Los expertos en cuestiones esotéricas ya señalaron el 21 de diciembre como el día del fin del mundo.
Y en un pueblo de Francia, llamado Bugarach, muchos creen haber hallado la salvación: sitúan allí la pista de despegue de un ovni, que se espera salve a unos cuantos elegidos.
A unos cuantos nomás. O sea: ni tú ni yo ni los demás miembros de la perrada estamos incluidos en la nómina de esa nave. ¡Merde!
En el pueblo de Bugarach ya empezó el apocalipsis: esotéricos, clérigos y representantes mediáticos fluyen al idílico lugar en el sur de Francia situado cerca de los Pirineos, donde esperan el fin del mundo que llegará en dos días. Excepto allí.
Según el calendario maya, el 21 de diciembre el mundo se hundirá, terminará, expirará, se acabará... pero habrá salvación para unos pocos en el pueblo rural del departamento de Aude: desde la montaña Pic de Bugarach llegarán fuerzas extraterrestres que iniciarán su camino al espacio con los elegidos, según la profecía maya y al más puro estilo de película joligudense baratona...
En realidad, según el viejo calendario maya el 21 de diciembre termina un importante ciclo temporal.
Una pizarra encontrada en la ciudad maya de Tortuguero preveía también un gran suceso en 2012, con la bajada al agua del dios Bolon Yokte’ K’uh. Y de ahí muchos deducen desde hace años el inminente fin del mundo.
Ello ha hecho aumentar el interés del pequeño pueblo francés y sus alrededor de 200 habitantes. “Estamos aquí como en el zoo”, cuenta el alcalde Jean-Pierre Delord en declaraciones al diario «Figaro». “La gente viene a vernos. Nos hemos convertido en la atracción de la zona”.
Desde el Pic de Bugarach —de 1,230 metros... de altura, se entiende— y en los bosques de alrededor se observan cada vez más sucesos extraños: procesiones de grupos vestidos de blanco, de esotéricos o clérigos totalmente desnudos en lugares donde antes sólo había turistas. En lugar de los 40 automóviles diarios habituales actualmente llegan más de 1,000. Y la señal indicadora del nombre del pueblo desapareció en varias ocasiones sin dejar rastro.
La montaña procede de una dislocación tectónica y su forma con una de sus cumbres ligeramente caída, hace volar la fantasía sobre la pista de despegue de fuerzas extraterrestres. “Viaje al centro de la Tierra”, de Julio Verne, y películas de Steven Spielbergs fueron inspiradas en esta montaña, que también se pensó podría albergar el Santo Grial y está vinculado a teorías de la conspiración de los nazis y el Mossad israelí.
Pero muchos advierten que todo lo desencadenado por el fenómeno no fue inofensivo: en 1995 cerca de la montaña se mataron en el cercano Vercors-Massif 16 seguidores de la orden del Templo del Sol en un acto relacionado con teorías similares. Y en 2010, un joven del pueblo se quitó la vida con una espada de samurais según el ritual harakiri. La comisión estatal de sectas de Francia Miviludes tiene un ojo puesto desde hace tiempo en los sucesos en Bugarach.
Pero allí también se producen sucesos más terrenales: los precios inmobiliarios se han multiplicado por cuatro, según el alcalde. Y se hace dinero con pequeñas cosas. Una tarjeta con un ovni sobre el pueblo es uno de los souvenir más vendidos.
Las habitaciones libres de hoteles y pensiones cercanas se han convertido en un bien escaso y se calcula que llegarán al pueblo entre 20,000 y 100,000 personas, entre curiosos, hombres de negocio, medios y pasajeros del susodicho ovni, claro, lo que podría significar un desarrollo de la pobre infraestructura de la región rural.
Sin embargo, todos están seguros de que habrá algo después del fin del mundo: “Los mayas sabían que habrá un 22 de diciembre de 2012″, cuenta el investigador alemán Nikolai Grube, de la Universidad de Bonn, en la revista “National Geographic”.
"Ah —dijo el Polacas©—, pero que tal si se acaba el mundo... ni crean que me voy a bañar... olvídense de eso...", y luego se fue a la Posada de Derecho, escuela de la que casi fue fundador, riéndose como la hiena decembrina que es...
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