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lunes, 26 de enero de 2015

Se fue el ruiseñor, se queda el caparazón…




El cantante griego Demis Roussos ha fallecido en Atenas, a los 68 años. 
Los admiradores de la canción melódica de los 70 y los partidarios de la dignidad del kitsch mediterráneo pueden dar un suspiro de melancolía y evocar aquello de "la voz de terciopelo".
Los que no vivieron aquella época, en cambio, tratarán de separar la imagen de Roussos de la de Georges Moustaki. De alguna manera, la confusión es una equivocación imperdonable, pero, al mismo tiempo, puede servir para explicar a Roussos. Demis, como Georges, nació en la legendaria Alejandría (12 años después y con el nombre de Artemios Ventouris Roussos) en una familia griega que volvió a 'casa' cuando la revolución de Nasser.
Y entonces, otra coincidencia: París. Si Moustaki se había dirigido Francia obsesionado por y la 'chanson', Roussos también cogió el vuelo del Aeropuerto de Orly para ponerse bajo el manto de Vangelis. El compositor griego formó una banda llamada Aphrodite's Child en la onda del rock progresivo y le entregó el bajo a Roussos. Después, alguien descubrió que el chico era capaz de cantar pop con una voz atenorada que, de alguna manera, marcaba el camino hacia el glam rock.
Y en esa rodada, todo fue una locura: Demis Roussos construyó una imagen inolvidable: al borde de la obesidad pero muy sexy, maquillado pero absolutamente viril, casi calvo pero melenudo, vestido con túnicas y zapatos de tacón cubano... 
Muy afeminado y muy heterosexual al mismo tiempo.
Para 1973, Roussos ya era una estrella del pop en toda Europa. No la más preciada por los intelectuales pero, ¿qué más daba eso? 'Forever and ever', 'Goodbye my love, Goodbye', 'Lovely lady of Arcadia'... Y sobre todo, Velvet mornings ('Triki, triki, mon amour'). La fórmula también era una locura: un poco de disco, un poco de pintoresquismo griego, un poco de canción melódica italiana, un poco de 'glam rock'... Es difícil no sonreír al pensarlo.
Después, cambió el momento, Roussos perdió la tecla y su figura se convirtió en una pieza de porcelana que el mundo miraba con no demasiado interés. Si, bueno, pero se lo debió de pasar bien en su momento.
Hoy ha muerto el ruiseñor que vivía en un cuerpo de hipopótamo.

(http://www.elmundo.es/)

Y ahora algo para el recuerdo: “Velvet mornings”. Salú a los que se quedan.


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