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viernes, 17 de agosto de 2012

El Museo Regional de la Universidad de Sonora...


El Museo Regional de la Universidad de Sonora cumple una labor de extensionismo muy importante en el estado porque esta profundamente vinculado con el pueblo sonorense; además, recibe a visitantes extranjeros y nacionales.
 
El Museo cumplió más de 50 años de dar servicios ininterrumpidos a la comunidad: el 23 de febrero de 1957, el gobernador Álvaro Obregón y el rector Luis Encinas Johnson inauguraron el entonces llamado Museo de Arqueología de la Universidad de Sonora.
 
El primer director del Museo y Biblioteca fue Fernando Pesqueira. En aquel tiempo, las autoridades universitarias confiaron la labor del diseño y montaje del Museo de Arqueología al poeta y museólogo Carlos Pellicer, quien organizó una exposición basada en piezas arqueológicas de la cultura mesoamericana.
 
La sala del Museo quedó ubicada en el majestuoso edificio construido durante el mandato del general Abelardo L. Rodríguez, edificio que en su tiempo fue admirado y considerado uno de los más bellos en Latinoamérica.
 
Con respecto a las piezas y objetos que se exhibieron en el Museo, gran parte de ellos es copia de las que existen en el Museo Nacional de Antropología e Historia, y algunas otras piezas corresponden a importantes donaciones que hicieron personalidades de gran importancia en nuestra cultura, como Alfonso Caso, Diego Rivera, el Dr. Atl y Rufino Tamayo, por mencionar algunos.
 
Con el paso de los años, en el Museo se impulsó la investigación arqueológica, y prueba de ello son las importantes colecciones con que cuenta, como la colección de instrumentos de piedra llamados del “Complejo Llano”, de alrededor 11,000 años de antigüedad.






Sala de Historia “Leo Sandoval”


En 1975 se abrió al público la Sala de Historia como respuesta a la necesidad de hacer referencia a la historia regional. En aquel tiempo fue inaugurada por el rector Alfonso Castellanos, y está constituida básicamente por piezas que han sido donadas por personas interesadas en preservar el patrimonio de la región, y con las cuales se busca dar una muestra del proceso histórico y cultural de la región en sus diversos ámbitos.
 
A esta Sala la custodian dos esculturas —obras de Francisco Castillo Blanco, quien fuera maestro en la Universidad de Sonora— que representan a la mitología grecolatina: Diana y Minerva, figuras míticas que nos relacionan con la antigua tradición cultural occidental; esculturas que el Museo rescató, en estado de deterioro, del paraninfo del desaparecido Cine Sonora, siendo restauradas por estudiantes de Artes Plásticas.
 
El recorrido inicia bajo una ambientación con base en pinturas, objetos religiosos y fotografías de las iglesias de misión, como una manera de representar la importancia que tuvo la religión y los misioneros en ese proceso de gestación de un tipo de gente distinta a la que tradicionalmente habitaba la zona; es decir, al nacimiento del mestizaje y al proceso de aculturación que daba forma al nuevo hombre de estas tierras.
 
El visitante encontrará a lo largo del recorrido en la Sala de Historia varios objetos utilizados en Sonora durante el siglo XIX.
 
Se observa una lápida traída del pueblo de Rayón, que en su tiempo fue colocada en la tumba del Conde Carlos de Pindray, un francés de quien se desconoce las causas exactas de su muerte.
 
También, como importante símbolo de progreso a finales del siglo pasado, se exhibe una maqueta de la primera estación del ferrocarril en Hermosillo.
 
En el terreno del arte, se pueden observar óleos de pintores franceses que representan una muestra de la importante influencia que en su momento tuvieron en un sector de la sociedad sonorense.
 
En la Sala de Historia se presentan algunas de facetas de la Revolución mexicana, entre las que sobresale el papel que desempeñaron los dirigentes constitucionalistas sonorenses, así como la participación de grupos indígenas en sus filas militares.
 
El Museo también honra a héroes que en momentos decisivos demostraron su calidad humana, tal es el caso del sonorense Jesús García, quien tiene un importante lugar en la historia de la humanidad.
 
El 19 de noviembre de 2004, el rector Pedro Ortega develó una placa con la que se le impuso el nombre de Leo Sandoval a la Sala de Historia, en reconocimiento a la trayectoria como museógrafo de Leo Sandoval Saucedo, quien fuera responsable de esa Sala desde su apertura, en 1975, hasta el 1 de abril de 2007, fecha de su muerte.






Sala de Arqueología


La Sala es una invitación al visitante a recorrer en el tiempo, y con la imaginación, seguir los pasos que dio el hombre para llegar al continente americano en un lejano tiempo conocido como Era Glacial.
 
En un primer plano se cuenta con la fotografía de un cráneo que fue encontrado en San Diego, California, en 1929, al cual se le atribuyen 48,000 años de existencia y nos habla de la presencia más antigua hasta ahora encontrada en estas regiones.
 
Los objetos que se muestran en la Sala de Arqueología son fragmentos que reconstruyen, ante nuestros ojos, rasgos del estilo de vida prehistórico, y cómo el hombre luchaba por su supervivencia y se adaptaba al medio, a través de instrumentos que elaboraba, como el proyectil “clovis”, y armas para la caza mayor hace 11,000 años, y además representan la primera revolución tecnológica en América, por su especialización artesanal.
 
Los objetos de cerámica que se muestran en esta Sala indican el tipo de utensilios en los que preparaban el alimento, guardaban los granos e, incluso, almacenaban el agua, como en el caso de la cerámica “cáscara de huevo”, llamada así por su extrema delgadez.
 



Por otro lado, la cestería, de gran aceptación en la actualidad, fue también muy útil, ya que desde que el hombre era nómada creó las primeras formas del arte textil en cuerdas y redes para transportar, almacenar y obtener alimentos. Entre los diversos usos que se le dio al tejido de fibras naturales, está el vestuario; podemos conocer algunas técnicas a través de los restos que acompañaban a las Momias de Yécora —una encontrada en la cueva de La Tuna, en 1959, con una antigüedad de 650 años, aproximadamente, y una figura femenina encontrada en la cueva de Cecilia, en 1964, con una antigüedad similar—y los petates en que fueron amortajadas.
 
Finalmente, podemos mencionar que expresar la visión del mundo a través del arte ha sido una necesidad ancestral, tal como lo demuestra la colección de figurillas de barro, los ornatos de concha y piedras así como los petroglifos y pictografías, de lo cual se da una muestra en esta Sala.
 

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