Trova y algo más...

miércoles, 10 de octubre de 2012

El muerto que camina...



Sólo en México.

Dos supuestos delincuentes son abatidos a balazos en Progreso, Coahuila.

Sus cuerpos son llevados por integrantes de la Secretaría de Marina (Semar) al Ministerio Público del pueblo minero de Sabinas donde, además, no se tiene el equipo para practicar necropsias. Sin embargo, los agentes les toman huellas dactilares y les hacen fotos.

La policía traslada los cuerpos a una funeraria privada para aplicar la examinación post-mortem y de ahí un comando de hombres armados se los lleva, se los roba ante la falta de resguardo de las autoridades.

Los muertos se escapan, pues, se evaporan de las manos de las fuerzas del orden estatales y federales.

Es hasta ese momento, hasta el asalto del comando de hombres armados y encapuchados, que las autoridades se dan cuenta de la importancia que tienen esos muertos. Antes, de eso, habrían sido tratados como cualquier delincuente más.

Aun así, dos entidades gubernamentales de alto nivel, la Secretaría de Marina y la Procuraduría General de Justicia del Estado de Coahuila, confirman –36 horas después de ese suceso– que uno de los muertos es Heriberto Lazcano Lazcano, alias “El Lazca”, quien forma parte de la lista de los narcotraficantes más buscados tanto por el gobierno mexicano como el de Estados Unidos.

“El Lazca”, si es que se trata de él como afirma la Marina, el mismísimo líder fundador del violento cártel de Los Zetas, realizó el lunes pasado su última huida, o quizá sólo la más reciente: es un muerto que “caminó” por la falta de custodia y coordinación policiaca.

Sólo en México, insistimos.

Hace cinco años, el 5 de septiembre de 2007, Heriberto Lazcano también se levantó de la tumba.

Tras un enfrentamiento con militares en Tamaulipas, el hombre que a los 17 años se enlistó en el Ejército y a los 24 desertó para enrolarse en las filas del narcotráfico, fue reportado muerto por las autoridades mexicanas.

Horas después, el gobierno reconoció el error. El muerto de entonces no era Lazcano y éste, bien vivito, mantendría el dominio de una buena parte del cártel de Los Zetas hasta la tarde del pasado domingo 7 de octubre, cuando de acuerdo con autoridades locales y federales fue tiroteado en Progreso.

Por si fuera poco en esta siembra de dudas, generadas por las imprecisiones y la descoordinación del propio gobierno, ayer se supo que el perfil utilizado por la Semar –y que, por cierto, fue realizado por la Procuraduría General de la República– para identificar a Heriberto Lazcano Lazcano, no coincide con el que tiene la agencia de combate a las drogas más grande del mundo: la Drug Enforcement Administration (DEA).

La ficha de la DEA dice que el líder de Los Zetas mide 1.76 metros, mientras que el hombre que mataron elementos de la Marina medía 1.60 metros, de acuerdo con los informes entregados por esa misma dependencia.

Tampoco coinciden en la edad: la agencia antidrogas de Estados Unidos afirma que Lazcano nació en 1974 y la información de la PGR indica que su fecha de nacimiento data de 1975.

Ambos datos, por supuesto, no podrán ser verificados y, por consiguiente, alimentarán aún más la rumorología: los dos hombres abatidos en Progreso, Coahuila, ya “caminaron”… aun muertos se le escaparon a las autoridades.

Sin embargo, para el presidente Felipe Calderón Hinojosa el muerto caminante sí es “El Lazca” y por ello incluso felicitó a la institución que se encargó de borrar de la faz de la tierra al narcotraficante, también conocido como “El Verdugo”.

“Quiero expresar mi reconocimiento a la Marina Armada de México porque los indicios con los que se cuentan indican con claridad que Heriberto Lazcano Lazcano, alias ‘El Lazca’ fue abatido resistiendo a la autoridad como consecuencia de un operativo implementado el pasado domingo en Progreso, Coahuila”, dijo el primer mandatario del país.

Las imprecisiones, la falta de información oportuna, el desaseo con que se realizó toda la operación posterior a la muerte del supuesto capo, el resguardo del cuerpo, las fotografías que circulan por las redes sociales –muy disímbolas unas de otras– y las contradicciones entre la DEA y las instituciones mexicanas, no han hecho sino alimentar las dudas.

¿Es o no Lazcano el muerto? Porque si lo es, las autoridades debieron entonces agotar todas las pruebas y mostrarlas, antes de anunciar su muerte y armarse un tremendo lío, sin siquiera un cadáver de por medio… cadáver que, además, perdieron y a estas alturas no podrá recuperar ni Dios padre.

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