de oro y cobre San José, distante 880 kilómetros al norte de Santiago.
No sé si ellos, los 33 mineros chilenos, son admiradores de Pablo Milanés, pero conviene aquí y ahora recordar, como la más humana solidaridad que puede haber entre un jodido y otro, fragmentos de la canción Yo pisaré las calles nuevamente, porque en este caso es, más que un canto de esperanza, un canto de vida… una promesa de vida:
Yo pisaré las calles nuevamentede lo que fue Santiago ensangrentaday en una hermosa plaza liberadame detendré a llorar por los ausentes. Yo vendré del desierto calcinantey saldré de los bosques y los lagosy evocaré en un cerro de Santiagoa mis hermanos que murieron antes. Un niño jugará en una alameday cantará con sus amigos nuevosy ese canto será el canto del sueloa una vida segada en La Moneda. Yo pisaré las calles nuevamentede lo que fue Santiago ensangrentaday en una hermosa plaza liberadame detendré a llorar por los ausentes…
De acuerdo con las estimaciones del jefe de los rescatistas, “a finales de octubre, no antes”, se podría producir el rescate de los mineros a través de alguno de los ductos que se están abriendo para sacar a los trabajadores. Aclaró que estas estimaciones dependen “de que no encontremos fracturas importantes en el cerro y que haya una perforación continua”.
No sé cómo dirán los chilenos, pero los mexicanos —sobre todo los que somos muy malhablados, pero hermanadamente bien intencionados— decimos: “Vamos, cabrones: échenle huevos, que lo último que debe morir es la esperanza…”
Porque qué hermoso sería que los 33 mineros cantaran a como puedan: “Yo pisaré las calles nuevamente de lo que fue Santiago ensangrentara, y en una hermosa plaza liberada me detendré a llorar por los ausentes…”
Qué hermoso será el día de finales de octubre que canturreen esas líneas de vida…
--
--

