No, tal vez no fueron verdaderos rectores los tres primeros rectores; de haberlo sido, no les habría prohibido la directiva del Comité que hicieran gastos por más de $20.00 (veinte pesos) sin autorización ni les hubieran negado acceso a las sesiones del Comité Administrativo de la Universidad de Sonora (CAUS).
Al primero, el profesor Aureliano Esquivel Casas, se le tomó a prueba por tres meses, aunque antes de fenecido ese término se le contrató indefinidamente por $1,000.00 mensuales, la misma cantidad que se le había pagado a José Vasconcelos, y se le dio un título parecido: Organizador Técnico de las Escuelas de la Universidad, al que Esquivel agregaba: en funciones de Rector.
La Ley Universitaria exigía, entre otros requisitos para ser Rector, tener título profesional expedido por la Universidad Nacional Autónoma de México o por algún Colegio e Institución de cultura superior de reconocido prestigio cultural (Artículo 13-II), requisito que no satisfacía Esquivel, como tampoco lo satisfaría el tercer Rector, profesor Manuel Quiroz Martínez.
Al segundo, el ingeniero Antonio Astiazarán, se le escamotearía también la plenitud del título en vista de que, al contratarlo, no se sabía que hubiera impartido cátedra en un plantel universitario o instituto de educación superior en un periodo consecutivo no menor de dos años, como lo exigía la fracción III del mismo precepto.
Pero, por la conducta que mostraron los directivos del Comité, es evidente que no era el cumplimiento o incumplimiento de requisitos lo que los movía a tratar a los presuntos rectores como simples empleados, sino el propósito de mantener el monopolio del poder. Constituían una oligarquía y no deseaban extraños inmiscuidos en su cónclave.
La presentación de Esquivel Casas en el pleno del CAUS fue el 12 de junio de 1942; de acuerdo con el acta respectiva, calculó que por concepto de sueldos para profesores se erogarían $150,000.00 mensuales; habría maestros de materias profesionales, académicas y de adiestramiento, con sus correspondientes¿Fueron rectores los tres primeros rect tres tipos de sueldos. Propuso la creación de escuelas técnico profesionales de tipo no universitario, concretamente: de Agricultura, de Ganadería, de Minería, de Pesquería (conservación y envase), Enfermería y Obstetricia, Superior de Comercio y de Servicio Social.
Para el futuro, recomendó la creación de la Facultad de Ciencias Químicas, la de Ciencias Biológicas y la de Ingeniería en sus diversas formas prácticas, así como, para no descuidar el aspecto espiritual de la cultura, la fundación de la Facultad de Filosofía y Letras.
En un informe de actividades fechado el 29 de mayo de 1944, con extensión de 15 cuartillas, el Rector asentaba: La Universidad de Sonora necesita que la ayuden; se ha dicho de ella que no ha llenado su objeto; la Universidad no puede llenar el objeto para el que fue creada en tanto que la Universidad no sea, y la Universidad no es; lo que tenemos es un proyecto de Universidad; y un proyecto no es un hecho ni una realización; cuando la Universidad sea, por razón de su trabajo se verá si cumple o no la función social que tiene a su cargo.
En esa misma ocasión comunicó al Comité que había elaborado un proyecto de escudo para la Universidad, del que nadie hizo caso, y ofreció dos propuestas de lema: Nulla dies sine linea: Ni un solo día sin trazar una línea, y Qua non ascendam?: ¿Hasta dónde no subiré? Si se aceptaba la primera, se simbolizaría por una abeja, un obrero o un investigador científico; si la segunda, por un águila en vuelo ascendente.
En declaraciones a El Imparcial (30 de mayo) anunció casi como un hecho la creación de tres escuelas nocturnas y además, para el ciclo próximo, el primer año de Ingeniería, el primero de Ciencias Químicas, el primero de Arquitectura y el primero de Comercio. Y en una circular a los maestros, fechada el día siguiente, en la que les recomendaba que promovieran a la Universidad en las poblaciones donde fueran a vacacionar, anunciaba el doble bachillerato: Ciencias y Letras, aunque no ocultaba el temor de que estos inicios de escuelas no se puedan organizar precisamente por falta de estudiantes.
En sesión extraordinaria celebrada el 18 de junio, la Directiva determinó que no había elementos ni capacidad económica para abrir las escuelas de Ingeniería, Química y Arquitectura, pero acordó que las propuestas se enviaran al pleno del Comité. Éste aceptó que se abrieran Comercio y la Normal Nocturna.
En julio se advirtió al Director de las Escuelas que toda erogación mayor de 20 pesos debe hacerse previa autorización de la Directiva y por ésta, y se negó la petición de instalar teléfonos en los edificios en virtud de las actuales condiciones motivadas por el estado de guerra en que nos encontramos.
Unos días más tarde se intentó suavizar la brusquedad de esas observaciones indicando que el límite de los 20 pesos operaba cuando las partidas se hubieran excedido.
La tirante situación fue rota por el Gobierno del Estado, que escogió una fecha estratégica --el 15 de agosto, antes que concluyera el periodo vacacional-- para manifestar su repudio al Rector. En carta firmada por el licenciado Antonio Canale, Gobernador interino, al Comité Administrativo, afirma que el profesor Esquivel había proferido ataques el 31 de julio en contra del licenciado Octavio Véjar Vázquez, con motivo de su actuación al frente de la Secretaria de Educación Publica, y no estando de acuerdo el Gobernador del Estado con la actitud del C. profesor Esquivel Casas, en primer lugar porque sus ataques son injustificados, y en segundo lugar porque si fueran honrados debieron hacerse cuando el licenciado Véjar Vázquez era titular de la Secretaría de Educación Pública, se ve en el penoso caso de suspender desde hoy sus relaciones con la Universidad de Sonora, mientras el citado profesor preste sus servicios a la misma.
El hecho es que con la carta del licenciado Canale, Aureliano Esquivel Casas entendió al fin que era persona non grata para el gobierno y para el Comité, y presentó su renuncia, aceptada el 17 de agosto de 1944. Se le gratificó con $3,600.00 por los diversos y buenos servicios que prestó a la Universidad.
El Rector que no fue Rector se fue a México y nunca volvió a Sonora.
Pasó más de un mes la Universidad sin rector, hasta que el ingeniero Ramón Corral, presidente del Comité, hizo contacto con el ingeniero Francisco Antonio Astiazarán Varela, oriundo de San Miguel de Horcasitas y residente en Mexicali, y le propuso el cargo. No se decidió de inmediato este profesional, con raíces familiares en el Valle del Yaqui, sobre todo porque sus ingresos eran mayores que el sueldo del profesor Esquivel Casas. El problema se superó con la oferta del doble: $2,000.00 al mes.
Astiazarán arribó a Hermosillo el primero de octubre y el 5 fue presentado al Comité en pleno. Como se ignoraba si había impartido cátedra en planteles de enseñanza superior al menos dos años, requisito de la Ley para otorgarle el nombramiento de Rector, le extendieron el de Director de las Escuelas Universitarias y Director Técnico de la Universidad. Formalmente fue recibido por la Directiva el 30 de noviembre.
No parece haber habido buena química entre el nuevo funcionario y los directivos del Comité, o bien quisieron éstos tratarlo como al profesor Esquivel y no encontraron en Astiazarán sumisión.
En marzo de 1945 le pidieron un estudio para resolver la gran indisciplina que creían ver en las escuelas. El ingeniero respondió tranquilamente que la indisciplina era la misma que reinaba en cualquier otra universidad, que eran travesuras de los muchachos, y que se habían tomado medidas respecto de dos o tres que causaban alborotos.
En esos meses la Directiva se ocupaba en redactar reformas a la Ley Universitaria y cabildear para sacarlas adelante, lo que no logró. Pero no le quitaban el ojo al ingeniero Astiazarán y no les gustaba lo que veían. En la sesión del 10 de agosto, el doctor Olivares presentó una serie de quejas: que el problema del profesorado era serio; que el Director de las Escuelas atendía con lentitud los problemas que le encomendaba el Comité; que aunque se habían creado nuevas escuelas (Ingeniería), no había presentado un estudio serio, sino solamente notas que habían leído en una junta de Directiva.
La gota que derramó el vaso fue la carta en la que Astiazarán negaba la posibilidad de realizar la Escuela de Agricultura y Ganadería.
El ingeniero Astiazarán presentó su renuncia el 24 de mayo de 1946. Y vino la crisis.
En la sesión de la Directiva del 28 de junio se expresó el temor de que llegara el siguiente ciclo escolar sin Rector, y a propuesta de José Ramón Fernández se nombró una Junta Provisional Técnico Académica que cubriría el interregno. La formaban el profesor Alberto Gutiérrez, el licenciado Rafael Navarrete y el doctor José Jiménez Cervantes; vocales, profesores Amadeo Hernández y Ernesto Salazar; como secretario continuaba, inamovible, el profesor Rosalío Moreno. Cada uno de ellos recibiría un sueldo mensual de $500. La Junta se encargaría del estudio de los problemas que vienen afectando a la Universidad, organización, horarios, disciplina, etcétera, y propondría soluciones a la Directiva.
Si las intervenciones del general Rodríguez para echar de la Universidad, primero al profesor Esquivel Casas y luego al ingeniero Astiazarán, fueron más o menos disimuladas por los directivos del CAUS, la imposición de Rector en la persona del profesor Manuel Quiroz Martínez la ejecutó sin el mínimo pudor y a la luz del día.
El 6 de septiembre, en una carta enviada por el gobernador al ingeniero Corral, le dice:
Muy estimado y fino amigo:
De conformidad con la autorización que se acordó en la asamblea extraordinaria del Consejo Directivo de esa Universidad el día 13 de agosto próximo pasado, en la que se me facultó para buscar y contratar un Rector que reuniera las condiciones necesarias, de acuerdo con las repetidas conversaciones que sobre este particular tuvimos, tengo el gusto de informar a usted que he contratado para Rector de la Universidad de Sonora, al señor profesor Manuel Quiroz Martínez, cuyos antecedentes en materia pedagógica garantizan su eficiencia para el caso.
Aunque el profesor Quiroz fue presentado al Comité el 19 de septiembre, desde el 10 el ingeniero Corral escribió al gobernador Rodríguez agradeciéndole por haber ayudado en la selección de la persona que deberá encargarse de la Dirección de las Escuelas de nuestra Universidad.
El nuevo Director de las Escuelas no tenía el nivel profesional requerido por la Ley Universitaria para ser Rector, pero no fue cosa que debió preocupar al general Rodríguez al contratarlo, como dice en su carta. Tenía 58 años al hacerse cargo de la entonces joven institución, en la que iba a permanecer siete años. Que lo hubiera traído el poderoso general Rodríguez debe haberle dado una gran seguridad, pero los directivos del Comité lo ubicaron pronto en su sitio de subalterno.
De entrada, el flamante funcionario propuso la supresión de la Escuela de Iniciación Universitaria, cuyo programa era igual al de la Secundaria, y se lo aceptaron; pero pidió también una Escuela Normal Nocturna para maestros no titulados y la creación de los dos primeros años de un Conservatorio de Música, y el Comité le dijo que no. También se dio un no, aunque disfrazado, al proyecto de Servicio Meteorológico Universitario.
Tocó a Quiroz Martínez el honor de ser anfitrión de los asistentes al IX Congreso de Historia y a la Asamblea de Rectores, de la que brotó la Asociación Nacional de Universidades e Institutos de Educación Superior. También le tocó el nacimiento de la política estudiantil, con la formación, en 1950, de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Sonora, FEUS, de donde salieron los muchachos que cavaron su tumba rectoral.
El funcionario, de mentalidad conservadora y rígida, no supo entender que los estudiantes secundarianos evolucionaban rápidamente, conforme acumulaban créditos académicos, a la calidad de universitarios con pensamiento crítico, pensamiento que encontró su primer vehículo en el periódico mensual Axios, creado a iniciativa del doctor José Jiménez Cervantes, con subsidio del Comité; aunque al principio era dirigido y tutelado por el médico, pronto se dejó en manos de los muchachos. Además, la FEUS creó su propio periódico, Ariel, que fue el ariete contra el Rector.
Que los problemas internos trascendieran al público preocupó de veras a los directivos del Comité, además de que estaban hastiados del gris rectorado de Quiroz Martínez. En los siete años trascurridos, no se había concretado la creación de una nueva escuela universitaria, aunque se había avanzado hacia la Escuela Agropecuaria y había un movimiento de los abogados locales para crear la Escuela de Derecho.
Cundió la efervescencia estudiantil en 1953 y, aunque se atravesaron las vacaciones de verano, se intensificó en septiembre, en cuanto se reanudaron las clases, y culminó con un escrito de la FEUS enviado al CAUS y publicado en la prensa, en el que concretaba sus peticiones: representación estudiantil en el Consejo Consultivo (antecedente del Consejo Universitario), incremento al 10% del impuesto adicional para resolver el problema económico, multiplicación de las actividades culturales y destitución del Rector.
Por lo que atañe al asunto del impuesto adicional, el CAUS ya había iniciado gestiones ante el Gobierno del Estado, y por lo que toca a actividades culturales, si bien al Departamento de Acción Social (después, Extensión Universitaria) lo mantenían ayuno de recursos, el presidente Ignacio Cadena las consideraba suficientes. Los problemas eran, primero, la representación de los estudiantes en el Consejo, y segundo, la destitución del Rector.
En la Mesa Directiva había una corriente favorable a que hubiera representantes estudiantiles y se le había comunicado así al Rector, pero éste se resistía con el argumento de que era asunto del Consejo. Por lo que toca a la destitución, la FEUS fundamentó su petición en los siguientes términos:
No se ha visto ninguna iniciativa, ningún nuevo impulso que sacuda la monotonía que priva en nuestro ambiente... podemos decir que nuestra Casa de Estudios tiene una vida latente y pasiva.
El actual Rector de la Universidad no está capacitado para desempeñar ese puesto pues teniendo la responsabilidad del funcionamiento de nuestra Máxima Casa de Estudios, no ha dado muestras de competencia para ello, porque como es del dominio general ésta se encuentra en un estancamiento que tarde o temprano la conducirá a un triste fin.
De allí que ante ese H. Comité Administrativo, solicitamos de la manera más atenta y respetuosa sea destituido el actual Rector de la Universidad de Sonora y se otorgue este honroso cargo a una persona con experiencia, y preferentemente, a un universitario oriundo de nuestro Estado. La Universidad cumple en pocos días diez años de vida y causa honda tristeza el poco halagador aspecto que presenta: deficiencias, irregularidades, mediocridad, todo ocultado por el oropel: edificios majestuosos, jardines bien cuidados, corredores limpios y en fin, un exterior imponente y bello que contrasta enormemente con su condición interior y que una década no ha sido suficiente para corregirla.
El punto fue discutido durante varias sesiones. Aunque Quiroz Martínez permaneció en la Rectoría todo el ciclo escolar, desde ese mes de octubre quedó sellada su suerte. Finalmente, después de negociar su salida con un generoso finiquito, el Rector Manuel Quiroz Martínez renunció el 31 de agosto de 1953.
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Fuente:
Carlos Moncada. Historia General de la Universidad de Sonora. Tomo I. Capítulo VII: Fragmentos.
Carlos Moncada. Historia General de la Universidad de Sonora. Tomo I. Capítulo VII: Fragmentos.
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