El orgasmo puede definirse como el clímax de una relación sexual, donde se libera toda la tensión que se acumula durante la excitación.
De acuerdo con algunos especialistas, experimentar esta sensación de placer brinda algunos beneficios a la salud; entre ellos, mejora el flujo sanguíneo, reduce el estrés y quema calorías.
Los orgasmos, a largo plazo, reducen la presión sanguínea y los niveles de colesterol malo. A corto, propician la producción de sustancias que nos protegen frente a las infecciones.
Un estudio británico reveló que los hombres que tenían orgasmos frecuentes corrían un riesgo de muerte 50% más bajo que los hombres que tenían orgasmos con una menor frecuencia (menos de uno al mes).
Otros estudios han demostrado que la actividad sexual quema unas 200 calorías por “sesión”, más o menos las mismas que una carrera de 15 minutos.
Además, el orgasmo estimula en las mujeres una hormona capaz de rejuvenecer su aspecto. De igual manera ayuda a nutrir la piel y oxigenar más el cuerpo. Tener relaciones sexuales varias veces por semana reafirma el vientre y los glúteos en la mujer, mejora la masa muscular, la postura y previene la osteoporosis.
Las estadísticas no mienten: los casados o con pareja estable viven proporcionalmente más años y tienen menor riesgo de depresión que los que viven solos. Los expertos atribuyen parte de estos beneficios a que los primeros mantienen relaciones sexuales más frecuentemente.
Otra razón: las posibilidades de contacto físico que ofrece la vida en pareja. Según diversos estudios, el contacto “piel contra piel” reduce el estrés y la ansiedad, y reduce los sentimientos de soledad y abandono.
Según un artículo publicado en el British Journal of Urology, los hombres jóvenes pueden reducir el riesgo a futuro de desarrollar cáncer de próstata simplemente eyaculando más de cinco veces por semana (según los expertos, esto evitaría la acumulación de carcinógenos en el glande).
Por último, el orgasmo equivale a dos pastillas contra el dolor de cabeza, ya que se liberan las endorfinas, que es el equivalente natural a opiáceos como la morfina, un potente relajante y analgésico.
De esta manera, el pretexto de “me duele la cabeza” deja de tener sentido. El mejor remedio es hacerlo.
“Y lo mejor de todo —dijo el Polacas©, asomándose sin avisar— es que uno puede alcanzar el orgasmo en compañía o en la soledad, ¿verdad, mano?”, y luego se fue quién sabe si a quemar otras 200 calorías a solas…
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