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miércoles, 22 de agosto de 2012

Universidad de Sonora. Las primeras escuelas...


En los primeros dos o tres años de vida de la Universidad, las escuelas Secundaria y Normal, que funcionaban con antelación en otros inmuebles fueron trasladadas al campus. Digamos que le hacía cuerpo a la joven Casa de Estudios para que no pareciera que los pocos inscritos en la Preparatoria deambulaban en el desierto.


La Secundaria, de manera especial, fue un dolor de cabeza para los directivos del CAUS (Comité Administrativo de la Universidad de Sonora) cuando, muy pronto, comenzó a crecer aceleradamente. En 1945, 304 secundarianos y 48 normalistas formaban la gran mayoría de la población universitaria.


El CAUS entendió tempranamente que había que deshacerse de la Secundaria, pues aunque el Gobierno del Estado le canalizaba recursos, con más rapidez que éstos, crecía cada año la matrícula, y por tanto, los gastos.


Sin embargo, la Secundaria encontró defensores eficaces que la mantuvieron en el campus, junto con la Normal, varios años más.




La legendaria Preparatoria
Durante 15 años, en tanto se fortalecían las escuelas profesionales, la Preparatoria fue el alma de la Universidad. Fue la primera creada por el CAUS, aunque apenas a tres meses de funcionar hubo consejeros que la consideraban costosa, por lo que se acordó, al terminar el ciclo 1942- 1943, resolver si su existencia es compensadora o si convendrá suprimirse o transformarse.


El programa de estudios era de dos años, aunque había quienes hablaban de cinco pues incluían los tres de Secundaria. Había, al principio, Bachillerato de Ciencias Biológicas, Bachillerato de Ciencias Físico Químicas, Bachillerato de Ciencias Físico Matemáticas y Bachillerato de Arquitectura. El Bachillerato de Ciencias Sociales previo a la carrera de Derecho se creó hasta 1949 con tres alumnos.


De los 498 alumnos que había en 1945, a los tres años de vida de la Universidad, 68 eran de Preparatoria. Solamente había tres mujeres, dos en Ciencias Biológicas y una en Arquitectura.


Según informe del rector Esquivel al doctor Olivares, al iniciarse el ciclo 1942-43 sólo había cuatro maestros de planta: Amadeo Hernández, Luis López Álvarez, Luis Petterson, Aureliano Corral, Carlos Espinoza, Adalberto Sotelo, Enrique García Sánchez y Rosalío E. Moreno; ninguno tenía grado de licenciatura; pero no faltaban a sus clases y eran puntuales. No se puede afirmar lo mismo de los catedráticos de horas sueltas: menudeaban las quejas por sus inasistencias.


El bachillerato especializado se volvió único en 1953 y el programa de estudios se extendió a tres años.



La Escuela Superior de Comercio
En la sesión del 3 de agosto de 1944, el Comité acordó abrir las escuelas de Comercio y Administración y Normal Nocturna en septiembre; la segunda de ellas no llegó a realizarse. El nombre oficial de la primera fue Escuela Superior de Comercio. Ofrecía las carreras de Secretario Taquígrafo, Administrador de Negocios, Funcionario Bancario, Contador Privado y Contador Público. Sólo se exigía certificado de Secundaria.


De acuerdo con un informe del presidente del CAUS, a diciembre de 1945 no había inscripciones en las carreras de Funcionario Bancario y de Administrador de Negocios. En ésta se inscribieron dos en 1947 pero al año siguiente sólo quedó uno. En las demás carreras de esta Escuela había entonces 59 alumnos.


La carrera de Secretario Taquígrafo desapareció también casi de inmediato en virtud de la proliferación de academias privadas que ofrecían cursos prácticos de uno o dos años. Sucedió lo mismo con la carrera de Contador Privado, sobre todo a partir de 1951, cuando el programa para Contador Público se redujo a cinco años pero con la exigencia del certificado de Preparatoria. En 1949 se agregaron estudios para Auditor.


La Escuela de Enfermería

Esta Escuela estuvo desde el principio en la mente de los consejeros, quizás porque varios de ellos eran médicos. En mayo de 1942, antes que se iniciaran los cursos de la Universidad, se comentaba que el Gobierno del Estado construiría un hospital que podría ser utilizado por las alumnas de la aún inexistente Escuela de Enfermería y Obstetricia. Con este nombre figuraba entre las propuestas elaboradas por el profesor Aureliano Esquivel, que estrenaba el nombramiento de Organizador Técnico de las Escuelas en junio del mismo año.

En enero de 1944 el doctor Víctor Ocampo Alonso, jefe de los servicios coordinados de Salubridad y Asistencia, informó que el doctor Gustavo Baz, secretario de Salubridad, estaba dispuesto a colaborar en la apertura de la Escuela, si bien no precisó en qué términos. En marzo de ese mes comenzó a funcionar en forma un tanto improvisada. Se escogió esa fecha, al parecer, porque se seguía el modelo de la UNAM, que entonces solía comenzar los cursos en marzo. En realidad, de este mes a junio los cursos fueron de exploración, según los calificaría luego el Rector, pues los formales se iniciaron en septiembre.


El plan de estudios era de tres años. Las aspirantes a Enfermera Hospitalaria podían inscribirse con el único requisito de presentar certificado de primaria. Cuando los consejeros advirtieron que las alumnas necesitaban mayor instrucción, se exigió el certificado de Secundaria (agosto de 1946), disminuyeron las solicitudes de inscripción.

Mediante oficio fechado el 29 de enero de 1948, el Rector informó a la Secretaría de Educación Pública que de los 588 estudiantes inscritos, 33 estaban en Enfermería; pero al mismo tiempo, el 12 de febrero transcribía a la Directiva el informe del director de la Escuela según el cual sólo había tres alumnas en el primer año de la carrera: dos regulares y una oyente.
Sin embargo, la situación mejoró. En septiembre de ese año se matricularon 34 alumnas con certificado de primaria, y 7 con certificado de Secundaria. Hubo 22 estudiantes que terminaron el ciclo 47-48 con 72.7% de aprovechamiento. Se reportaron listas para graduarse las primeras cuatro enfermeras. El 20 de noviembre se las citó para entregarles diplomas, como constancia de la terminación de sus estudios, pero se rebelaron y exigieron títulos. Se resolvió complacerlas.
A mayo de 1949 había 43 inscripciones en Enfermería; al cerrarse el ciclo 49-50 había 32, incluidos 7 varones.

Ingeniería y Farmacia
El mismo día, el 3 de mayo de 1945, acordó la Directiva del Comité abrir la Escuela de Ingenieros Topógrafos e Hidrógrafos y la de Farmaceuta. El proyecto de la primera anduvo dando tumbos, a veces sin maestros, a veces sin alumnos, a veces sin unos ni otros. En 1948 el Rector informó a la prensa que en la sesión del 13 de septiembre, el Comité había acordado crear la Escuela de Ingeniería, primera de típica categoría universitaria con que cuente Sonora (“El Imparcial”, 27 de septiembre de 1948). La oferta incluía la carrera de Ingeniero Topógrafo, de dos años, y la de Ingeniero Civil, de cinco; en ambos casos era necesario acreditar el Bachillerato de Ciencias Físico Matemáticas.
 

En septiembre de 1949 se comenzó con el primer año.

 
La carrera de farmaceuta requería título de enseñanza secundaria y tenía un plan de estudios de dos años, al cabo de los cuales, el estudiante debía realizar prácticas en boticas por el tiempo que le fijaran las autoridades universitarias. Fue una carrera solicitada gracias a su corta duración. En 1948 había 17 alumnos inscritos y cuatro estaban a punto de terminar.

 
Al finalizar el curso 1948-49 se reportaban 15 alumnos en Farmacia y 6 en Ingeniería.

En diciembre de 1950 los informes oficiales indicaban que había 18 alumnos en Farmacia mientras los de Ingeniería habían bajado a 3. Sin embargo, en el ciclo 1951-52 subieron a 11, y para mayo de 1953, a 13. Farmacia tenía 29 en 1952 y 31 al año siguiente.

Pero Ingeniería Civil naufragó. En enero de 1952 la Directiva acordó suprimir el segundo año pues sólo había dos alumnos y no había profesores suficientes. A los dos jóvenes se les asignaron becas para que prosiguieran sus estudios fuera de Sonora.

El largo camino de la Escuela Agropecuaria
La creación de una escuela que a veces denominaban de agricultura, y a veces de ganadería, y que se quedó en Escuela de Agricultura y Ganadería, o familiarmente Escuela Agropecuaria, fue sueño de los productores y los empresarios del CAUS desde que nació la Universidad.

En 1939, cuando se comenzó a solicitar aportaciones para la Universidad en cierne, la Unión de Ganaderos del Estado (luego, Unión Regional Ganadera) dio un paso al frente y prometió que contribuiría pecuniariamente, lo que creó un compromiso entre ese sector productivo y la Universidad.

La aportación de los ganaderos se fijó, en 1939, en $100,000.00, lo mismo con que habían contribuido a la expropiación del petróleo. Luego se dijo que la aportación de cada ganadero no sería menor que el precio de un novillo, y acordó la Unión nombrar en cada asociación comisionados que reunieran las entregas. No obstante, pasaron los años sin que se concretaran.

En diciembre de 1943, el presidente de la Unión, Gustavo Aguilar, transcribió a su antecesor, Roberto Urías, de Magdalena, el oficio mediante el cual el CAUS les recuerda que el compromiso de los ganaderos no se ha cumplido. Para entonces la aportación que se esperaba era de $200,000.00 en virtud de otras promesas. Los dos hombres se pusieron en actividad y resolvieron realizar un recorrido por las asociaciones para fijarles el monto que les correspondía en especie.

El 29 de febrero de 1945 la Unión envió cheques y giros a la Universidad por un total de $92,288.85.


La Directiva presionó al ingeniero Astiazarán para que presentara un proyecto de escuela agropecuaria; inclusive se le autorizó un viaje a Arizona (y se le reclamó que no mostrara interés en realizarlo) para que estudiara las características de un instituto de enseñanza rural que funcionaba allá.

Finalmente, el Rector presentó, con fecha 22 de marzo de 1946, un documento amplio, explícito, con el que bajaba a los directivos del Comité de la nube de la ilusión. Decía que antes de pensar en la Escuela Agropecuaria, deberían emplearse fondos en las escuelas ya establecidas, mejorar los equipos, organizar los servicios de Acción Social y prever el incremento de la matrícula.

Fue notable la molestia de los directivos; replicaron a Astiazarán que si no se puede crear una escuela, que se estudie qué hacer con los fondos en existencia, que se busque un experto que venga a Sonora a determinar qué hacer dentro de nuestras posibilidades. El mismo Comité acordó invitar para ese efecto al doctor José Figueroa, director del Instituto Biotécnico de la Dirección General de Ganadería de la Secretaría de Agricultura.

Es sintomático que apenas dos meses después de haber suscrito la carta, Astiazarán se vio obligado a renunciar.
El nuevo rector, Manuel Quiroz Martínez, para no permanecer inactivo ni darse por derrotado, como Astiazarán, se puso a "dar palos de ciego". En noviembre visitó la Escuela Práctica de Agricultura de El Quinto en el Mayo y la Estación Agrícola Experimental de Ciudad Obregón, con miras a instalar en uno de esos centros los cursos de agricultura. Se mostró inclinado por la segunda opción, pero nadie apoyó la idea de ubicar la escuela en el sur. Más tarde, en julio de 1947, el Rector dijo a la Directiva que se necesitaban unas 200 hectáreas irrigables para la escuela, terreno para internado pues el plantel estaría en las afueras de la ciudad, etcétera; en total consideraba una erogación de medio millón de pesos.

Una comisión integrada por Alberto Gaxiola, Martínez de Castro, José Ramón Fernández y el Rector fueron a ver al gobernador y le solicitaron los terrenos, pero el mandatario respondió con una negativa. Ante esa situación, el Comité autorizó la compra de 50 o 100 hectáreas para la Escuela, en septiembre.

La obsesión por la Escuela Agropecuaria se generalizó. Cuando el Comité aprobó la apertura de la Escuela de Ingeniería, Martínez de Castro expresó que lo lamentaba, no porque estuviera contra la nueva carrera, sino porque los esfuerzos se dispersaban y la Escuela de Agricultura seguía esperando.

El doctor Olivares y Martínez de Castro informaron que habían hablado con el gobernador Sobarzo y con el ingeniero Francisco Salazar sobre el asunto de los terrenos, y les habían dicho que si se les entregaban 200 hectáreas cerca del terreno destinado a planta frigorífica y empacadora, podría hacerse una transacción con los ganaderos para ganar 50 hectáreas dedicadas a experimentación y 150 para la Escuela.

En enero de 1949 los citados Olivares y Martínez de Castro, con José Ramón Fernández, informaron que había entrevistado al secretario de Agricultura, de visita en Sonora, quien les había prometido enviar un ingeniero para que realizara estudios sobre la Agropecuaria. Poniéndose a la altura, el gobernador Sobarzo prometió donar 150 hectáreas irrigables. En virtud de esa promesa, cuando en mayo el Gobierno del Estado solicitó al CAUS la venta de un terreno junto a la Biblioteca y Museo, para instalar un jardín de niños, el CAUS acordó cederlo gratuitamente. Pero Sobarzo no cumplió su palabra.

Por fortuna en septiembre concluyó el interinato de Sobarzo, que no había sido nada desprendido con la Universidad, y tomó posesión Ignacio Soto Martínez, uno de los fundadores del CAUS.

En enero de 1950 la Directiva le hizo ver que en el presupuesto del Gobierno del Estado figuraba una partida de $75,000.00 como importe de las 150 hectáreas tantas veces ofrecidas, y le pidieron que por esa cantidad se les dieran 200. Soto aceptó y donó terrenos a 25 kilómetros de la ciudad.

En abril trabajaba ya el doctor Jorge de Alba como organizador de la Escuela. En su opinión, las oficinas deberían estar en el campus para que los estudiantes convivieran con la sociedad a la que iban a servir y que hicieran trabajos de experimentación en 6 hectáreas reservadas para el efecto. Por lo que hace a los establos y otras construcciones, sí estarían ubicadas en las afueras de la ciudad.

En julio de 1953 al gobernador Soto se le agotaba la paciencia, y cuando finalmente fue inaugurada la nueva escuela universitaria no estaban ahí para escuchar los aplausos ni los miembros del CAUS, que había desaparecido bajo el peso de una nueva Ley Universitaria, ni el rector Quiroz Martínez, sustituido por el ingeniero agrónomo Norberto Aguirre Palancares.

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Fuente:
• Carlos Moncada. Historia General de la Universidad de Sonora. Tomo I. “Capítulo VI. Nacimiento de las escuelas”. (Fragmentos).

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