La felicidad no sería felicidad sin una cabra y un violín, dijo Anna Scott (Julia Roberts) en Notthing Hill.
No estoy seguro de eso.
Yo le apuesto más a que la felicidad, como condición sine qua non, requiere un corazón y algo o alguien que lo haga latir.
No se requiere más.
Incluso la soledad es un buen aliciente para la felicidad.
Pero nunca está de más tener a la mano una cabra y un violín por si la soledad llegara a fallar.
O si no encontráramos ese otro corazón que, como condición sine qua non, se requiere como aliciente para la felicidad.
Yo tengo un violín.
Tengo el corazón.
Y soy capricornio.
Ergo: soy feliz.
Al menos en este infinito instante en que pongo aquí lo que soy, como paloma que cruza el cielo a ningún rumbo a dar ese abrazo que yo sé que alguien necesita en algún lado...
Si las palomas, las cabras y los violines no son para eso, para soportar la nostalgia, ¿entonces para qué...?
Te acompaño en la melancolía dominical, pues...
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