Trova y algo más...

viernes, 24 de septiembre de 2010

Que no te engatuse un imbécil...

Les diré algo, nada más no lo divulguen, ¿bueno?

Resulta que anoche recibí una llamada telefónica del general Roger McCallister, alto mando del ejército norteamericano y amigo de un vecino que dice conocer a un tipo que tiene un primo que es amigo personal desde hace varios años del susodicho mílite gringo...

Eny, wey...

Según me dijo el general de marras, los altos funcionarios del ejército norteamericano están preocupados porque sus elementos armados fácilmente se emparejan y se desempatan (o sea, se casan y se divorcian, pues), casi como si fueran población civil.

Y es que aunque, como todos sabemos, el army se crea el policía del mundo y Obama el inquisidor Torquemada, también tienen su corazoncito.

Dice este amigo que, agobiado por la elevada tasa de divorcios que las guerras han traído consigo, el Pentágono decidió meterse a “casamentero” y, directamente, tratar de evitar que su personal se case con lo que llaman “un imbécil”, y para ello inventaron un programa en el que los capellanes de las fuerzas armadas estadounidenses (ya ven, dondequiera están estos faldilludos personajes) se propusieron la labor de enseñar a los soldados a elegir bien a sus futuros cónyuges y que su relación dure para siempre o hasta que se acabe el mundo, lo que ocurra primero.

“Cómo evitar casarse con un imbécil”, se llama el programa de marras.

Como sea, el Roger me explicó que el programa, también llamado “Escoge un compañero”, es la continuación de la campaña “Construyendo familias fuertes”, iniciada en 1999, y que ha sido algo así como un fracaso.

El McCallister me dijo que “el army cuenta con 55 ministros de distintas confesiones religiosas dedicados exclusivamente a asuntos familiares...

Esta formación es parte de su ministerio.

"Y es que tú sabes que los jóvenes a veces toman decisiones equivocadas y hay que tratar de que esto no ocurra”, mencionó a través del hilo telefónico.

Según el general, el programa “Cómo evitar casarse con un imbécil” parte del alto índice de divorcios registrado en el Ejército a causa de las campañas bélicas que Estados Unidos inició en Afganistán e Iraq, tras los atentados de septiembre del 2001.

“Las cifras son alarmantes –me dijo, y luego se oyó algo así como una lata de Budwaiser abriéndose, después de un silencio sospechoso seguido por un extraño sonido gutural y un ¡ahhh!, agregó–: de los más de 618 mil militares en activo que había en septiembre del 2001, se han divorciado desde entonces 95 mil, lo que representa el 15 por ciento”

Dice McCallister que una buena comunicación constituye uno de los elementos clave para un matrimonio con un militar, y que haga que la llama del amor no se extinga.

Yo nomás me quedé pensando, haciendo un cigarro de hoja: "este tipo habla con una mezcla del rollo del Delegado Zero y del Menos Uno Calderón".

Y para reafirmar mis pensamientos, me dijo la clave del programa: “crea rituales como desayunar en la cama con un crucigrama los fines de semana o salir un día de compras juntos; evita decir palabras ofensivas en medio de una discusión, o recuerda al cónyuge sus cualidades”.

Dice el Roger que ello ofrece a los soldados gringos una visión más extensa de la vida en pareja, lo que no quiere decir que de vez en cuando le pongan los cuernos a su pareja o a ellos mismos.

Bueno, el caso es que las palabras del McCallister me hicieron pensar en algunas propuestas que bien pudieramos poner a consideración en el proceso electoral que será en 2012, pero que ya tiene más enanos diciendo presente, que parece que estamos en un circo de tres pistas.

Ni más ni menos.

Y como las ideas no tienen dueño, en un arranque de lujuria parafrasiaríamos el nombre del programa y le llamaríamos "Cómo evitar que te engatuse un imbécil", y ver de a cuánto nos toca el 2012.

De entrada, habría que convocar no al army de Estados Unidos, sino al ejército de desharrapados que somos, que siempre hemos sido bajo el mismo sol, en la misma ciudad y con la misma gente (ah, no: esta es una canción, sorry), y divorciarnos de a tiro de muchos de los políticos que andan por ahí prometiendo las destas de la virgen, sin decirnos bien a bien cómo le harán para bajar el precio del gas, de la electricidad y de todo lo que van a bajar... incluyendo, si fuera necesario, sus calzones...

No necesitamos que vengan los que ya nos tienen hasta la progenitora con sus declaraciones aceleradas, a decirnos qué nos duele como sociedad.

¿Acaso no se habrán dado cuenta que el dolor lo sufrimos nosotros, los ciudadanos, y que ellos lo único que hacen es retórica sin filosofía?

¿Acaso no les dirían sus brillantes asesores que no necesitamos más dosis de demagogia barata sino hechos, mínimos tal vez, pero hechos al fin, sin necesidad de mercadotecnia, gastos millonarios y cultivo de la imagen de unos cuantos para seguir montados en el macho del poder?

Yo no sé.

Lo único que pienso ahora mismo es en el programa “Cómo evitar que te engatuse un imbécil”, y la manera en que toda la sociedad civil pudiera darle forma, como debe ser.

Se aceptan ideas para proponerlas a Iniciativa México, un proyecto que nos pertenece a Todos, S.A.

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