El
fastuoso 21 de diciembre de 2012, esperado por muchos, temido por otros, parece
más una creencia del new age impregnada de mercadotecnia y misticismo, que nada
tiene que ver con el fin del mundo.
Erik
Velásquez García, del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM,
considera que la idea ha cautivado a millones de personas que responden a una
necesidad cultural de creer en el fin del mundo.
Pero
eso sólo ha sido aprovechado para la comercialización de productos mediáticos,
libros, y hasta de refugios antinucleares.
La presunta
profecía maya del fin del mundo es una idea absolutamente occidental, arraigada
en la más profunda creencia judeocristiana de un tiempo lineal y teleológico,
ajena al pensamiento maya antiguo, explica Velásquez García.
Para
María del Carmen Valverde Valdés, investigadora del Instituto de
Investigaciones Filológicas (IIFL), también de la UNAM, este auge de los grupos
mayas ha generado “montones de preguntas que es preciso responder”.
Pero
ofrecer certezas es complicado cuando se trata de una cultura que habitó una
región geográfica tan extensa (desde Tabasco, Yucatán, Quintana Roo y Chiapas
hasta El Salvador), durante mucho tiempo (desde el 2000 antes de Cristo hasta
la llegada de los españoles), y compuesta por grupos diferentes unidos por una
familia lingüística.
En su
opinión, lo primero que debemos hacer cuando hablamos de "los mayas",
es cuestionar: "¿mayas de dónde? y ¿mayas de cuándo?".
De
todas las evidencias sobre su concepción del tiempo (básicamente, inscripciones
incompletas) se desprenden las suposiciones sobre las cuales se ha construido
la famosa profecía, dice.
El
asunto está muy ligado al sistema calendárico de los mayas de la época clásica
(del 1500 hasta el 700 después de Cristo) que se basaba por un lado, en el año
solar, dividido en 18 meses y 20 días (calendario haab, en maya).
Y, por
otro, en un calendario ritual (o tzolkin, en maya) que no correspondía con un
ciclo temporal concreto y es una combinación de 20 signos con 13 numerales, con
un total de 260 días.
La
inscripción 6 de Tortuguero no contiene ninguna profecía del fin del mundo,
cambio de conciencia, alineación con el centro de la galaxia, ni nada de esas
ideas que se le atribuyen, insiste Velázquez.
Está
rota, fragmentada, es un texto incompleto que, sin embargo, conserva muchos
jeroglíficos.
La
inscripción perteneció a un edificio del siglo VII que ya no existe, pues
muchos vestigios de Tortuguero fueron destruidos por la explotación de minas de
arena, aunque las autoridades mexicanas rescataron lo que pudieron y se
llevaron la mayor parte al Museo Arqueológico de Villahermosa.
El Monumento 6
El
Monumento 6 del sitio de Tortuguero, en Tabasco, es considerado por muchos,
como la mayor prueba de la profecía maya que anuncia el "fin de los
tiempos" para el 21 de diciembre de 2012.
Lo
cierto es que es el único monumento examinado hasta ahora, cuyos textos
glíficos mencionan esa fecha en referencia a la culminación de un ciclo de
trece baktunes.
Cada
baktun equivale a 144,000 días, entonces el ciclo finalizará luego de 1.872.000
días, es decir, 5.125,26 años desde el inicio de la era actual (11 de agosto de
3114 a. C.), resultando la fecha gregoriana del 21 de diciembre de 2012.
La
pieza comenzó a conocerse en 1962, cuando el arqueólogo John Eric Sidney
Thompson (Inglaterra, 1898 -1975) publicó la fotografía de dos fragmentos con
inscripciones que nombró "Estela 6".
Su
colega, Berthold Riese dio a conocer un dibujo del mayista Ian Graham
(Inglaterra, 1923) de una inscripción llamada "Monumento 6", que
estaba fragmentada en seis pedazos, dos de ellos correspondían a las
fotografías publicados por Thompson.
Mide
1.9 m de altura, tiene 92 cm en la parte más ancha y 65 cm en la menor; su
grosor varía entre 12 y 13 cm, sólo una cara está labrada.
Según
el Museo Pellicer de Villahermosa, donde se conservan tres de sus fragmentos,
fue encontrada en 1958 cubriendo una tumba en el sitio arqueológico de
Tortuguero.
Hay un
fragmento en el Museo de Arte Metropolitano de Nueva York y dos en una
colección privada de Boston.
Al
parecer, su forma original era una "T", de la que no se ha ubicado su
ala izquierda, por sus rasgos pudo localizarse en el interior de un santuario.
El
análisis de todo el Monumento 6 muestra claramente que su objetivo principal es
el relato sobre los sucesos que ocurrían mientras gobernanba B'ahlam Ahau.
Destaca
la construcción y dedicación de una estructura ritual para la ceremonia de
fuego ("el naah") en la fecha de cuenta larga 9.11.16.8.18 (14 de
enero de 669). Estas inscripciones ocupan la mayor parte de la estela.
En el
ala derecha se encuentran, los glifos que algunos consideran apocalípticos, entre
los que se conservan legibles se interpreta:
El
treceavo Baktun acabará en el 4 Ahau 3 Kankin (21 de diciembre de 2012).
¿Sucederá? ¿Será el descenso de Bolon Yookte Kuh para el Tzuhtz-(a)j-oom
u(Y)-uxlajuum pik.
Nadie
lo sabe, quizá el 13° Baktun de los mayas se ha completado: Chan Ajau ux (-te)
Unliw 4 Ajaw
(en) 4 Ahau, el tercero de Uniiw (o sea 3
Kankin)
Lo
cierto es que el Monumento 6 no dice que se vaya a terminar el mundo, señala el
fin de un ciclo y la llegada de otro.
La
nueva era estaría a cargo de un nuevo señor, Bolon Yookte K'uh -"Dios de
los nueve pasos" o "Dios de los nueve árboles"-, también
presente en Palenque, del que no hay certeza de su significado dentro de la
cosmología maya.
Los
Mayas celebraban los finales de periodo como hoy se festejan los aniversarios,
pues para ellos el tiempo no era abstracto, estaba conformado por ciclos, que
tenían nombre.
Así que
la mención de la fecha 13.0.0.0.0 4 Ahau 3 Kankin (21 de diciembre de 2012) en
el Monumento 6 de Tortuguero, es un ancla cronológica aislada dentro de un
largo relato.
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Por
Roxana Howard / Luces del Siglo
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