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miércoles, 26 de mayo de 2010

Ser líder sindical es un oficio que apasiona…

Dicen que debemos conocer nuestro pasado para no repetir nuestros errores. También dicen que en los países verdaderamente civilizados la historia no se repite. Pero en México aún no hemos terminado de escribir la historia sino que estamos repitiendo una y otra vez los mismos pasajes del pasado que aún no se convierten en historia. De hecho, estamos tratando de repetir un bicentenario en un centenario que parece un hoy largo y enfadoso, como las noticias que genera la desparición-levantón-secuestro del Jefe Diego. En fin…

Para muestra de lo que digo en eso de repetir y repetir y repetir lo mismo ad nauseam, ex timado lector, está este botón basado en el libro Crónica Mexicana del Siglo XX, que ahora me permito compartir con usted para pegarnos un quemón en miércoles (al fin que quiebra semana, decía la Chévelin en aquellos mozos y hermosos años) y después pistear con la conciencia en paz para celebrar el cumpleaños del Polacas, al que no están invitados los militantes del PRI, del PAN ni del Verde Oportunista. Sólo los del PUS, para acabar pronto… con el barril. Ajá.

La historia es muy sencilla: en la década de los 20, se consolidó el sindicalismo que rigió los destinos de la clase obrera en México durante prácticamente todo el siglo pasado. Destacan tres figuras: Luis N. Morones, el líder obrero más importante de los primeros años; Vicente Lombardo Toledano, primer dirigente de la Confederación de Trabajadores de México, y Fidel Velásquez, que controló el panorama obrero hasta su muerte, acaecida el 21 de junio de 1997.

Morones participó desde muy joven en las luchas sindicales de la Compañía de Luz y Fuerza, y en 1918 comenzó su carrera ascendente al formar la primera central sindical importante: la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM), clave en la conformación del movimiento obrero, pues sentó las bases del sindicalismo vinculado al Estado, al apoyar una amplia colaboración no política con el gobierno, marginando las concepciones anarco-sindicalistas. La hegemonía de la CROM estuvo en manos del grupo “Acción”, encabezado por el mismo Morones.

Morones fundó también el Partido Laborista Mexicano, como brazo político de la CROM, el cual le redituó importantes posiciones. Con Obregón, Morones fue diputado, gerente de la Compañía Telefónica y Telegráfica y director de los Establecimientos Fabriles Militares. Durante el callismo, la CROM llegó a contar con 11 de los 48 senadores, y 40 de los 270 diputados; igualmente, Morones encabezó la Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo.

Desde su posición de poder, los cromistas monopolizaron la vida sindical e incluyeron a todos los nuevos gremios de trabajadores, pues su registro dependía de la secretaría que ellos encabezaban. A Morones se le ha responsabilizado de ser uno de los artífices del conflicto religioso que dio origen a la guerra cristera, al intentar la división de la Iglesia católica mediante su apoyo a la toma del templo de la Soledad y a la creación de una iglesia nacionalista.

En esta época Morones se sentía presidenciable (como el montón de individuos e individuas que se han colgado de sus egos para hacer promocionales y pasárnoslos como si los hubiéramos pedido a gritos para el 2012, principiando por el Gelboy Peña Nieto, hijo de Peña y nieto de Nieto, y terminando precisamente con el Gel Boy Peña Nieto), razón por la cual comenzó una pugna con Obregón cuando éste pretendió reelegirse en 1928. Marginado de esta lucha, públicamente apoyó al candidato de una manera condicionada, mientras en privado boicoteaba dicha candidatura.

El 30 de abril de 1928, al celebrarse el Día Internacional del Trabajo, Morones hizo pública su ruptura con Obregón, por lo que muchos sospecharon que estaba detrás del fanático que asesinó al sonorense. Esta presunción fue su ruina política: a fines de 1928, durante la IX Convención de la CROC, varios grupos se separaron de ese organismo, hecho que el pueblo bautizó como el “desmoronamiento”. Uno de los líderes más importantes, Vicente Lombardo Toledano, pidió la desaparición del Partido Laborista y, ante el acoso de los moronistas, en 1932 fundó la llamada “CROM Depurada”, dando el golpe mortal a la ya debilitada organización tras el nacimiento del PNR.

De estas rupturas destaca el nacimiento del grupo denominado Los Cinco Lobitos, de donde surgió Fidel Velásquez, y que fue apoyado por el presidente Emilio Portes Gil para socavar las bases sindicales de Morones. El papel de la CTM en sus primeros años fue de apoyo fundamental para realizar las reformas cardenistas, así como la expropiación petrolera y la nacionalización de los ferrocarriles.

En 1941, ante la derechización del país, Fidel asumió la secretaría general de la CTM hasta 1947, cuando Fernando Amilpa asumió el cargo, época durante la cual Lombardo fue expulsado de la organización. A partir de 1950, Fidel se convirtió en líder de la CTM, cargo que mantuvo durante 47 años, algo así como el otro Fidel, el del “comes y te vas”.

Lombardo inició su carrera en el sindicato magisterial (había formado parte del grupo de los Siete Sabios y de la dirección de la CROM. Tras el desmoronamiento salió de la CROM para unirse a Fidel en 1933. Tres años después (con Fidel, y en alianza con los comunistas y los socialistas) formó la Confederación de Trabajadores de México, de la que fue primer secretario general (de 1936 a 1941) y que regiría los destinos de la clase obrera hasta la crisis del PRI.

Importante ideólogo del nacionalismo revolucionario, fue figura importante en el proceso de nacionalización del petróleo, Lombardo abandonó la CTM en 1947 y formó la Unión General de Obreros y Campesinos de México (UGOCM) y el Partido Popular (PP), al que en 1960, a raíz del triunfo de la revolución cubana, le añadió la palabra Socialista. Fue diputado en tres ocasiones y candidato a la presidencia de la república por el PP en 1952 por la mañana. Murió en 1952 por la tarde.

Hacia 1942, la CTM, baluarte cardenista de los trabajadores, empezó a sustituir su lema de “por una sociedad sin clases” para favorecer otro más ambiguo: “por la emancipación de México”, lo que da cuenta de su paulatina transformación y alejamiento de los intereses de los trabajadores, y en octubre de 1947, decretó que todos sus miembros pertenecieran al PRI, en un corporativismo salvaje y grotesco, por decir lo menos.

Antes de morir, Fidel Velásquez ordenó a los cetemistas apoyar al PRI en las elecciones del año 2000. Su sucesor, Leonardo Rodríguez Alcaine, pintoresco líder electricista que se distinguiría por su lenguaje procaz y disparatado, sucedió a Fidel al frente de la central obrera, y después se murió, para seguir los pasos de su jefe Fidel. Y como lo hiciera el Lobito Velásquez, antes de morir la Güera Rodríguez, el cuñado de todo México, refrendó su apoyo al Revolucionario Institucional: es que hay vicios que son difíciles de dejar, aunque uno se queme el sindical y corporativo hocico.

Y es que, según se ve, ser líder sindical es un oficio difícil de abandonar, ya ven el desgreñadero que traen los miembros del Sictuhsa y los del Cohtapsa en su afán por manipular los destinos del transporte público en Hermosillo, que si uno sigue los hilos hacia arriba de ambas siglas, verá que todo se reduce a una pugna política entre lo peor del gobierno estatal contra lo peor de lo que queda del transporte bursista.

Y ni hablar de otros líderes sindicales que son como los profesionales de partido político: una vez ocupan un puesto, en otra ocasión otro, y después uno más... y todos esos puestos merecen que le destinen todo su horario laboral; es decir, no trabajan pues, mientras las bases se parten el lomo de sol a sol, no como yo, claro, sino como la gente que de verdad trabaja, como usted, amigo lector... je...

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