Nota de El Imparcial:
Luego de permanecer por más de una hora varada, una ballena de apenas tres y medio metros de largo, pudo ser rescatada por dos agentes de la Policía Municipal y bañistas que se encontraban disfrutando de la playa Piedras Pintas de San Carlos Nuevo Guaymas.
Poco más tarde se sumaron a las labores de rescate, los elementos de Bomberos Voluntarios, Centro de Investigaciones en Alimentación y Desarrollo (CIAD), Armada de México, Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa).
El comandante del destino turístico, Raymundo Mercado y Ricardo Godínez García, auxiliados por siete guaymenses que se encontraban en el balneario, lograron introducir la ballena “Cachalote” al mar.
Ante esta noticia, debo dejar en claro que yo no tuve nada que ver con ese incidente. Para nada. Además, ¡les juro que la ballena varada en San Carlos no era yo!
Es cierto que nos parecemos, pero nomás tantito: en el color y en lo resbaloso.
Por lo demás, ella es de mar y yo soy todo terreno, como si fuera una de las Hummer que le regaló Elba Esther a sus semicharros.
A mí ni siquera me llama la atención el oceano: lo único que me gusta del mar es el caldo largo.
Ya les dije que me parezco más a Jacko que a cualquier ballena.
Ni siquiera a las Pacífico: ésas son de entrañas frías, en cambio las mías son más calientitas que el vómito de la charra de la mosca que me contara el asqueroso de mi compadre Fernando Anaya hace varios años y muchísimas borracheras...
Además, las Pacífico son curiositas por fuera y yo estoy más Federico que García Lorca, para construir un tropo literario que arrope mi descontinuada carrocería, bastante chocada por los multirrutas de la vida.
Así que si les vienen a contar cositas malas de mí, ha de ser un complot derivado de una perversa confusión (ya ven en las cosas de hoy no hay coincidencias): porque a mí me gusta bailar vallenato no bailar como ballenato...