El viejo tema del trato preferencial al que se han impuesto los medios de comunicación (chicos, grandes, medianos y los que todavía no nacen, pero todos caprichosos hasta la madona) ha salido a la luz pública con los dimes y diretes que ha generado la destrucción por parte del Ayuntamiento de la torre del nuevo Hermosillo Flash al parecer por irregularidades administrativas.
El Flashgate, pues.
Desde luego que los empresarios de las noticias ya se han dividido, dependiendo de su filiación editorial, y han empezado a hacer cera y pabilo del tema.
Quienes defienden a la empresa liderada por el periodista Eduardo Gómez Torres esgrimen argumentos que van de lo poético a lo ridículo: "Hermosillo Flash es un ícono del Hermosillo viejo", dicen algunos sin ofrecer criterios para definir lo "viejo", mientras que los más recalcitrantes mencionan que este es un acto de represión contra el oficio del periodismo.
Con todo, conviene revisar a fondo los mecanismos legales que dieron forma a un comodato de 99 años por uso y usufructo de un espacio público, igual que el comodato que prácticamente le ha regalado el estadio municipal "Héctor Espino" a los dueños del equipo Naranjeros.
¿Influencias? ¿Dinero? ¿Alcurnia, con lo vago que es este término...? Que conteste la ciencia...
Lo que se sabe es que el 14 de julio de 1980, a las 20:32 horas, la torre fue inaugurada por el entonces gobernador Samuel Ocaña, ante la presencia de la comunidad en general. Y desde ese momento, el Hermosillo Flash, como empresa, marcó su destino gobiernista.
Se ha anunciado desde siempre como una opción que ofrece información veraz y oportuna. Lo primero lo ofrece la tecnología de manera casi automática; lo segundo resulta cuestionable en todo medio de información —sea de aquí, de allá o de cualquier lado— porque los medios viven de las alianzas comerciales que establecen, cuando no de la dependencia directa de los grupos de poder económico que necesitan siempre portavoces para editorializar la cotidianidad a su favor.
Casi 30 años de vida tiene Hermosillo Flash.
Casi tres décadas ofreciendo una visión fragmentada de la realidad, en breves cápsulas donde no cabe ni el dolor, ni el hambre, ni los sueños ni la esperanza.
También por ello conviene revisar el pasado inmediato de nuestro entorno, antes de que el polvo de las obras faraónicas que se levantan con dineros públicos para honrar la memoria de unos cuantos cubra nuestra escasa memoria.
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No hay que olvidar, pues, que la administración del anterior gobernador priísta Eduardo Bours Castelo pretendió en vano privatizar el canal de televisión Telemax y además inició con dinero de todos la construcción irregular del nuevo Hermosillo Flash en el principal crucero de esta capital, según reportes de prensa.
Ambos proyectos de Bours Castelo no prosperaron, ya que en el caso de Telemax tuvo que dar marcha atrás en la licitación a la que había convocado, televisora pública que había pretendido vender en 110 millones de pesos, pero se lo impidió el rechazo de diversos sectores sonorenses.
Con respecto a la obra en construcción del nuevo Hermosillo Flash, donde se pretendía transmitir noticias en su pantalla electrónica, quefue demolido por la administración municipal encabezada por el alcalde local panista Javier Gándara Magaña por carecer de los permisos oficiales, surgieron varios datos que ameritan explicación de parte de Eduardo Bours Castelo.
De acuerdo con lo declarado por el dueño del Hermosillo Flash, Eduardo Gómez Torres, la obra de la nueva pantalla electrónica la iniciaron con recursos del gobierno del estado, pero sin las autorizaciones oficiales de construcción, uso de suelo y de vía pública.
“Esta es una obra de Gobierno (del Estado) y a él le corresponde correr todos los trámites de permisos y autorizaciones”, dijo Gómez Torres al diario local El Imparcial.
Entonces la pregunta es: ¿por qué un empresario privado defiende y se adjudica una obra construida con dinero público? ¿Por qué una obra que requiere inversión y varias autorizaciones oficiales se hizo sólo de palabra entre Gómez Torres y el gobierno de Eduardo Bours?
Por su parte, el portal de noticias en internet Ehui.com, indicó que “hace unas semanas el alcalde Javier Gándara se reunió con el Eduardo Gómez Torres, ahí salió a relucir la construcción de la torre y la autoridad municipal sacó a cuentas la inexistencia del permiso de construcción expedido por el Ayuntamiento; el señor Gómez Torres expuso que esa obra le fue ofrecida por el Gobierno de Eduardo Bours a fin de derrumbar la vieja pantalla, misma que todavía funciona”.
Agregó que Gómez Torres también le explicó al alcalde Gándara Magaña que “todo fue un acuerdo de palabras; es decir, el Gobierno del Estado construiría la nueva pantalla y gestionaría los permisos correspondientes”.
Ehui! aseguró que la demolición de la obra es un acto de “prepotencia y autoritarismo, porque si Hermosillo Flash no es la dueña ¿para qué buscó Javier Gándara a Gómez Torres y sacó el tema de los permisos? Queda claro que la actitud asumida por la autoridad municipal va más allá de hacer respetar un reglamento, todo hace indicar un revanchismo político y una actitud déspota del alcalde Gándara Magaña”.
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También queda claro que más allá de cualquier explicación razonable, convendría irse por partes, desde el principio, y llegar a conclusiones en las que no tengan que ver ni alianzas de empresarios periodísticos ni presiones de grupos de poder ni interpretaciones hechas sobre acuerdos establecidos en el aire, confiando en la palabra de unos cuantos que se pasan por el arco del triunfo la opinión de las mayorías...
Como acostumbran casi todos los medios, por no decir que todos...
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(Con información de www.laciberprensa.com)
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