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domingo, 24 de octubre de 2010

Un siniestro Informe de Gobierno...

Felipe Calderón debió enviar su Informe de Gobierno al Congreso, con una convocatoria adjunta a construir un Gobierno de transición para restablecer los acuerdos fundamentales que como país nos dan cohesión e identidad.

Los resultados que el Ejecutivo Federal entrega a la nación son desastrosos. En materia de seguridad pública, economía y desarrollo social representan una fractura de inmensas proporciones, que son desde luego inaceptables para un país que aspira a la equidad.

Para completar el cuadro de la tragedia, la Presidencia de la República despliega una campaña publicitaria sustentada en mensajes que nadie entiende. Por citar sólo el peor de todos, el relativo al Seguro Popular, baste decir que resulta tremendamente confuso decir que al inicio de su mandato prometió cobertura universal en salud y que a cuatro años de gobierno, se han afiliado a ese esquema de servicio 30 millones de mexicanos, es decir, menos del 30% de la población nacional. ¿A eso se le puede llamar universalidad?

En contraste, la Encuesta Nacional de Empleo y Seguridad Social, 2009 muestra que hay más de 28 millones de mexicanos que carecen de todo sistema de protección social y atención médica, incluidos los servicios privados de salud. Peor aún, de acuerdo con los datos de esa encuesta, son los más pobres quienes más gastan en salud en nuestro país.

En materia económica, a pesar de los engañosos comerciales en los que se dice que se han creado más de 800 mil empleos, lo cierto es que la tasa de desocupación no se ha reducido un ápice a lo largo de los últimos tres trimestres, es decir, desde septiembre de 2009 hasta junio de 2010, este indicador se ha mantenido en 5.3% con respecto a la Población Económicamente Activa, lo que significa que hay en el país más de 2.4 millones de personas “desocupadas”.

Adicionalmente, la fractura del mundo del trabajo se expresa en el imparable crecimiento de la economía informal, en la que ya se encuentran casi 13 millones de personas, que representan prácticamente el 29% de la PEA; es decir, uno de cada cuatro personas ocupadas lo están en el sector informal.

He venido señalando desde hace meses que el número de pobres crecería significativamente para finales de este año, y el más reciente estudio del Tecnológico de Monterrey en la materia, ratifica que al finalizar el 2010 habrá al menos siete millones de personas en condición de pobreza, adicionales a las que había en 2009; es decir, cerraremos el año con la mitad de la población en la pobreza.

Por esto la pregunta obligada es ¿de dónde viene la siniestra sonrisa de Calderón en sus mensajes publicitarios?

¿De verdad piensa que anima a la sociedad reiterando constantemente que tener muchos problemas lo impulsan a trabajar más arduamente?

¿No es ofensivo que el Presidente sostenga en un programa de noticias que el momento más difícil de su sexenio fue la muerte del Lic. Mouriño?

¿Y los 49 niños muertos de la guardería ABC?

¿Y el darse cuenta de que los jóvenes asesinados en Ciudad Juárez no eran criminales?

¿Y los jóvenes asesinados en el Tec de Monterrey a quienes les sembraron armas y golpearon agonizantes?

¿Y las granadas el 15 de septiembre de 2008 en Morelia?

Al frivolizar sus preocupaciones, Calderón frivoliza su mandato.

Y si no es capaz de darse cuenta de lo que está diciendo y del mensaje que nos da a los mexicanos en torno a los problemas que le afectan, entonces no merece el privilegio de ser el Presidente de México, menos aún en el Bicentenario de la Independencia y en el Centenario de la Revolución Mexicana.

Felipe Calderón debe darse cuenta de que su gobierno ya fracasó; que su proyecto, cualquiera que éste haya sido, no tiene futuro, y que es tiempo de convocar a la nación a refundar nuestro pacto social.

Ante las calamidades que nos aquejan, lo único que nos alcanza a ofrecer el Ejecutivo es más violencia y más muertos, ratificando que la suya es una Presidencia monotemática, obtusa y sin altura de miras.

Por eso insisto, Calderón debería hacer un llamado, desde ya, a construir un Gobierno de transición que incluya en el Gabinete a las figuras con mayor autoridad ética en el país, y que nos permita llegar al 2012 con acuerdos fundamentales para garantizar que, sea quien sea el nuevo presidente, esté obligado y cuente con los instrumentos necesarios para reconciliarnos como país.

Se ha dicho en numerosos espacios, que para Calderón se agotó el tiempo y debe decidir si seguirá actuando como el jefe de una facción de su partido, y con ello encaminarse junto con Fox al “basurero de la historia”, o recomponer el rumbo y actuar como el Jefe de Estado que está obligado a ser.

No podemos seguir posponiendo la realización de los anhelos de quienes nos dieron un país en el cual vivir y buscar el bienestar, y tampoco seguir actuando con mezquindad. Tenemos el reto de atrevernos a soñar y a tener el arrojo de perseguir esos sueños con toda nuestra energía porque de no hacerlo, será la cobardía la que marque nuestro futuro.

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Saúl Arellano.

sarellano@ceidas.org

saularellano.blogspot.com

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