Miope, calvo, con sobrepeso, hipertenso, ya sin vesícula biliar, sin dos dientes, ya con arrugas, canas en el bigote y la barba, con dolores en las piernas al levantarme de la cama por las mañanas, con dolores en partes del cuerpo que no sabía que existían al acostarme por las noches, con una gripe rabiosa y tosijosa que no me deja en paz, con un miedo creciente por las cosas que pasan en la calle…
Pero también con un corazón que no olvida, con amores sólidos, con padre y madre sentados al sol del invierno cada día, con ruidosos y festivos hermanos, con buenos amigos que siempre están ahí, con un cariño permanente por mis mejores recuerdos, con una comprensión creciente por mis peores recuerdos, con muchos proyectos por escribir, con la memoria dispuesta para quienes ya no están, con la amistad resuelta desde la infancia…
Bueno, quizá no sea malo del todo llegar este día a los 53 años…
Quizá no sea tan malo…
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