En Francia —dice Tere Muela Morales—, los alumnos de secundaria, poniendo a prueba la democracia, se unieron también a los sindicatos de las refinerías para luchar por el empleo y la jubilación.
A pesar de esta situación y del bloqueos de suministros, en Francia los políticos (como en México los estudios que manda hacer el secretario Lujambio) siguen con el mismo discurso: “Hace falta trabajar más, para ganar más”… para gastar más, claro, les falta decir.
Así, en la Asamblea Nacional, un diputado, ignorando el estado actual del mundo, da lecciones y pregunta a los jóvenes estudiantes, casi niños:
“¿Cómo es que ustedes se manifiestan en la calle mientras que la juventud del mundo entero trabaja, participando en esta competición mundial, en la guerra económica que se libra en todos los países?”
(Sin embargo, investigaciones del Fondo Monetario Internacional, FMI, han concluido en que el mundo cuenta con 210 millones de personas sin trabajo, de las cuales 30 millones se agregaron desde 2007. Por otro lado, la Organización Internacional del Trabajo, OIT, estima que hace falta crear 440 millones de empleos en los próximos 10 años para absorber a los nuevos egresados de las universidades en el mercado del trabajo. En ese marco, con ese panorama nada optimista, las preguntas surgen de inmediato: ¿Cuáles plazas y dónde? ¿Quién las creará y cómo las mantendrá?)
Detengámonos un poco en la afirmación del legislador francés:
¿Qué es lo más inquietante en esta aseveración?
¿Que engañan a los jóvenes para prolongar el mito de un crecimiento infinito y su empleos, cuando el mundo es finito...?
O, más bien, que revela una prueba terrible e indiscutible: la educación convencional de los Estados prepara a nuestros niños a ser “soldados de una economía” en agonía, no adultos abiertos y serenos.
No prepara una sociedad que conviva en armonía y solidaria. No.
¿Qué educación les espera a nuestros hijos?
El ejemplo inspirador de Shukla Bose es una solución (se recomienda ver video "Teaching one child at a time”): nacida bajo el techo de una casa de las colonias pobres de Bangalore (India), su “escuela de la calle” se ha convertido, en sólo algunos años, en una institución de utilidad pública reconocida.
Shukla Bose demuestra con humildad que el problema de la educación no radica tanto en las estructuras (aulas, presupuesto o pedagogos), sino en el contenido y la pedagogía.
Y esto es aún más grave que cualquier edificio sin pintura o escritorios viejos o alumnos descalzos, porque ofrece una educación trastabillante, sin la fortaleza que ofrece la solidez de la ética, la pedagogía, la filosofía y, en general, las materias humanísticas, que fortalecen al individuo antes que su visión de futuro.
Con maestros sin vocación, impreparados, torpes, faltos de ética y moral, y con planes que sólo buscan ocupar tanto a los profesores "en algo", como a los estudiantes "en asuntos que duren cinco horas diarias", antes de regresarlos a la realidad, el mundo camina a su propia implosión.
No nos desgarremos las vestiduras para reconocer que el sistema, y nosotros incluidos en él, ha fallado, y que quienes pudieran enderezar y dar rumbo a la educación en México, Latinoamérica y el mundo, hacen tan poco que es fácil decir que hacen nada.
Si el sistema educativo falla, fallan los funcionarios, fallan los maestros y, en consecuencia, fallan los alumnos, y junto a ellos, fallamos los padres de familia, que no tenemos de donde agarrarnos para reclamar una educación de calidad, con rumbo y que nos ayude a preparar a nuestros hijos primero como individuos con bases sólidas y, después, como profesionistas de calidad.
“¿Qué hacemos o qué dejamos de hacer en materia de educación ética?”, pregunta Gilda Henríquez Darlas.
"El individualismo, el egocentrismo y la competitividad promovidos por el sistema educativo convencional —dice Henríquez—, así como los modelos de comportamientos inculcados diariamente por los medias, no les preparan a los retos que tendrá que enfrentar en una sociedad en profunda mutación…
(Gilda es autora del "Proyecto Gilda Darlas", premiado por Visionaris 2010; su Programa de Educación Universal de Desarrollo Ético enseña a los niños durante dos horas a la semana valores fundamentales: concentración, compasión, empatía y sabiduría, y el programa se propaga ya en México, Guatemala, India, Reino Unido…)
Hay también otros programas que educan a los estudiantes con resultados positivos: unos enseñan a los niños la sobriedad y a compartir, así como las matemáticas útiles, las ciencias aplicadas, la organización de proyectos colectivo; otros valorizan actividades y la “inteligencia” de las manos (sin las cuales no tendríamos nada), la comunicación con “el otro”, el sentido de la autonomía y como hacerse cargo de uno mismo.
Otra educación no es solamente es deseable, sino indispensable para inscribir a nuestros niños y jóvenes en el eje del futuro.
Basta de sistemas educativos inútiles, funcionarios enmarcados por la estulticia, maestros carcomidos por la soberbia y la corrupción, y jóvenes y niños que funcionan como autómatas para un mundo cada vez más deshumanizado...
En la educación, el futuro fue ayer...
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