Trova y algo más...

martes, 5 de enero de 2010

Ya vine, vieja...

Hola a todos… de nuevo.
Eso de irse y volver continuamente hace que uno se sienta como ola en la playa o, mínimo, como el personaje aquel de la película “A toda máquina” (ATM), que en 1951 llegaba a su casa enfundado en un uniforme y salía a los tres segundos vestido con otro diciendo a las carreras: “Ya vine, vieja; ya me voy, vieja”, y a los cinco segundos repetía la escena con diferentes ropajes, mientras Pedro Chávez (o sea, Pedro Infante) y Luis Macías (es decir, Luis Aguilar) se trenzaban a golpes al ritmo de “Yo no fui”, de la inolvidable Consuelito Velázquez: Si te vienen a contar cositas malas de mí, manda a todos a volar y que se afilien al pri… (¡Tarantantantantantan!)
Pero ya volví... aunque no sé si eso sea bueno o malo.
Supongo que a mí me pasa lo mismo que al temible cocodrilo de la literatura mexicana, Efraín Huerta, quien alguna vez dijera: “No puedo parar de escribir, porque si me detengo, me alcanzo”.
Y como hay tantas cosas que decir en estos días pasados y presentes (más lo que se acumule en la semana), pues sería una insensatez quedarse callado, sobre todo cuando acabamos de inaugurar un año al que le toca estallido ciudadano por ciclo y siglo histórico: 1810, 1910, 2010…
Según lo que se ha mencionado desde 2009, este año el Producto Interno Bruto (PIB) se desplomará; habrá niveles de desempleo nunca antes vistos; quebrará un buen número de empresas y cerrarán comercios. Será una situación delicada y habrá que estar preparados para enfrentarla para que después no estemos llorando. Eso lo dijo Carlos Slim, no yo, pero como buenos amigos que somos, lo apoyo.
Y tampoco quiero ser catastrofista, pero a como se ven las cosas ante tanto desempleo, pobreza y hambre crecientes en México, y como ironía de las ironías kafkianas región 4 que nos toca sobrevivir, la mesa está servida para que se desate una crisis social que difícilmente podrá controlar alguien que ha demostrado que le tiene fe ciega (como todas las fe que se precien de serlo, ciertamente) a la virgen María y a la virgen de la marina, y ha dado muestras ilimitadas de que su única propuesta ante los reclamos de la población y los ataques del crimen organizado (cada uno por su lado, se entiende), es el uso de una violencia mayor a través de las fuerzas militares, haiga sido como haiga sido, y la grandilocuencia mediática que, como hemos visto recientemente, ha provocado que el deste le salga por la tirata y genere más víctimas inocentes…
Y ante eso ¿qué se dijo? Nada, sólo se practicó la filosofía del avestruz: cerrar los ojos, meter la cabeza en la tierra y hacer como que no pasa nada. No pasa nada, hombre.
No, no creo ser catastrofista, ni siquiera pesimista.
Si fuera posible, sólo soy un triste realista que medianamente alcanza a leer entre líneas lo que los medios electrónicos nos ofrecen como rehiletes que engañan la vista al girar, y lo que la prensa timorata calla para no perder patrocinio oficial: medias verdades presentadas como resultados fabulosos; demagogia partidista disfrazada como política social, retórica insustancial vendida como desiderata, y simulación y más simulación desenfrenada publicitada como debate legislativo en unas cámaras donde todos se tapan con la misma cobija de dietas obscenas, fuero milagroso y prerrogativas inmerecidas por indesquitadas, si se me permite el palabro.
Con todo, querámoslo o no, hemos llegado a la otra orilla del 2009, y hemos empezado la navegación del 2010 con un panorama poco propicio para el optimismo ciudadano, que el optimismo de los gobiernos se mide con otro rasero, pues sus logros poco y nada tienen que ver con la vida diaria de millones de mexicanos nacidos para perder, como si fuéramos personajes de la canción de Joaquín Sabina: Soy del color de tu porvenir, me dijo el hombre del traje gris; no eres mi tipo le contesté y aquella tarde aprendí a ser indocumentado… (Hay que aclarar que esta es una versión libre sobre la canción de marras).
Y ya que estamos aquí y ahora (de vuelta, pues), lo que nos queda es vivir el día a día sin perder la perspectiva global de que el mañana también existe, como existe el ayer, a pesar del criminal Alzheimer. Acaso la cotidianidad del uno más uno (un día, una persona, un lugar, una situación, un qué sé yo…) nos permita ir construyendo la sobrevivencia con esa resignación de charro de a pie que tenemos los mexicanos cuando la iglesia baja el dedo y los diputados lo suben en forma corporativa; es decir, como bovinos. Ah, y feliz año nuevo… si hay, como decía hace años Ángela Ernestina Frías, alias Gelatina.
Como si fuera una paradoja, no sé si habrá año nuevo en el 2010, pero según la prensa sí que tenemos un nuevo Sonora, al menos en la mercadotecnia política.
No sirvieron de mucho los berrinches y pataleos del desportillado chico maravilla y su caterva de arribistas adinerados para evitar ese nuevo Sonora, lo malo es que, como decía el Gatopardo de Visconti, hemos cambiado para que nada cambie, para que todo siga igual, para que la aristocracia de apellidos de oropel y los relumbrantes pero sospechosos empresarios surgidos al amparo de las tinieblas misteriosas de la ilegalidad sigan encumbrados aquí y allá como representantes personales de esos viejos estigmas políticos que nos definen como un pueblo sin ambición, con muy poca memoria y fácilmente manipulable con los cantos de sirena, cerveceros a más no poder, del futbol y del beisbol, el rey de las ficciones…
“Antes como antes y ahora como ahora”. José María Leyva, Cajeme, lo dijo yo creo que para que la historia lo registrara con todas sus letras, y que después todos nosotros (todos: tú y yo, nosotros, vosotros y ellos, los que están en el sótano y los que están en el segundo piso, los que andan en camión y los que se transportan en Lincoln Navigators, los que llegan tarde y los que llegan temprano, los que son metrosexuales y los que no les alcanza para unos zapatos nuevos, los que van de subida y los que vienen de bajada, los que tienen doctorado y los que apenas están alfabetizados, los que viven dispendiosamente y los que no tienen ni en qué caerse muertos… en fin, todos) abreváramos, como vacas o bueyes de la realidad en esa sentencia.
Pero hasta ahora sólo hemos visto que la frase se ha adecuado a “lo nuevo”: Antes como antes y ahora como antes.
Así nomás.
Sobre todo hoy, que se cumplen siete meses siete del siniestro de la Guardería ABC, que provocara la muerte de 49 niños y que enlutó no sólo a la capital del estado, sino también a todo Sonora, a México y a la dignidad humana dondequiera y como sea que se manifieste.
Bien dicen que Hermosillo huele a tristeza… y a impunidad.
En otros países, la naturaleza de este hecho hubiera provocado ipso facto el arraigo de los dueños del negocio y la renuncia inmediata de varios funcionarios de las diversas instancias de gobierno directamente involucrados con la salvaguarda de los niños, de las instalaciones y de los procedimientos que presuntamente se deberían de haber observado en el funcionamiento tanto de la guardería como de la bodega en la que se inició el incendio, administrada por el Gobierno del Estado, con el fin de investigar el suceso sin que hubiera intervención de esos mismos funcionarios.
Aquí no fue así.
Aquí, mientras el municipio, el Estado y la Federación se echaban la bolita, varios niños eran velados y otros tantos agonizaban en hospitales nacionales y extranjeros.
De pronto se homenajeó a los héroes y se buscaron chivos expiatorios para despresurizar el caso, se encarcelaron a unos cuantos, se festinó en la prensa, se pagaron las fianzas correspondientes y se acabó.
Antes como antes… ¿y ahora...?
Es un hecho que la tragedia motivó al electorado a manifestar su sentir.
Podemos decir sin ambages que ahí inició el nuevo Sonora.
Hoy se cumplen siete meses y sería bueno, por salud ciudadana, que hubiera buenas noticias para los agraviados: las familias de los pequeños fallecidos y esa parte de la sociedad que sólo busca justicia sin lucro político y de ninguna especie. Porque ¿y los dueños de la guardería? ¿los funcionarios del gobierno del estado? ¿el secretario de Hacienda estatal? ¿el director de Protección Civil del Estado? ¿los que no le dieron servicio al cooler? ¿seguirán gozando el antes como antes y ahora como antes…? ¿o ahora si va a haber un ahora en serio, reparador y justo…?
Que contesten Pedro y Luis: Si te vienen a contar cositas malas de mí, manda a todos a volar y diles que la justicia tardía no es justicia…
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