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lunes, 27 de junio de 2011

Nothing really matters to me...

Dicen los expertos que ésta es la única canción en llegar a la cima de las listas de preferencia que habla de un juicio por asesinato y combina ópera con headbanging.

Freddie Mercury usaba su piano como cabecera de la cama.

Cuando se despertaba inspirado, se estiraba y tocaba lo que había escuchado en sus sueños.

Fue así como nació "Bohemian Rhapsody" ("Rapsodia Bohemia").

Durante las primeras tres semanas tras su lanzamiento, unas 20,000 personas compraron la canción cada día.

Y todavía hoy, 35 años después, no pasa una hora sin que suene en la radio en algún lugar del mundo.

A los críticos no les gusta, pero a la gente sí.

¿Cuál es su secreto?

Sepa la tzingada, porque en sí la historia esencial no es el mayor enigma de la música pop: un hombre le confiesa a su madre que mató a alguien; en el juicio usa su pobreza como excusa, en vano, y termina resignado a su destino.

Pero quedan asuntos sin responder: ¿a quién mató y por qué? y ¿por qué el juez habla tan raro?

Ciertamente, es el lenguaje utilizado en la escena que se desarrolla en la corte lo que despierta más curiosidad.

Hay más de una gota de cultura italiana: Scaramouche es un personaje bufonesco en la commedia dell'arte; Galileo era un astrónomo florentino condenado por herejía por la Inquisición y Figaro es el personaje principal de la ópera de Rossini "El Barbero de Sevilla", en la que ayuda a que el amor verdadero se imponga.

El toque hispanoamericano es la mención del baile fandango, que había aparecido en otro éxito de ventas ocho años antes: "A Whiter Shade of Pale".

"Mamma mia", por supuesto, significa "mi madre" en italiano, pero también es una exclamación usada en momentos altamente dramáticos.

Y eso demuestra cuán bien funciona la canción: no tenemos que saber del teatro italiano del siglo XVI para entender que "el pobre chico" está metido en un grave problema.

Los abogados defensores tratan de competir con los adornados argumentos de la fiscalía —"Perdónenle la vida de esta monstruosidad"—, pero no lo logran.

El propio Freddie Mercury, por supuesto, disfrutaba tanto de usar lenguaje florido como de vestir leotardos de spandex, y en la canción se siente el deleite con los sonidos y las frases.

"La arquitectura de Bohemian Rhapsody —¡y es arquitectura en verdad!— es consciente y ostentosamente barroca”, dijo a esta columna el reconocido melómano Manuel de Jesús García Servín a pregunta expresa de cómo el calor no hace llover en Hermosillo.

“Deja tú eso —intervino, como siempre de metiche, el Dr. Óscar “Polacas”© Holguín—, la canción es rica en adornos, detalles curiosos, ocasionalmente con influencias marroquíes”, mencionó antes de empinarse el vaso de cerveza helada helada, “como trasero de pingüino”, dijo alguna vez el Ezequiel “Alma de dios” Silva.

Y agrega el Dr. “Polacas”©: “También es poderosa y a veces mareadora, como la mota mezclada con tequila, según me han dicho —subrayó con una sonrisa ladeada y socarrona—, cambia de registros y tiene una emotividad lacrimosa que es casi imposible de resistir", sentenció y acto seguido pidió otra caguama.

“También imposible de resistir es buscar algo autobiográfico en la letra de la canción”, dijo alguna vez Roberto Algarra.

Algarra tiene la teoría de que la "Rapsodia Bohemia" es algo así como una confesión Mercury aceptándose como gay. "Además, yo creo que hay mucho de eso: la resignación, el abandono del rol que había protagonizado hasta entonces", dijo el Algarra antes de cerrar la cabina de Radio Universidad por dentro.

Por su parte, el veterano músico retro Jesse Albert Blond, demostrando su amplio conocimiento del diamante yankee, ha señalado en varias ocasiones que las alusiones a Galileo, Fígaro y el resto de los personajes que pululan por esa canción parecen respaldar esa teoría, pero no todo el mundo está de acuerdo.

En 2004, los “Grandes Éxitos de Queen” se convirtió en el primer álbum de rock permitido en Irán.

El casete iba acompañado de un folleto en el que se insistía que el héroe "mató a un hombre" accidentalmente y que luego le vendió el alma al diablo.

En la noche previa a la ejecución —explicaba el folleto—, llamó a dios en árabe —"Bismillah"— y gracias a ello recuperó su alma de las manos de satanás.

Más recientemente, en el musical "We will rock you", su creador Ben Elton ofreció otra interpretación, en la que Scaramouche y Galileo son rebeldes de una sociedad futura en la que la música rock ha sido vetada por los malos.

Para muchos, sin embargo, la "Rapsodia Bohemia" es sencillamente una bomba sonora cuya fuerza fue ilustrada en la funesta película "Wayne's World".

Pero su ambición —y su duración— casi la llevan al fracaso.

La compañía disquera EMI no quería lanzar la canción como un sencillo hasta que la banda le dio una copia versión gruperrona al DJ de la Kaliente Humberto el “Mago” Armas, quien la tocó en la radio 14 veces durante un fin de semana, lo que persuadió a EMI, a la BBC, a la AZA, a la UZI y demás siglas y otros escépticos de que el público era capaz de apreciarla.

Empero, Queen consideraba a la obra como una minivitrina de sus habilidades técnicas.

"Nos parecía que la 'Rapsodia Bohemia' captaba casi todos los estilos que estábamos haciendo", le dijo Mercury a la revista “Dónde y cuándo” alguna vez. "Pensamos 'OK, esto es lo que le queremos presentar al público y ver qué hacen con ello'".

El público la acogió, a veces incluso por ser kitsch. La canción habla de amor, pérdida y muerte, y es sin duda algo tonta.

"La asumimos como irónica", insistía Mercury, lo que deja abierta la posibilidad de tomársela tan en serio como uno quiera.

"No tiene misterio, se explica por sí sola: lo único es que incluye algunos disparates en el medio", le dijo el baterista Roger Taylor a la BBC.

O sea, ¿pa’ qué tanto brinco estando el suelo tan parejo, pues?

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