Dicen que Osama Bin Laden se enfrentó a disparos con el comando especial de la Armada estadounidense que irrumpió en su complejo.
Es la versión gringa. Y sácalos de ahí.
Por su parte, el presidente Barack Obama aseguró que el mundo es ahora “más seguro y un lugar mejor debido a la muerte del líder de la organización terrorista Al Qaeda”.
Pero no, lo siento mucho, Barack Hussein Obama, muchos, muchísimos, millones de personas en el planeta pensamos que el mundo será verdaderamente seguro cuando el ejército gringo no ande por ahí cazando a los demás, mientras en Estados Unidos, los desquiciados por su propio sistema se meten a las escuelas a balacear a docenas de semejantes, gracias a lo que aprenden precisamente con estos actos de información fastuosa.
Así como el líder de Al Qaeda —según la fuente periodística, familiarizada con la operación especial— fue alcanzado por una ráfaga de fuego apuntada cuidadosamente, del mismo modo los jóvenes estadunidenses del Tea Party le apuntan a los negros y a los hispanos, y los rancheros de Texas y Arizona le apuntan a los migrantes latinos: el ejemplo se lo pone el ejército norteamericano.
Según lo que ha trascendido de manera triunfalista —incluso miles de fanáticos alcoholizados por la noticia se apostaron frente a la mansión presidencial a celebrar el asesinato como si hubiera sido un acto de heroísmo, mientras el pueblo, la perrada americana pues, dormía al margen de esas muestras de estupidez—, unas dos decenas de efectivos gringos, todos portando gafas especiales de visión nocturna, tomaron por asalto el recinto de paredes altas.
El tipo que hablaba señaló que los elementos —al más puro estilo hollywoodense; de hecho, no tardan en rodar la película, ya verán— se deslizaron por cuerdas desde helicópteros en medio de la noche, y cerca del final de la incursión de 40 minutos, Bin Laden fue asesinado.
Al hablar en la Casa Blanca, el presidente Obama dijo que la muerte de Bin Laden demuestra que Estados Unidos se mantuvo fiel a su compromiso de que se haría justicia contra Bin Laden, “el rostro del terrorismo global y arquitecto de los atentados del 11 de septiembre de 2001”.
Y sí, los gringos hicieron justicia a su modo: atropellando a la población civil de las naciones más indefensas del planeta.
Y de paso cosecharon la admiración de los mismos arrastrados y lametraseros de siempre.
Por eso no es verdad que con la muerte de Bin Laden el mundo es ahora más seguro y un lugar mejor.
Porque si bien podría ser cierto que Bin Laden haya muerto, pero el ejército gringo —que necesita más Bin Laden que justifique su presencia en los países de Medio Oriente— sigue vivo y aterrorizando a todos los ciudadanos que no comulgamos con esa ideología armamentista.
Así, el mundo será verdaderamente seguro cuando el ejército gringo no ande por ahí cazando a los demás como conejos nomás para seguir manteniendo sana una economía podrida y errática...
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