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lunes, 24 de diciembre de 2012

Oiga, no la chingue…


Empiezo con los datos que dio a conocer el estado de Guerrero, con base a la Auditoría Superior de la Federación (ASF): 12,000 individuos cobran como “maestros” en esa entidad, pero ejercen trabajos de “comisionados” de Elba Esther Gordillo. Además, 500 cobran arriba de los 50 mil pesos y también son empleados de la señora.

Vamos a decir que esos 500 ganan 50 mil mensuales, para redondear. Esto nos arroja 25.5 millones. Digamos que cada empleado de “La Maestra” se lleva 15 mil; no lo creo, pero, órale, concedamos. Eso suma 180 millones. Es decir: los empleados políticos de esta mujer, sólo en Guerrero –uno de los estados más pobres de México–, se gastan del dinero público 205.5 millones de pesos al mes. Ojo: ninguno de ellos da clase, ninguno cobra por lo que fueron empleados.

Dicho en perfecto español, sin ánimos de ofender en lo personal y usándolo como onomatopeya: No la chingue.

Si multiplicamos por 32 entidades federativas esa cantidad, nos salen 6 mil 576 millones de pesos mensuales, 78 mil 900 millones al año.

Mexicanos Primero, la organización no gubernamental, calculaba 23 mil empleados de la señora. Con horror y tristeza podríamos decir que se quedan cortos. Porque sólo los de Guerrero equivalen a la mitad.

No conozco el magisterio por dentro (quizás pocos conocen el magisterio por dentro) como para aventurarme a una cifra (por eso la necesidad de transparentar a este sindicato y a todos los sindicatos), pero 100 mil comisionados me parecen pocos. ¡100 mil mexicanos que cobran como maestros y trabajan como empleados de Elba Esther Gordillo!

Doblemente, no la chingue.

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La Reforma Educativa apenas logró algunos avances. Lo más importante era la transparencia sindical; no sucedió. Y en segundo lugar, el tema de la prueba para los maestros; tampoco pasó.

Las reformas a la ley obligan a que sean sometidos a un examen que no sirve de nada: Ningún maestro podrá ser despedido si reprueba. Podrían no saber siquiera hacer fila, tomar distancia, marcar el paso y entonar el Himno Nacional; podrían no saber usar el bebedero: simplemente no pueden ser despedidos.

Aquí mismo, en SinEmbargo, leía una analogía con un médico. Imagínese (decía la columna Casa de Citas) que usted está obligado a ir con un médico que no pasó su examen. Qué miedo. Pues eso haremos. Llevaremos a nuestros hijos a “educar” con individuos que ni siquiera están educados. Ca-ra-jo.

¿Sabe por qué la oposición de Elba Esther Gordillo a los exámenes? Porque sus miles de empleados que no dan clases pueden pasar una prueba sobre grilla, pero no una educativa. Porque someterlos a pruebas, mostrará el tiradero de dinero que hemos hecho. Porque quiere conservar su estructura política de comisionados-empleados que le dan ese enorme poder para mantenerse de compras en las boutiques del mundo, para mangonear políticos, para tener en su bolsillo elecciones presidenciales o locales y para negociar impunidad.

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Ya sabemos que Elba Esther Gordillo apoyó la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto. Ella misma se encargó de pregonarlo mientras su triste monigote, Gabriel Quadri, daba la cara por el Panal.

Sabemos que apoyó a Felipe Calderón, y a Vicente Fox. Y sabemos que antes de esos, durante 23 años, ha puesto al sindicato al servicio del mejor postor.

Eso siempre pondrá bajo sospecha cualquier iniciativa que venga de PAN o PRI con respecto a ella.

Muchos de nosotros dudamos de que el PRI realmente vaya a hacer algo con esta señora. Muchos dudamos de que el PAN esté actuando con limpieza, ahora que tratan de ponerla en su lugar, cuando apenas hace poco más de un año y medio la hermana del entonces Presidente –y hoy Senadora–, Luisa María Calderón Hinojosa, intentó gobernar Michoacán con Gordillo de la mano.

No existen razones para creer, incluso, que esta Reforma Educativa sea saludable para la Nación, y sí tenemos razones para sospechar que detrás está el insano interés de los políticos por sacar rajada, porque siempre es así.

Honestamente, dudo mucho que toquen a Elba Esther Gordillo. Quizás la doblarán hasta que la pongan a trabajar para el PRI y para el Estado; por razones personajes, Emilio Chuayffet quisiera verla sobajada, pero la revolución institucional lo obligará a simplemente someterla, sin ponerle encima el pie como quisiera.

Yo hasta que no vea que se divulga cuánto dinero recibe Elba Esther, les voy a empezar a creer. Hasta que se sepa cuántos comisionados tiene, cómo es la estructura, cuánto le dan los gobiernos estatales, los municipales, empezaré a pensar que va en serio. Hasta que no vea que investigan su fortuna (sus casas en San Diego, sus cuentas y las de su familia) les voy a creer.

¿Cuál es el miedo? ¿Que los maestros se levanten? No me hagan reír. Nadie en este país se levanta. Todos opinamos de todo y amenazamos con todo, pero no nos levantamos. Desgraciadamente… O afortunadamente: si le dan de manotazos a la señora, seguro los maestros se someterán. ¿Cuál es el miedo? Más pareciera que la presionan para sacarle algo.

De que la señora es una problema de Estado, lo es. Pero la mayoría de los políticos lo son. Vivir del presupuesto se ha vuelto, digamos, un oficio. No importa de qué partido político sean: a todos les encanta vivir de nosotros.

Se agradece el avance que significa la Reforma Educativa. Está bien. Pero no es para tanto.

Tampoco es para que, los que sepamos cómo hacerlo, tomemos distancia, marquemos el paso y entonemos el Himno Nacional.

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(Sí, sí, felices fiestas).


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Alejandro Páez Varela

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