Dicen, aunque no me consta, por eso deberé preguntárselo a doña Laura Bozzo, la conciencia nacional, que la cantante de ópera de cabecera de Vicente Fox era nada más ni nada menos que Paquita la del Barrio.
Por ello tal vez, bajo el influjo de esa voz autorizada que pregona aquello de rata de dos patas, fue que Chente dejó salir de su ronco pecho aquello de que en México un alto porcentaje de familias ya tienen lavadora, “no de esas de dos patas o dos piernas, sino de a deveras”.
Y con ello se echó encima no sólo al ala femenil de la población del país, también a la prensa vendida (jamás será vencida) y a los políticos oportunistas y rastreros que ahora exigen un castigo ejemplar al deslenguado: mínimo, que lave dos docenas de pantalones de mezclilla y cuatro cobijas... a mano, chiquito, a ver si como ronca duermes.
Parece que don Chente solía (y suele todavía) olvidar el aporte histórico de las mujeres (que no lavadoras de dos patas) no sólo en nuestro país, sino en todo el mundo, aún en aquellos donde el fundamentalismo enfermizo ha dejado de lado la figura femenina y la ha tomado como figura decorativa.
¿Acaso Chente es fundamentalista?
Preguntémosle a la señora Marta.
Lo que creo es que inclusive en esos países de Medio Oriente, que se amparan en teorías religiosas para no valorar el esfuerzo de las mujeres, la figura femenina es importante.
Se dice, por ejemplo, que en países verdaderamente civilizados, la población femenina con estudios universitarios supera a la masculina.
Los datos son inequívocos: ya desde la escuela ellas recaban un mayor éxito escolar.
No se trata de inteligencia: ningún estudio dice que las niñas son más listas.
Entonces, ¿por qué a las alumnas se les dan mejor los libros?
Maestras y maestros con una larga trayectoria en las aulas y profesoras universitarias que han investigado sobre ello aportan ideas que remiten al contexto y los hábitos sociales, a las características biológicas y a la sigilosa y constante lucha feminista para explicar por qué ellas son las primeras en todas las aulas.
He aquí algunos datos pepenados de todos lados:
• La herramienta adecuada. Durante decenas de miles de años las mujeres han sido las encargadas de convertir un bebé indefenso en un adulto social capaz de enfrentarse al mundo. Y lo han hecho con el lenguaje. Por eso, la evolución ha dotado a la mujer de mayor capacidad verbal y un cerebro que nace optimizado para comprender la complejidad de la mente y las sociedades humanas. Ellas necesitaban esas herramientas para transmitir a sus hijos lo necesario para aumentar su probabilidad de supervivencia, pero ahora les sirven también para obtener buenos resultados en los estudios.
La psicóloga experimental Cecilia Encinas, de la Universidad de Zoonora, ha documentado la superioridad innata de las mujeres para el lenguaje y otras capacidades cognitivas ya observadas en las aulas. Mejores "conversadoras" y "negociadoras", mejores para relacionarse; son características que destacan todos los consultados. Ventajas que les serán muy útiles en la adolescencia, una etapa difícil. "A esa edad es cuando más necesidad tienen de relacionarse con profesores y alumnos", dicen los expertos.
• Ellas ponen la mesa... planchan la ropa, ordenan el armario. Los hábitos sociales que aún se transmiten a las niñas son muy distintos de los que aprenden sus hermanos. Han adquirido hábitos de trabajo, aprendido a escuchar calladas, a ser ordenadas, "¡incluso a ser más limpias!", apunta un profesor español. "Esos hábitos sociales son una forma de sostener la vida y la civilización; es raro que una alumna diga que sólo va a estudiar a finales de mes", dicen.
• ... pero quieren que la quite otro. El contexto social ha cambiado. "Ahora las chicas tienen una conciencia de lucha que les ha proporcionado el feminismo. Son más conscientes de la discriminación por sexo. Saben que para tener calidad de vida tienen que estudiar. [Se dice que ellas dedican el triple de tiempo al estudio]. Ya no se conforman con las tareas a las que siempre les han relegado. Saben que necesitan destacar, que les van a pedir más en iguales condiciones".
• La conquista de las ciencias. La conciencia de género y la lucha femenina por conquistar territorios donde los hombres ya habían puesto su bandera ha quebrado complejos en la elección de carrera. Sin embargo, algunas áreas científicas y tecnológicas se mantienen aún en manos masculinas. Son, de hecho, la única excepción; de las facultades de matemáticas y tecnológicas aún salen más titulados que tituladas.
¿Es sólo una pegajosa tradición o cabe hablar también de diferencias de género?
"No es fácil separar lo biológico de lo cultural en el proceso de enseñanza-aprendizaje que comienza en la familia y continúa en la escuela". La psicología experimental ha demostrado, sin embargo, que los hombres son superiores, por ejemplo, en pruebas de orientación en el espacio, como rotar mentalmente un objeto, o en problemas de geometría; ellas ganan en cálculo aritmético. Las niñas muestran de bebés preferencia por las imágenes con caras humanas, y los niños por los objetos (carritos, soldaditos y demás). Hay diferencias, y también tradición.
• Madurez y trabajo. "Toda la juventud tiene dudas, pero los chicos están más desprotegidos frente a las influencias externas, mientras que en las chicas funciona mejor el sentido común que les ayuda a zafarse de ellas, y eso es bueno para los estudios". Esta singularidad, que explican los expertos, puede ser una de las claves del abandono prematuro de los estudios, que afecta más a los alumnos. La estadística demuestra que ellos consiguen antes un empleo aunque tengan menos estudios. De hecho, los programas alternativos que se ofrecen a los adolescentes desmotivados para sacar la secundaria obligatoria tienen más alumnos que alumnas.
"Los chicos están muy perdidos, no quieren crecer, ni estudiar, ni trabajar, sólo tener dinero. No les gusta el mundo masculino adulto actual, pero no tienen referentes. No se sienten a gusto con ser los conquistadores, los omnipotentes, los fuertes, los que no pueden llorar ni tener miedo... Y además se sienten peor todavía al ver la libertad y la alegría con la que se mueven sus compañeras", explican los estudiosos del tema.
• El deseo de aprender. "No se puede explicar el éxito de las mujeres acudiendo sólo a factores externos, por hábitos aprendidos o condicionamientos sociales. Las mujeres están completas en lo que hacen". Quiere decir con ello que, una vez que hacen algo, "lo hacen con sentido y lo hacen bien, por el placer de hacerlo, sin esperar recompensa: el sentido está en el propio placer".
Aunque, ciertamente, a Vicente Fox le haya parecido (y le parezca) poca cosa.
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