Alberto Córdova Herrera nació en Pilares de Nacozari, Sonora, el día 12 de octubre de 1918. Emigró con su familia a la ciudad de Hermosillo para cursar su educación primaria en el Internado "Coronel J. Cruz Gálvez". Continuó en la Escuela Secundaria del Estado y posteriormente estudió en la Escuela Normal, también en Hermosillo. Marchó a la ciudad de México y se inscribió en la Escuela de Médico Cirujano y Partero en el Instituto Politécnico Nacional, carrera que cursó durante cuatro años y no pudo terminar por falta de recursos económicos.
Desde muy joven participó en la mayoría de los deportes que se practicaban en esta ciudad, destacándose como basquetbolista y atleta. Aquí habría de determinarse el futuro curso de su vida.
Participó por primera vez con el equipo Colegiales, año de 1933, en un campeonato de basquetbol. Tanto por su tenacidad como por su capacidad, formó parte del distinguido grupo de sonorenses que, venciendo múltiples obstáculos, lograron representar al estado de Sonora en los Juegos del Noroeste que se celebraron en La Paz, B.CS., desde el año de 1934 al de 1937. Obtuvo muchas distinciones, como la de ser llamado cuando estudiaba en la ciudad de México para reforzar a los equipos representativos de su estado, que tenían compromisos de nivel nacional.
Al iniciar sus actividades el Departamento de Educación Física de la Universidad de Sonora, recibió nombramiento como Auxiliar del Director de dicha área, convirtiéndose más tarde, en 1962, en el Director y responsable de estas oficinas del deporte universitario, mismo que alcanzó, precisamente en dicha década, alturas de perdurable recuerdo.
Nunca Alberto Córdova, el querido y respetado "Chipote", dejó de ser un estudioso. Compañeros de él, como Constancio García, aún recuerdan los viajes que verano tras verano el profesor Córdova emprendía a los Estados Unidos para visitar gimnasios y aprender nuevas técnicas atléticas y deportivas, sobre todo en el basquetbol, su nunca negada pasión. Y él pagaba sus propios gastos, por supuesto.
De su mirada y dedicación surgieron no sólo brillantes atletas y deportistas, también maestros e instructores: la mayoría de los que le sucedieron, algo o mucho le aprendieron y le deben.
En los inicios de la década sesenta logró integrar a los primeros jugadores de la que sería poderosa escuadra de basketbol, los Búhos, de brillante trayectoria. Con este equipo logró conquistar cuatro campeonatos estatales, a la vez que inscribió a numerosos jugadores y a la misma UniSon en el concierto nacional de los aros y tableros.
Con ese mismo ahínco logró integrar equipos de basquetbol femenil en la Escuela de Enfermería de la propia Universidad, equipo que llegó a participar en encuentros estatales. Sus méritos fueron tantos que su nombre, entre otras formas, perdura en la placa alusiva del Gimnasio Universitario.
Retirado por jubilación de la Universidad de Sonora, siguió sirviendo a su profesión como presidente de la Unión Deportiva Municipal de Hermosillo. Volvió a la promoción del basquetbol al hacerse cargo del Centro de Basquetbol Infantil que funcionó en el Gimnasio del Estado. Allí los niños tuvieron la oportunidad, con este maestro, de desarrollar tempranamente sus facultades y su carácter.
Su muerte ocurrió el 15 de julio de 1982.
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Fuente:
Luis Enrique García. Memoria Gráfica del Deporte Universitario.
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