Trova y algo más...

jueves, 21 de enero de 2010

Los sonorenses semos muy rancheros...

“Hoy dice el periódico…”, comienza una canción de Joaquín Sabina, el ornitorrinco.
Pues sí, hoy dice el periódico que por la violencia desatada en los últimos meses, Sonora, al igual que Sinaloa, Oaxaca, Tabasco, Guerrero y Michoacán están en alerta ante la presencia del crimen organizado. ¿Quién dijo eso? Pues el Oficial mayor de la Secretaría de Marina, Moisés Gómez Cabrera, al finalizar el cambio de mando en la Cuarta Región Naval, y después descubrió el hilo tibio y el agua negra: “Para los delincuentes es fácil desplazarse de un lugar a otro”, y luego justificó la presencia militar en las calles de México, como si fuera Irak: “Es por ello que en forma constante está cambiando la alerta que mantienen en los estados mexicanos”.
Después amarró la nota: “Los sistemas de Inteligencia de la Armada de México son los que determinan las entidades que padecen mayores problemas de delincuencia organizada y tráfico de drogas, en base a (sic y recontra sic) las investigaciones que realizan. Los elementos militares —resaltó— trabajan de una forma coordinada con autoridades colombianas, estadounidenses, así como el Ejército Mexicano, PGR, Policía Federal y con los cuerpos estatales en las acciones que emplea”. O sea… ¡aguas!
Y luego se barrió gachamente: “El sistema de inteligencia que emplea el personal de esta institución es superior al de otras y ello lo demuestran los resultados de los operativos que han obtenido en los últimos meses en diferentes partes de la república mexicana”, y destacó que los elementos de la Armada de México cuentan con más preparación que otras fuerzas federales e incluso que el mismo Ejército, por la capacitación, inducción y el sistema de inteligencia que desarrollan”. Eso dijo… y sin soltar la carcajada. No, señor.
Pero eso dicen los militares acatando fielmente las órdenes del comandante supremo de las fuerzas armadas mexicanas. O sea, el Felipe Calderón. Pero la realidad tiene otros renglones que nos dejan leer situaciones diferentes: ante los grandes espectáculos mediáticos de las balaceras espantosas para atrapar a capos que ya van de salida de las organizaciones, el tráfico y consumo de drogas ilegales continúa a la alza en nuestro país. Es decir, la capacidad de organización y reorganización de los carteles supera con mucho la inteligencia de las fuerzas armadas.
Y eso no lo inventamos los incrédulos, los escépticos, los catastrofistas que vivimos de este lado de la mesa de la realidad, en el que hacen falta platos y demás enseres del bienestar. Y es que, aunque en el altiplano no lo crean, por acá también sabemos leer y escribir, y desde luego que hemos aprendido a entender las cosas que nos pasan y a contar los muertos diarios, los cuerpos sin cabeza y los desbarres de una administración federal capaz de decir justo hoy que la crisis en México ha terminado. Así comoloyen
Por allá habrá quien piense que los sonorenses somos medio weyones, que nomás servimos para cabalgar en bola bien ensombrerados, para juntarnos en diciembre afuera de la casa del Mágalo a ver al Santoclós y sus santoclosadas, que estamos siempre a la espera de que nos den el santiago para enviar correos electrónicos al informativo Entre Tontos, que nos lamentamos por la posición en el estanding de los Naranjeros, los Mayos o los Yaquis —eny, güey— y nos lamentamos —y nos la mentamos— cuando la cheve nos alcanza en la parte alta de la séptima entrada...
Pero no, fíjate que no, amigo lector: los sonorenses también pensamos, a veces, como decía mi viejo amigo El Marro Almada: “A veces me siento y pienso, y a veces nomás me siento”. Y si nos dan una chancita, hasta brillamos a la hora de proponer soluciones a nuestros problemas comunes... mientras no los politicen, porque ya sabemos que en cuanto llegue alguien disfrazado de diputado o de candidato a algo, el tema tuerce el rabo y se va dando brinquitos a ver si ya puso la cerda... o sea, hasta ahí llega la inteligencia y sensibilidad de la ciudadanía, y comienza la carne asada.
Así que Einstein estaba un poquito equivocado cuando dijo que dios no juega a los dados con el universo; en realidad, son los políticos y el régimen quien lo hace... y sin el menor empacho, sin siquiera disimular cuando bate el cubilete por todo lo alto, como si estuviera mostrándonos la manera más rápida y fácil de preparar un licuado, y después lanza los dados para sacar siempre un full de ases con reyes —monarquía y distinción ante todo, aunque luego nos preguntemos de qué está hecho el traje nuevo del emperador, porque desde acá no se le ve que traiga nada—, mientras nosotros seguimos de sorpresa en sorpresa porque no hemos perdido la capacidad de asombro, que no es lo mismo a ser ingenuos o tontitos...
Y, es que los sonorenses semos muy rancheros a la hora de tocar ciertos temas que nos acalambran. Por ejemplo, todavía tenemos la pésima costumbre de espantarnos cuando un individuo armado hasta donde el cuero vuelve a nacer, entra en cualquier establecimiento en Nogales, Cananea o Hermosillo, o en plena calle atestada de viandantes se suelta disparando tiros a diestra y siniestra con el único fin de quedar bien consigo mismo, con su conciencia o con su patrón o cartel (¡Oh, my Bush!).
Es bien sabido que recibir una docena de tiros podría, como los cigarrillos, resultar perjudicial para la salud, aunque —claro— a cambio nos ahorra el cáncer. Pues a estos individuos tipo Rambo no les importa ni tantito que un semejante reciba una descarga de, digamos, una pistola semiautomática calibre .45 marca Norinco, o de una calibre .40 marca Glock, o ya de perdida de una 9 milímetros marca República Czech. No, mom.
Al contrario: gozan apretando el gatillo. Van y se meten a escuelas o a vecindades donde el aire de tan calmo se espesa y empieza a oler a podrido, y disparan... y disparan... y disparan hasta dejar ríos de sangre que corren por el piso dejando un rastro de indignación. ¿Y las autoridades...? ¿y la Armada? Bien, gracias, tratando de llevar el árbol de Navidad a los centros de acopio, ignorando mayúsculamente que ya cerraron dichos centros. ¡Plop!
Sobre la delincuencia y sus secuelas de violencia se han dicho ya muchas cosas. Seguro que seguirán diciéndose. Y ése, tal vez, es el problema: que nada más se dicen las cosas. Que nada más se reflexiona sobre el asunto como objeto de estudio, no como problema social que a todos nos mantiene en la raya de la angustia. Y encima, la mayoría de los políticos y /o funcionarios viene, como expertos en la materia, a decirnos que los índices de criminalidad han bajado. Sobre todo, en la administración a la que pertenecen.
La lógica me indica que para solucionar la inseguridad pública no tenemos que andar todos armados. En vez de un problema, tendremos tantos como individuos armados andemos por las calles. La anarquía nunca fue buena consejera. Más que armas, requerimos de programas y estructuras firmes que nos inculquen la cultura del trabajo, de la paz y de la convivencia social como forma de vida (y debida). ¿Pero cómo lograr eso en tres años, máximo seis, porque después ya no les toca el beneficio a los funcionarios?
Y es que como bandera política, decir que la criminalidad ha bajado es una verdadera bajeza. Tampoco es ponerse de lado de la sociedad cuando los especialistas escriben y teorizan sobre la delincuencia que azota las calles de nuestra ciudad, sin hacer nada más que escribir y hablar a los noticieros radiofónicos. La inseguridad tiene muchas causas, ya lo sabemos, y todas coinciden en la crisis que viven las figuras de autoridad del viejo y nuevo sistema que nos gobierna. Corrompidos y corruptos hasta el tuétano, los cuerpos de seguridad en México son la cara oculta de la inseguridad.
También tienen que ver las políticas sociales con sus programas de beneficio para toda la población. Pero esas son palabras mayores: ¿cómo sacar de la pobreza a 80 millones de mexicanos que no tienen para satisfacer sus necesidades, cuando el país se ahoga en una deuda externa que nos mantiene encadenados a una dependencia enfermiza con las grandes potencias del mundo, que no les interesa que rompamos ese círculo vicioso para que todo siga igual? Que conteste la Armada, ni modo, y sus sistemas de Inteligencia, ¿no?
Yo, por lo pronto, termino con lo que inicié:
Hoy dice el periódico
que han hallado muerto al niño que yo fui...
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