Trova y algo más...

domingo, 3 de enero de 2010

No vo'a trabajá... no vo'a trabajá...

No sé tú, pero yo no tengo ganas de ir a trabajar mañana: digamos que estoy contagiado por el ritmo y la poesía chúntaro style de El Gran Silencio:

Lunes, principio de semana, principia la semana: no vo’a trabajá, no vo’a trabajá, no vo’a trabajá, no vo’a trabajá… acitrón de un fandango sango sango sabaré, sabaré que va cantando con su triquitriqui triquitán, su triquitriqui triquitán…

Eny, wey...

Hoy termina el periodo vacacional de la época navideña, y yo creo que es por el gasolinazo y los nuevos impuestos o tal vez porque yo no estoy de acuerdo con los cambios en el gabinete del ilustre grisáceo que habita Los Pinos o porque de a tiro no me hace gracia este país nuestro de cada día, pero de ganas de ir a trabajar mañana... pues nada, pescadito...

Es lo malo de las vacaciones —decía mi extinto compadre Cleto—: que lo vuelven a uno un poquito más inútil de lo que ya es... y luego se empinaba la ballena (déjeme decirle a usted, ex timado lector, que allá en Navojoa el ambiente fiestero se puebla de ballenas, en lugar de cahuamas, que ni es lo mismo ni es igual, no sé porqué... y francamente, ese enigma filosófico contemporáneo como que no me interesa mucho: yo nomás a lo que iba, a rellenar el vaso para contribuir con la causa de salvar a las ballenas marinas dándole en la torre a las ballenas terrestres, si es que así se pueden denominar a aquellos receptáculos de mil mililitros en forma como de envase de cerveza... ókela!)...

Y sí, tan cierto como lo es el dicho del Cleto, uno se vuelve un poco más inútil de lo que ya groseramente existe, sobre todo después de dos semanas de vacaciones, en las que uno no para de cebarse como cochi (¡Me amarraron como puerco!, gritó el del video en plena beodez espartana cual oráculo mexicano): dicen los expertos en el ingrato arte de recomendar cómo comer bien —que igual también son unos cerdos como todos, al menos en apariencia— que uno aumenta entre dos y cinco kilos durante las fiestas navideñas porque se la lleva tragando y comiendo (o comiendo y tragando, depende del gusto y los modales) sin parar más que para hacer aquello, aquellito y aquellote... y también para dormir, que a veces hay que hacerlo para que al menos las neuronas pasen unas buenas vacaciones, ciertamente...

Y en verdad os digo que uno se acostumbra a levantarse tarde, a comer sin freno y a beber como ministerio público en horas de oficina, y estos días que hoy terminan (¡Lástima que terminó el festival de hoy... pronto volveremos con más emociones...!, cantaban algunos animalitos cartonescos liderados por... Porky, otro vil cerdo) no podrían —ni tenían porqué— ser la excepción.

Pero, como decía el Piporro: uno se cansa, se exténua (sic) y se fatiga de tanto no hacer nada y de perder el tiempo con todo.

Yo, por ejemplo, al tercer día ya estaba en calidad de bulto, sin querer salir de la cama en todo el día, y no precisamente por el frío.

En cambio, yo vide en los días que tuve conmigo a la Araceli que —como dicen las mamás— desde que dios amanecía andaba con un trapito limpiando cuanto negocio había que limpiar o lavar o simplemente enderezar todas las chuecuras que en mi buena voluntad dejaba a mi paso.

Y todavía, a estas horas de la noche, anda como volviendo a crear el universo: con su trapito urbi et orbi...

Nada más por eso pienso en que es mentira que dios sea hombre: para mí que es mujer común y corriente, porque de otra manera no se explica que haya trabajado tanto sin quejarse, sin regarla y sin andar por ahí pasándole la receta a todo el mundo (¡ajá!) de qué tantas cucharadas de sabrá que cosa le puso a la nada, al vacío, al caos, para que después de no sé cuántos lustros a fuego lento sacara del horno un universo que todavía no somos capaces de explorar en su expansiva totalidad, y sacara también algunos planetas y sus respectivas formas de vida que todavía los científicos no alcanzan a comprender en su terquedad antropomórfica, y sacara también los reinos vegetales, animales y minerales en constantes evolución que cada cierto tiempo entran en crisis gracias a su propia estupidez, sobre todo el reino animal y el animal del reino y su ego fálico...

Como sea: hoy termina el periodo vacacional y mañana es lunes... y un no sé qué de chúntaro style viene bajando lentamente por la escalera del viento frío de la noche con su ritmo contagiante (¡tzingao!):

Lunes, principio de semana, principia la semana: no vo’a trabajá, no vo’a trabajá, no vo’a trabajá, no vo’a trabajá… acitrón de un fandango sango sango sabaré, sabaré que va cantando con su triquitriqui triquitán, su triquitriqui triquitán…

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