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martes, 21 de septiembre de 2010

Nuestros mitos fundacionales...

Salvador Durán escribió en “El Sol de Nayarit” apenas hace unos cuantos días, en su columna Charlas del camino, la entrega “Entre la historia y el Mito”, en la que hace referencia a esa insoportable levedad con la que el gobierno se empecina en maquillar a los héroes como seres de otro mundo y no simples mortales, con todas sus virtudes, pero también con todos sus defectos.

Dice Durán que en medio de una costosísima y a ratos cursilona campaña de propaganda el Gobierno nos traen atosigados con la cacareada celebración del bicentenario de nuestra independencia.

Con el aniversario de esos supuestos doscientos años empieza la larga cadena de mitos en nuestra historia ya que como bien sabes amigo(a) en 1810 surgió la revuelta encabezada por el cura Hidalgo, la que en su inicio no buscaba la independencia de España, reivindicación que se incorporó poco después a la lucha y que sería consumada hasta el año de 1821.

A mi entender, amigo(a), el principal beneficio que nos ha traído esta celebración anticipada ha sido la desmitificación de hechos y personajes que por casi doscientos años nos han vendido como hechos reales o personajes heroicos, cuando en la realidad han sido producto de mentiras o de verdades a medias.

Lo que estamos viviendo a la sombra de esta celebración es el inicio de la democratización de la historia de México contada por muchos historiadores que, abiertamente y sin las represalias pasadas, se desmarcan del historicismo oficial contado a modo de la voluntad y personales intereses de los vencedores, quienes monopolizaron la enseñanza oficial con su versión.

En este destape de libertad cívica han surgido tantos historiadores y versiones tan distintas que será un reto encontrar las más apegadas a la realidad, basándonos en los antecedentes de cada autor y dejando de lado nuestras pasiones y preferencias ideológicas.

Hasta ahora, y sacando provecho de la inclinación natural del hombre por crear y venerar a profetas y héroes —reales o inventados—, el gobierno nos ha venido lavando el coco desde los primeros años de escuela con un sistema educativo tercermundista basado en la memorización y no en el conocimiento y reflexión de los acontecimientos históricos. Para que los niños aprueben historia no necesitan pensar, basta con que repitan como pericos nombres, fechas y anécdotas de los hechos y héroes oficiales con el propósito de que los recuerden y acepten como dogma de fe.

Por casi cien años nos han venido repitiendo el cuento de una revolución que casi nada revolucionó; con villanos que no lo fueron y héroes que nunca lo han sido; todo para justificar la satrapía de una “familia revolucionaria” que usando esa faramalla ha monopolizado el gobierno. Para los políticos y sus tontos útiles criticar la revolución es herejía, es crimen de lesa patria, pero a causa de ese sangriento acontecimiento se perdió la inercia de un país que empezaba a destacar; hemos sido rebasados por países con menos recursos que estaban más rezagados que nosotros.

Hay que celebrar que la caída del monopolio político haya traído consigo la caída del monopolio de la versión de nuestra historia, no puede haber libertad donde hay mentira. Llegó el tiempo de limpiar el altar de la patria (como dicen los jilgueros) de tantos mitos y héroes falsificados, en particular de guerreros y generalotes sanguinarios adornados con victorias ajenas y con ocultadas derrotas propias.

Y aunque no todos los personajes de nuestra historia merecen el oprobio, es regocijante mirar la crítica insobornable de las palomas de plazuela que sin el menor escrúpulo ni misericordia se cagan en las efigies de supuestos próceres con todo y su pomposa parafernalia de caballos, espadas y fusiles, en un acto de sublime justicia poética. No en balde la paloma es el símbolo de la paz.

Ya nos vemos amigo(a) y recuerda que el camino es lo bonito. Llegar es como morirse.

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Eso escribió el Durán, y eso comparto, nomás porque es martes, está nublado, parece que lloverá... y mi querida Karlangas se pone muy triste...

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