Yo no sé si mi destino ya estaba escrito, o sería el designio de dios que yo fuera un mitotero de marca que anduviera metiendo la nariz en todas partes, leyendo hasta lo que qué me importa, con el único fin de compartir con el amable (e)lector de las gradas de sol lo que a mi (falta) de juicio considere compartible, ya por interesante, ya por creativo, ya por decir verdades que todos quisiéramos decir pero que nos falta abecedario para hacerlo...
Yo no sé, pues, pero el caso es que hoy tomé prestado de la columna El diván, la siguiente entrega de Miguel Ángel Avilés, sudcaliforniano, pero también hermosillense para que lo leyéramos todos... si quieren, que tampoco es manda, aunque ya se acerca la Cuaresma...
Casi puedo asegurar, que tú y yo, amigo lector, estaremos de acuerdo con lo que plantea aquí Miguel Ángel, aunque mi musa es más bien Meg Ryan (ya sé, ya sé: le falta derriere, pero algún defecto habría de tener la güera... ni modo)...
Con permiso:
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Me temo, -o me alegro-, que el desprestigio de la clase política actual ya empieza a tocar fondo.
Cuando se les escucha disertar en un ir y venir de gesticulaciones y hábiles manoteos tras de cámaras o en una rueda de prensa, o en una nota de horario triple A, es probable que alguna gente, la menos, termina suspirando de la emoción y llega a creer que en verdad están diciendo algo muy interesante.
Pero la mayoría ya nos hemos damos cuenta que todo esto es un desvarío, estrategia de oropel de unos cuantos, sea del partido que sea, que han tomando para nuestra infortunio las riendas del país y que ya no puede tolerarse más.
Sí analizamos con extremo rigor las condiciones objetivas y subjetivas del momento, encogiendo como ejemplo el debate y los acuerdos de cañería que traen ahora con las promiscuas alianzas, podemos concluir que la calidad de los actores políticos de la República requiere, en este tempranero siglo XXI, un cambio radical.
La estatura intelectual de cada uno de ellos ha caído precipitosamente en relación a la calidad de los que antaño fueron los grandes pensadores que con su aporte darían vida a lo que hoy pudiéramos llamar, sólo para meterle un poco de pedantería, el México contemporáneo.
Esto no puede tolerarse mas, muchas han sido las oportunidades que se le han dado con la benevolencia de nuestro voto o con nuestra mera complacencia del dejar hacer-dejar pasar pero el país no se merece ya tanto anarquismo político, tanto argüende que un día de estos puede pasar a la siguiente fase: el escupitajo mutuo. Contra la férrea oposición de estos tipos y tipas, que sin duda la habrá, creo que llegó la hora de construir al hombre nuevo. Sí, ese ente que nos garantice el prestigio nacional y nos aparte del bochorno en las próximas generaciones.
La idea es formar una camada, una cría de clase premier que nos haga olvidar lo mas que se pueda, esos actos por medio mundo conocidos y que nos han internacionalizado allende las fronteras: desde los personificados por presidentes de la República, como los ejercidos por los obsesionados en las francachelas blindadas por el efímero imperio de un curul.
Desde los atentados de un representante popular hacía un colega, hasta la disputa canina de un mínimo escaño entre un partido hacia el otro o el otro o el otro, o las contiendas taberneras que se suscitan hacia el interior de un mismo partido cual si fueran múltiples clanes lidiando rabiosamente por el bridón de un cártel que tripule los destinos de la República.
Desde la explotación de franquicias partidistas que simulan cambiar para no cambiar, hasta el filón que para muchos significa la militancia o la sacrificante, casi mártir carrera parlamentaria, esa generosa balsa de trabajo encontrada para salvarse muchos de de su grisácea intrascendencia en este mundo mexicano o para mitigar su agobiante desempleo que involuntaria pero sobre voluntariamente, con mucho tesón, habían prologando a lo largo de su vida productiva.
Esto funda la idea del Diván para considerar que ha llegado la hora de construir un hombre nuevo: el Estadista, el tipo o la tipa con el mejor IQ de todos los tiempos, recto, gallardo, nacionalista, intrépido, de mirada penetrante, con una honestidad a prueba de cualquier video clandestino, con voz de locutor de radio o de Cesar Evora o Enrique Rocha, de apariencia metrosexual, lecto, culto, bueno para cantar, excelente deportista, alburero hasta las cachas, con estatura mayor a 1.70 para arriba, con futuro asegurado(claro, antes de ocupar el respectivo cargo), con dotes de orador que casi raye en la declamación, incólume ante cualquier ofrecimiento de cinco millones de pesos o de un puesto diplomático a cambio de aprobar cualquier plan del adversario, pulcro(versus no renuente al baño), que tenga pleno dominio del idioma, que se sepa el Himno Nacional(claro, el nuestro, no el de otro país)
Sin ser requisito esencial, es importante también, para medir su valor, que haya sido protagonista de una hazaña o una epopeya digna de admirarse. Me explico con este ejemplo: yo tengo un sobrino que a la edad de un año y medio se cayó desde un segundo piso de una casa y vivió para contarlo. Le quedó la frente llena de cicatrices como al Perro Aguayo pero esa exigencia de la hazaña ya la tiene cubierta por si en un futuro tiene aspiraciones políticas.
Así ustedes, si tienen a algún conocido, un pariente, un amigo que fue víctima de una negligencia médica en el IMSS y vivió para contarla, si estuvo en manos de la policía estatal o federal investigadora y está ileso, si leyó completita toda la obra de Leonardo Stemberg o de Carlos Cuauhtémoc Sánchez sin que le haya quedado alguna secuela , si logró liberar un detenido en la PGR sin dar un quinto, sino no ha mantenido comunicación alguna con Manlio Fabio Beltrones o Elba Esther Gordillo o Arturo Montiel en los últimos sesenta años, si es de los que aguantó estoicamente un spot televisivo de Chucho Ortega(sin Marianita), si no lo une algún lazo familiar, laboral, político o económico con Diego Fernández de Cevallos, en fin, si son de esas aves que cruzan un partido político y no se manchan, propóngalo, téngalo listo para cuando llegue la hora de seleccionar a los hombres que significarán un parteaguas en la vida pública del Estado y del País.
Esto es apenas un bosquejo, un esqueleto de lo que puede constituir esa criatura que dará vida a ese hombre(o a esa mujer) y con diez cañones por banda, viento en popa a toda vela, deberá plantarse ante su paternidad ciudadana a quien se deben, y ponerse cuanto antes a las ordenes de su mandantes, es decir nosotros, los verdaderos dueños del sufragio y complemento imprescindible para conseguir una auténtica democracia representativa.
Sé que el reto que tenemos enfrente nos es fácil. Es mas, si la ciencia estuviera mas adelantadita nada nos costaría estirar una mano y aplastar un botón para que, cual de una lámpara, emergieran ilustres personajes de nuestra historia remota, quedarnos con lo mas granado de estos y echar a todos los actuales.
Ojala contáramos con algo parecido a esa expendedoras de refrescos o de café donde tu eliges cual tomar, le aplastas al logo de tu predilección y cae como por arte de magia la de tu predilección.
Digamos que yo estuviera enfrente de la maquina del tiempo-o como les de la gana llamarle- y, órale, le pico donde dice “El Cura Hidalgo” y de repente se deja venir el padre de la patria todo amorronado, con sus escasos cabellos blancos todos parados pero dispuesto a continuar la batalla dejada trunca cuando- literalmente- le dieron cuello.
Viendo tanta disposición de don Miguel, uno se emociona y entonces, ya entrados, le aplastas por ejemplo donde diga José Maria Morelos y Pavón y cuando salga, le acomodas el paliacate, se lo quitas si en ese momento no anda con su migraña y lo formas con don Miguelito. Luego Sigues con doña Josefa por eso de la paridad de género, y le sigues aplastando a la maquinita a ver si anda por allí Ignacio Allende, Javier Mina, Aldama, los Hermanos Galeana. Por lo pronto, con estos pudiéramos hacer un buen fandango, aunque eso sí: que no se te olvide el Pípila por si hay necesidad de cargar algo pesado.
Esto es nada mas para darnos una idea de cual es el plan: ya cada quien en casa, mientras logramos acabalar el hombre nuevo, puede hacer campechaneadamente su propio equipo: Que quiere sumar héroes de la Reforma con personajes de la Revolución,¡adelante!, que si metió tres niños héroes y los sumó con Pancho Villa ¡adelante!, que si quieren montar en un caballo junto a Zapata a la Corregidora allá ustedes, que cada quien haga su Drim Tim de acuerdo a su propio albedrío y como mejor le parezca.
También, ya entrados en la fantasía, no necesariamente el hombre nuevo por el que vamos en su búsqueda tiene que construirse de una sola persona. Sí alguien cree que el camino está en el colage y le apuesta a la suma de virtudes, caracteres, fisonomías , partes corporales, emociones, tono de voz, color de cabello, gustos, preferencias sexuales, manías, características estás que irán saliendo de aquí y de allá, no se detengan.
Que alguien sólo se quedó con los principios y arrojo de don Miguel Hidalgo pero prefirió ponerle la melena de Rigo Tovar o el inalterable peinado de Peña Nieto, ni hablar mientras el objetivo de honorabilidad se cumpla. Si al Pípila creen que deban ponerle el cuerpo de Willan Levy por si se ofrece levantar algo mas pesado, bienvenido; si el engendro de hombre nuevo estiman que debe tener la voz de Alberto Vásquez con cigarro y toda la cosa, o la de Enrique krauze o en cambio la de Javier López “Chabelo”, pero le quieren colocar esas patillas que estilaba Vicente Guerreo muy a la Elvis Presley, ya es cuestión de cada quien, mientras el objetivo se cumpla. Si para que reencarne en alguien la Corregidora, o Leona Vicario, o Carmen Serdan es necesario ponerle atributos como los que emperifollan a Paty Navidad, o, sin que esto constituya un ápice en la perdida de nuestra soberanía, debe tener la belleza de Catherine Z Jones, mi musa, ni hablar: cederemos con tal de alcanzar nuestro deseo de refundar nuestra patria con hombres nuevos y -sobre todo- mujeres nuevas y mandar al carajo a todos esos y a todas esas que hoy andan batidos en esa orgía ideológica y en su propia fetidez.
Al cabo esto es provisional, casi parte de un sueño, mientras logramos construir a ese esperado, esperadísimo hombre (mujer) nuevo. A los otros, los que murieron, así como a nuestra imaginación, hay que dejarlos descansar en paz, al fin que ellos, contrario a lo actuales, ya hicieron y muy bien, lo que históricamente les correspondía.
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Miguel Ángel Avilés avilesdivan@hotmail.com
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