Será que vivimos tan al norte de México que los
Reyes Magos no llegan hasta acá, o quién sabe, pero el asunto es que Santaclós
(o San Nicolás) tiene monopolizado el terreno regalístico, el espiritual no sé,
y en el religioso no hay nada qué ver, pues Santaclós no guarda una relación
cierta con la cristiandad, como los magos que, de acuerdo al evangelio de San
Mateo, aparecen en la Biblia, quienes vinieron de Oriente buscando al nuevo rey
que habría de nacer.
En las Escrituras no se abunda mucho sobre su origen,
su personalidad, sus rasgos… vamos, ni siquiera sobre sus nombres, pero se
asume que eran sabios o astrónomos, que no es lo mismo pero es igual, llamados magos
en aquella época porque venían siguiendo una estrella que presagiaba la llegada
del nuevo rey.
Como venían con regalos para el rey que habría
de nacer, la tradición los describe como seres bondadosos con presentes para
todos, asignándole un nombre y rasgos específicos a cada uno. Veamos:
Melchor es un anciano blanco con barbas plateadas.
Su regalo para Jesús es oro, representando su naturaleza real.
Gaspar es un joven moreno. Su regalo es el
incienso, que representa la naturaleza divina de Jesús.
Baltasar es de raza negra. Su regalo a Jesús es
mirra, que representa su sufrimiento y muerte futura.
Lo anterior lo encontré en el consultorio del
Dr. Google, pero digamos que bien a bien no me sé la historia. Sólo sé que por
estas tierras de la baja pimería los Reyes Magos no suelen venir.
Recuerdo que algunos años del pasado, cuando
Arely y Alí eran pequeños, colgaban medias en el árbol de Navidad o ponían
zapatos en la ventana por si acaso andaba por ahí algún rey mago (o al menos
uno vago) que les dejara algo en las prendas. Y sí, algo les dejaban. Pero
cuando llegaron los años, los magos se fueron, como parece que sucede con casi todo
en la vida: los años espantan los momentos felices.
Hoy es 6 de enero. La tradición en esta casa es
partir una rosca y tomar chocolate o café, y esperar a que no te salga el monito,
porque entonces uno está obligado a patrocinar los tamales el 2 de febrero, día
de la Candelaria y de los albañiles.
También es un día para pedir deseos. Buenos
deseos, sobre todo, que lo malo llega solo, y lo peor no necesita invitación.
Hoy mis buenos deseos están dedicados para las A
de mi vida, esas que habitan en mi corazón desde toda la vida. Y espero que
esos buenos deseos los acompañen todo el año.
Son deseos que, como los reyes en Galilea,
siguen la estrella de un pastor…
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