En el marco de la celebración de las siete décadas de la Universidad de Sonora, hemos iniciado la compilación de 70 fragmentos de la historia de la Universidad (personajes, infraestructura y hechos) en la serie “Universidad de Sonora: 70 años, 70 momentos”, de la que la presente entrega, tomada de la introducción del Primer Anuario publicado en la institución, es la número tres:
Joven, y por lo mismo llena de promesas, es la Universidad de Sonora. Se levanta airosamente hacia el noroeste de la ciudad, y es ya en la conciencia propia y en la ajena, un prestigio para el esfuerzo y para la fé que en el futuro de esta Entidad, entraña una máxima Casa de Estudios, un laboratorio de profesionistas y hombres de ciencia enmarcados en las disciplinas universitarias.
Nació la Universidad de un sueño de cultura que muchos hombres hilvanaron un día, frente a las amargas realidades de un Sonora ayuno de una preparación básica, de un esfuerzo bien logrado que diera a sus juventudes la seguridad de un mañana mejor.
Para los hombres enfermos de pesimismo, la Universidad de Sonora era solamente un sueño irrealizable, una utopía. Pero un grupo de hombres avezados a vencer obstáculos, amantes de la cultura, abanderados de toda idea grandiosa que entrañara un bien colectivo para las juventudes, se echaron a cuestas el trabajo de hacer realidad el sueño, y puesta en acción la noble idea fueron el alma del movimiento, para que luego las palabras se tornaran hechos y el dinero empezara a rodar hacia las arcas abiertas que había de llenar para realizar el proyecto.
Y fueron comerciantes, profesionistas, ganaderos, hombres de ciudad y del campo los que fincaron la base de una casa de cultura en la forma en que se empezaba a bosquejar; fueron ellos, plenos de entusiasmos y de anhelos, quienes dieron su esfuerzo y pusieron al servicio de tan noble causa tiempo, ideas y dinero.
Así empezó a surgir el proyecto y a adquirir forma poco a poco.
Hubo pesimistas que trataron de matar la idea con la profecía de todos los fracasos, pero por fortuna alentaba en los hombres de Sonora la tesonera constancia que ha sido siempre base de todos los triunfos; ellos no desmayaron, siguieron haciendo ambiente a su proyecto, siguieron abriendo brecha en los cerebros y en los corazones de los sonorenses de dentro y de fuera, robando tiempo a sus propios negocios y poniendo al servicio de la cultura de Sonora su esfuerzo, fue adquiriendo forma definitiva y vigorosa el sueño de un día. Y empezó a levantarse la Universidad, como una respuesta a todas las preguntas insidiosas, y todas las dudas mortificantes.
Fueron los hombres que formaron los primeros Comités Administrativos, los que más fuertemente lucharon, los que vencieron obstáculos, los que supieron de las amarguras de todo lo que se inicia, y deben ser ahora los que justamente deben sentirse orgullosos de ver levantarse airosamente esa hermosa realidad que es la Universidad de Sonora, de la que varias personas han dicho: “Pueden enorgullecerse los sonorenses de tener el edificio universitario más hermoso de la costa del Pacífico”.
No podemos decir aún que poseemos la mejor Universidad porque las Universidades no se improvisan, requieren tiempo, gestación difícil, levadura fuerte en juventudes estudiosas, potencia en material humano, y eso es cuestión de laboriosidad, de estudio, para que se vaya formando lentamente, como la perla en la ostra, como se elabora poco a poco el perfume delicado en la bujeta, como se gesta todo lo que un día debe constituir obra de orgullo y fuerza.
Por eso en este Anuario, donde se concretan los datos más completos, dando en forma sintética una idea de lo que ha sido la Universidad desde su principio hasta estos días, consideramos deber de justicia formar un Cuadro de Honor con aquellos nombres que fueron los primeros en formar una lista como miembros del Comité Administrativo de la Universidad.
Porque para los días venideros en que la Universidad de Sonora tenga ya tradiciones y sea fecunda en historia, hará falta saber y agradecer quienes fueron los hombres de buena voluntad en cuyos cerebros nació la idea y en cuyo dinamismo se hizo acción el anhelo de una Universidad de Sonora.
Porque para mañana, será su obra de ejemplaridad y altura, y podrán tomar fé en su ejemplo, los que inicien cosas que parezcan imposibles.
La Universidad de Sonora es un reto para los hombres de poca fé, y una afirmación para los que saben que con esfuerzo y constancia se llega siempre hacia la meta.
De la misma manera que con justicia ocupan lugar preminente en la historia de la humanidad los hombres que han sido los primeros en barrer obstáculos en pos de una conquista, de un triunfo científico, o guerrero, así también los que lucharon para hacer del sueño de la Universidad de Sonora una hermosa realidad merecen bien de las juventudes, agradecimiento y recuerdo del pueblo que ha colaborado también para realizar conjuntamente este hermoso principio, esta base de la cultura sonorense.
La Universidad está en marcha. En breve nuevas escuelas abrirán sus puertas con perspectivas mayores para los estudiantes.
Los planes de estudio son concienzudamente discutidos antes de ser aprobados, y un espíritu de verdadera responsabilidad guía todos los actos de las personas que forman Rectoría y el Comité Administrativo.
Este primer Anuario de la Universidad de Sonora engloba en forma sintética todos aquellos aspectos que puedan ser de interés y llevar orientación a las personas interesadas en la marcha universitaria; es, puede decirse, el primer paso al que seguirá la marcha acompasada de la máxima Casa de Estudios de Sonora.
--
Fuente: Anuario de la Universidad de Sonora. Diciembre de 1945.
--
--