Trova y algo más...

martes, 14 de julio de 2009

No les creas, Eduardo…

Debido a la estima que te guardo, y preocupado por tu prometedor futuro político, quiero contarte, acá entre nos, lo que mucha gente piensa de ti, pero de antemano te pediré una cosa: No les creas.
Dicen de ti que tu capital ha sido un libro abierto y que la gobernatura te sirvió para aumentar exponencialmente tu riqueza y la de tu familia. Pero no les creas.
Tambien dicen que fue un nepotismo ruin y un descaro el haber impuesto a tu hermano Ricardo al frente del programa Impulsor sin darle tan siquiera el nombramiento de funcionario público para que NO se viera obligado a rendir cuentas.
Es más: dicen que en el fondo el que gobernó en estos años fue él y no tú, Eduardo: ¿cómo la ves?
Pero como te digo, son habladas las que andan diciendo, así es que no les creas nada.
No más falta que digan que él y tú tenían serias diferencias a la hora de gobernar.
Comentan, además, que el Plan Sonora Proyecta es en verdad una gran inversión... pero para ti y tus allegados: los constructores, sobre todo.
Mira nomás hasta dónde llega el pensar de la gente: que el bienestar de Sonora que proclamas es la cortina del verdadero negocio que hay detrás de todo eso.
Fíjate nomás, ¿que ingrata es la gente verdad?, pero, insisto: tú tranquilo, no les creas nada.
Han llegado a decir, incluso, que esa fama de enriquecimiento familiar sólo es un distractor porque tú eres una persona muy humilde, pero en realidad eres un líder, qué digo líder: un visionario que lo que buscaste siempre fue concientizar a este pueblo sonorense, y particularmente hermosillense despolitizado.
De ahí que hayas dejado correr el rumor —porque era un rumor nomás ¿verdad?— de derruir, por ejemplo, el internado Cruz Gálvez para crear un negocio propiedad del empresario Coppel, el cual tiene una relación filial contigo.
Lo que en realidad tú querías es que la muchedumbre aletargada, carente de conciencia, de pronto se levantara y ejerciera su ciudadanía en contra de lo que quería hacer con este histórico internado.
Ve cómo se tergiversan las cosas, pero te repito, no les hagas caso, no les creas nada.
Fíjate hasta dónde llegan los malintencionados: han llegado a decir que, debido a tus unilaterales y testaduras decisiones y tu afán de imponer todo con base en la sumisión y no al consenso que demandan las democracias modernas, se te ha volteado el chirrión por el palito y en el fondo tú te estas dando cuenta —un poco tarde— que nada te sale bien, pero ahí estás dale que dale, dominado por tu porfía, hasta el final, a pesar de que en los hechos llegas al ocaso de tu sexenio arrastrando la cobija.
Sólo que la gente, dicen, no es tan sumisa como piensan tus asesores, a los que por cierto deberías de llamar a cuentas porque en estos seis años pocas veces dieron pie con bola y que en cada intento por imponer algo que ellos te hubiesen sugerido se te hacia pelotas el engrudo. Bueno, eso dicen acá, en el mundo terrenal, abajo, donde está el pueblo alejado del bullicio y de la falsa sociedad. Pero calma, Eduardo, a la chusma no le creas.
¿A qué grado serán los inventos, Eduardo, que han llegado a decir que lo del redimensionamiento(o sea, el montón de recortados al inicio de tu sexenio) tuvo un alto costo para el erario, pues casi todos los despedidos fueron reinstalados y que el programa SUBA anunciado con bombo y platillo fue, sigue siendo un rotundo fracaso...?
¿Si te acuerdas, eh, que la gente —esa que se ha menospreciado— se alzó indignada como hacía mucho tiempo y dio una muestra de lo que es capaz cuando se organiza...? ¿Si te acuerdas?: Las patrullas —¡las patrullas!— transportando pasajeros y patrullando la ciudad, parecía que estábamos en el Medio Oriente o que había habido un desastre mayúsculo y que el ejército mexicano no tardaba en poner en práctica el plan DN-III.
Pero así es la plebe: le gusta dramatizar... Tú, por tanto, hazme caso, yo se lo que te digo: no les creas.
Qué tanto le gustará mentir a la muchedumbre que dicen que tú y Beltrones no se pueden ver ni en pintura. ¡Ay, la gente! ¿no te digo?: no halla qué decir con tal de llamar la atención y desprestigiarte. Pero no les creas.
Y es que si les crees, al rato van a empezar a decir que la remoción de inmuebles o de parques que intentaste no tenían un propósito sano sino de mero negocio... y eso sí ya sería el colmo. Por eso, te ruego, no les creas.
Hay una tiránica minoría que anda diciendo, por ejemplo, que lo del Proyecto MUSAS ni será propiamente cultural ni guarda un interés cultural.
Mira nomás hasta dónde llegan: que ¿por qué no lo planearon para otro lugar que no dañara ese parque?, que justamente lo hicieron allí para darle una mayor plusvalía a los terrenos aledaños cuyo dueño es no sé quién.
Mira, pues, en las frivolidades que se fijan.
Por eso te digo: las críticas han de venir de gente rústica que lo mucho que ha de saber es pasearse en un caballo y hasta ahí. Por eso, mándalos lo más lejos posible, y nos les creas nada.
¿Qué les importa a ellos si tú casi no estuviste o no estuviste en los festivales de mayor importancia cultural sonorense y preferiste mandar a un representante?
Haz mutis y como si no los oyeras, no les creas nada.
Hablan nomás por hablar como si no hubiéramos visto tu basto interés por la cultura.
Dicen, incluso, que te aferraste con la candidatura de Alfonso Elías, el mentado vaquero, con tal de no dar tu brazo a torcer y que ahora pasarás a la historia como el primer Gobernador del PRI que pierde una elección en Sonora.
Que de plano, dicen, parecías un panista infiltrado, pues tu actitud política, en los hechos, no hacía más que ayudar electoralmente al blanquiazul.
Que estos cinco años y cacho de artificio mediático se hicieron añicos de un de repente y que poco o nada queda de esa imagen de perdonavidas que te construyeron tus voceros.
¿Ve nomás la gente lo que se pone a inventar?: que este desencanto popular, estas andanadas ciudadanas y chistoretes hacia tu gobierno, a un respiro de que todo acabe, se parece mucho a la estela de abucheos que vivió Carlos Salinas al concluir su presidencia.
Yo, la verdad, no lo creo, por eso te pido que tú también hagas lo mismo: tampoco les creas.
Nomás falta que crean eso de que tu familia tiene acaparadas las concesiones de las guarderías del IMSS en el Estado.
¡Qué infamia!
Es que la gente seguramente está prejuiciada y no ha entendido la misión de líder que a ti los dioses te han encomendado.
Fíjate hasta dónde llegan las taras populares que ni se creyeron los piropos y los cumplidos que te han dirigido miles y miles de personas a través de tanto desplegado.
Ve... por eso te digo: no les creas, Eduardo.
Tanto ha sido el encono inmerecido hacia ti que hasta la famosa frase aquella en la cual advertiste que ibas a quitar a patadas las piedritas que te ponían en el camino, lo tomaron a la letra como una amenaza, cuando seguramente tú te expresabas metafóricamente citando a algún pensador o algún estadista o algún poeta del Siglo de Oro.
Eso ya es el colmo, la ignominia, la degradación, el descrédito injusto. Qué pena.
Pero mantente firme, estoico... no les creas nada y repite conmigo: Casi nadie por encima de la ley.
Lo que pasa es que ellos, ignorantes al fin, no entienden que tu origen silvestre mezclado con tu carrera empresarial trae consigo un hibrido discurso, un innovador discurso, un excelso discurso, un egregio discurso que los únicos capaces de explicar y entender tan personal vocabulario serían los estudios de la sociolingüística.
Será muy, muy difícil que algún simple mundano entienda tu cariz de vaquero rudo, testarudo, francote, bronco, echa’o pa’delante, silvestre: el cruce del análisis lingüístico con los factores sociales que lo determinan que trae como consecuencia tu hábito comunicativo con tus gobernados, que ya poniéndonos muy exigentes, Eduardo, pudieran insultar mucho más que las llamadas malas palabras.
Mira cómo serán de exagerados: ahora resulta que también te están echando en cara tu reciente declaración en el sentido de que dormías como un bebé.
Andan diciendo por ahí que eso ya fue el colmo del cinismo y que, en el contexto de la tragedia de la guardería, esta confesión era un humor muy negro de tu parte.
Pero qué caray: si te estoy pidiendo que no le hagas caso a esta multitud habladora, pues a mi menos: ¿quién soy yo para opinar desde este Diván sobre tu persona y, en sí, sobre tu estilo personal de gobernar que te caracterizó durante estos años…?
A lo mucho, yo sólo quería sumarme al montón de inserciones o desplegados que aparecen publicados en tu auxilio.
Pero ¿para qué y —sobre todo— de dónde?
Mejor prosigue tu camino, no te quiebres y mantente entero, imperturbable, como hasta ahora lo has hecho aunque ya tu cara se parezca a la cara actual de José José.
Y que digan lo que quieran: Tú, mi estimadísimo Eduardo, no les creas nada.
Aunque todo, todito lo que dicen de ti sea rotundamente cierto... -- -- -- EL DIVÁN. Miguel Ángel Avilés (avilesdivan@hotmail.com)
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