La huelga puede definirse como toda perturbación producida en el proceso productivo y, principalmente, el cese temporal del trabajo, acordado por los trabajadores, para la defensa y promoción de un objetivo laboral o socioeconómico. Algunos analistas piensan igualmente que la huelga es una coacción, un castigo, una represalia que ejercen los trabajadores en relación con los patrones que se niegan a aceptar las pretensiones de aquéllos.
En sí, la huelga lleva siempre potencialmente en su entraña una violencia, aun cuando su proceso se desarrolle en forma y por medios pacíficos. En todo caso, la huelga es el recurso final que asiste a los trabajadores para defender sus derechos cuando han fracasado las conversaciones de conciliación en todo entendimiento en la contraparte. Pero no se debe dejar de lado que tanto una parte como la otra se conforman por seres humanos cuya perspectiva sobre un mismo asunto puede variar diametralmente y, sin embargo, estar correcta.
Ya se sabe que por la condición del hombre como un ser individual y social se precisa considerar los valores propios de su individualidad (finalidad y trascendencia personal), y los valores que se desprenden de la relación entre sus iguales, cuya finalidad pretende alcanzar la plenitud de todo el conjunto a través de la realización de cada uno de los individuos que compone el colectivo denominado sociedad.
De aquí se puede distinguir claramente, la ética general (abarca la perfección propia del hombre a través de cada uno de sus actos, la aproximación al absoluto y la trascendencia espiritual), la ética social (busca al perfeccionamiento del hombre con un carácter solidario, no solo mediante la realización de los valores personales, con un actitud personalista, si no solidaria, en la que el grado de perfección que se adquiere mediante el acto, sea por igual para unos y para otros). La idea del “bien común” se desprende entonces de una ética social, que por su relevancia pone de manifiesto el orden prioritario, que debe alcanzar sobre una ética general.
No es la sumisión de la ética individual a la ética social, por el contrario es el encontrar en la ética social un fuente normativa abstraída de una realidad existencial, para el perfeccionamiento del hacer en común, que nos brinde el medio por el cual todos nos realicemos plenamente como seres humanos, no sólo como hombres, si no integrados a la totalidad del genero.
En este sentido cabe hablar de la persona humana y los principios éticos que en el orden económico deben apuntar a un bienestar personal y social, en los que no sólo se debe buscar el beneficio personal, de un grupo o comunidad, si no que se antepone a todo lucro de carácter particular el beneficio social.
La economía, entendida como el afán de lucro, resultante de la actividad competitiva de los miembros de una sociedad, no define esta mas allá de la relación que se da entre los medios de producción. Esta visión fenomenológica y reduccionista encasilla a la sociedad como un ente, en constante afán de poder a través de los medios de producción.
Pero entender la economía solamente como un afán de lucro que organiza una sociedad, es despojarla de su finalidad trascendental, pues según los estudiosos, la economía ha de servir de motor para la creación riqueza y valores sociales, que permitan el desarrollo armónico de la persona humana, en lo particular y en lo social.
La economía está cimentada en la propiedad, entendida como el derecho de control y disposición exclusivos voluntarios sobre una cosa. El trabajo, que desde su perspectiva puramente económica es un prestación que exige a cambio un contra prestación en forma de salario, aunque la experiencia demuestra que el hombre busca el trabajo por algo más que una mera remuneración económica.
El fundamento moral de la propiedad privada tiene su génesis en el derecho al sustento y desarrollo de ser humano, que obliga a servirse de los medios y los bienes necesarios para su subsistencia, que parte del derecho natural y el derecho a la vida. Y la acumulación de la riqueza, como una forma mas avanzada de propiedad, somete a juicio el fundamento mismo de la propiedad, el exceso de algunos en la posesión de bienes materiales en detrimento de los desposeídos, plantea el dilema moral de la propiedad privada y su legitimidad, dando cabida así al planteamiento de la propiedad comunal o pública, como una disposición natural en la organización de la sociedad.
Aristóteles destaca la importancia de la propiedad privada en la realización del bien común, y en este sentido considera la distribución de los bienes materiales. El anteponer cualquier tipo de provecho personal, apropiándose injustamente de las cosas, es el argumento necesario para enmarcar la polémica sobre la propiedad privada.
La mayoría de los individuos consiguen la propiedad que necesitan trabajando para ello. Mediante el contrato de salario, el individuo alquila su trabajo a otro por una cantidad específica de dinero, designada como jornal o salario. Pero, como se decía, la experiencia demuestra que el hombre busca en el trabajo algo más que la mera remuneración económica: busca desarrollar su personalidad mediante el esfuerzo dirigido a una actividad que le provoca un llamado (vocación) en el cual manifestar su compromiso, no sólo consigo mismo, si no también con la comunidad.
El empleo es un derecho del ser humano, merced a este medio puede allegarse los recursos necesarios para su subsistencia. El hombre tiene derecho a la vida, y a vivirla dignamente, con el decoro que le imprime su dignidad.
Los sindicatos obreros, nacen de la necesidad de defender la justa retribución al esfuerzo desempeñado por el trabajador, y proteger las condiciones de trabajo, en el desempeño de sus actividades, la justa contratación en los términos de conveniencia para las partes. El instrumento de defensa o arma es la huelga, que es una cesación organizada de trabajo por un determinado número de trabajadores. Si el propósito de la huelga es justo, la huelga es un instrumento moral al alcance del gremio obrero; si, por el contrario, se pone a disposición de líderes corruptos, que pervierten el propósito con fines aviesos, la huelga deja de ser un instrumento moral al alcance del trabajador.
La huelga por solidaridad responde a otro tipo de intereses, y se convierte en inmoral por el perjuicio que causa a terceros no culpables; la huelga general es un instrumento político que nada tiene de relación en el campo laboral, que puede o no perseguir una injusticia social, que proviene del estado, el calificativo ético tendrá que esperar al análisis de cada una de sus fuentes de moral, por lo pronto el perjuicio ocasionado a terceros no culpables, la hace reprobable e inmoral.
En cuanto a la licitud del trabajo, dejamos a la recta razón como rectora de la actividad moral, en el desempeño de la actividad propia, si es un trabajo honesto, honrado, si no hay cooperación al mal moral, si no hay una degradación propia de la dignidad humana ni en el que lo ejerce, ni en el que lo recibe, porque no es de justicia obtener el sustento por encima de la dignidad de los demás.
Así, se dice que todas las huelgas buscan lo mismo, pero no todas las huelgas son iguales. Y en el caso de la Universidad de Sonora, en caso de que las negociaciones no lleguen a un arreglo satisfactorio para administración y sindicatos, seremos simples observadores de la suspensión de actividades a partir de hoy, con todo lo que representa para todos. Recordemos que se ha dicho: “Los recursos de la Universidad son finitos”, y esa es una realidad irrefutable.
No hay que perder de vista que la Universidad (administración y sindicatos, que son parte integral de la máxima casa de estudios) no es una fábrica de botas que si se paraliza sucede muy poco, sino una institución que está comprometida con la sociedad y es parte fundamental en el fortalecimiento intelectual, considerando todas las variables del concepto, de la entidad y el país.
No se trata, finalmente, de ver quién será el vencedor en este emplazamiento. Acaso debemos de fijarnos en quién será el verdadero perdedor: los estudiantes, principalmente; las esperanzas de sus padres, el tiempo sin aprovechamiento, las investigaciones en desarrollo, los experimentos, los convenios con los colectivos que le dan vida y sentido a la Institución...
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