Heredero de un teatro local escaso concebido más por la afición de la clase cultivada que por el sistema público educativo, precedido por un teatro comercial esporádico y no siempre prestigioso, y además en desventaja frente al deslumbrante fenómeno de las salas cinematográficas, el teatro de la Universidad de Sonora nace protegido con el buen tino de una estructura escolar: sería una Academia la que apoyaría su nacimiento, un organismo que aun cual1do modesto en su carácter de taller libre y un solo maestro, permitiría el esperado crecimiento en condiciones adecuadas.
Alberto Estrella se encargó de la misión:
“Novena y siete inscritos; el profesor Estrella al frente como único maestro y trabajador: habrá que multiplicarse para organizar los cursos sin dejar escapar a los demandantes; no es usual, de buenas a primeras inscribirse en una Academia de Arte Dramático en Hermosillo, así que es muy importante aprovechar al mayor número posible de aquellos pioneros del teatro universitario. Muchos de ellos proceden de distintas escuelas de la misma Universidad, aunque el aviso del nuevo centro de estudios atrae también a gente que trabaja o estudia en otras instituciones”. (Memoria Teatral de la UniSon, p. 43).
Las labores de organización y atención de la Academia, dada su naturaleza y circunstancias de inicio, dan una idea de los complejos movimientos y acomodos que el movimiento debió implementar:
“Los horarios son reducidos; los solicitantes eligen por necesidad las horas vespertinas-nocturnas, una vez concluidas sus actividades normales. La población de alumnos se divide en turnos para poder ser atendida. Lunes y miércoles, martes y jueves, viernes y sábados incluso: no hay, en este inicio, materias oficiales programadas; los primeros secretos de actuación se combinan y se dan sobre la marcha: conocimiento del escenario; movimientos básicos del actor y sus relaciones con el entorno; dicción, sobre todo dicción, insistencia continua del profesor Estrella...” (Op. cit.)
Reducido el grupo a cincuenta alumnos, y pasada la euforia de la primera inscripción, los dos siguientes ciclos anuales registraron un promedio de treinta y cinco alumnos. Esto permite que a partir del ciclo 55-56, asentados los ánimos y calculadas las necesidades, la Academia formule un primer programa oficial de actividades dentro del aula: Actuación, Dicción y Prácticas Escénicas. Eminentemente práctico el método de enseñanza, eminentemente activo el director, es posible determinar un primer catálogo de obras puestas en escena entre febrero de 1954 la fundación y junio de 1956 el primer ciclo escolar completo:
Petición de mano, de Antón Chejov;
El crimen de Insurgentes, de Antonio Helú y Antonio Fernández;
La madre, de Santiago Rousiñol;
La mentira, de Lajas Biro;
Los días felices, de Claude André Puget;
Auto de la triple porfía, de Emilio Carballido;
Cobardías, de Stuart y Shaw;
El ídolo, de Rafael Bernal;
Mi amigo Fernando, de Jorge Cejudo Díaz;
Don Juan Tenorio, de José Zorrilla;
Don Verdades, de Carlos Arniches;
Los hijos de Eduardo, de Marc Gilbert Sauvajon, y
La verdad del mexicano, anónimo.
Es la lista de las primeras presentaciones del teatro universitarios, en la que no se sigue una línea de autores ni de estilos. Sin embargo, se dan por lo menos dos intenciones muy claras: mostrar al público, entre obras de mayor o menor extensión, a dramaturgos de nombre reconocido: Chejov, Carballido, Zorrilla, Arniches; y, en segunda intención, promover el trabajo de alumnos destacados: Cejudo Díaz, autor de la pequeña obra Mi amigo Fernando, y Alberto Vega en la dirección de la misma.
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Alberto Estrella Miranda fue el pulmón del teatro hermosillense desde los años treinta y cuarenta; hizo labores de actor, director, productor, escritor y adaptador de guiones. Luego fundador, maestro y director, en 1954, del primer teatro universitario.
Nació en Nogales, Sonora, e13 de agosto de 1915. Cursó sus estudios primarios y secundarios en Hermosillo, Sonora, y en León, Guanajuato, lugares en los que vivió alternadamente la mayor parte de su vida.
Junto con otras destacadas personalidades del ambiente artístico de Hermosillo, fue fundador y núcleo principal de "Alma Nacional", grupo que durante la década de los cuarenta cubrió parte importante del teatro y la revista musical de aficionados en la ciudad de Hermosillo.
En febrero de 1954 es llamado para dirigir e impartir los fundamentos del arte dramático en la Universidad de Sonora, fecha de fundación de la Academia de esta disciplina en el Alma Mater.
Durante el período comprendido entre julio de 1956 y diciembre de 1957, la Universidad de Sonora concede licencia al profesor Alberto Estrella para continuar estudios de teatro en la ciudad de México. Hace contacto con el maestro Fernando Wagner, con quien toma formalmente cursos de actuación y dirección, a la vez que logra trabajo como actor en obras como Felicidad, de Emilio Carballido, y Cada quien su vida, de Luis G. Basurto; asimismo, como asistente de dirección del propio Wagner, en La locura de los Angeles, de Basurto.
Durante veintidós años se mantuvo al frente de la misma, período en el que cientos de alumnos recibieron entrenamiento actoral para en seguida formar, a su vez, nuevos grupos y movimientos de teatro y/o dedicarse a la instrucción de esta actividad.
La mayor parte de las obras presentadas por la UniSon durante la permanencia de Alberto Estrella, fueron dirigidas por él. Además de actores, también fueron formados profesores, directores y productores que hoy desempeñan sus funciones en esta ciudad y en algunas otras de la entidad.
El 2 de mayo de 1977 la UniSon le organizó un homenaje mediante el cual dio su nombre al aula original de la Academia, que continúa en funciones .
Murió el 22 de septiembre de 1980 en la ciudad de León, Guanajuato.
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Fuente: Luis Enrique García. Memoria Gráfica del Teatro Universitario. 1954-2004.
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